Casa Real

61 aniversario de la muerte de Alfonso, hermano del rey emérito

Don Juan Carlos y las armas, sus ‘amantes’ más peligrosas

El 29 de marzo de 1956, un fatal accidente terminó con la vida de Alfonsito de Borbón, hermano del Rey Juan Carlos. El niño apenas había cumplido los 14 años cuando un disparo fortuito del arma con el que jugaban él y su hermano le provocó la muerte en el acto. Aquel acontecimiento marcó para siempre la vida del que después terminaría convirtiéndose en Rey de España. Pero aquella tragedia, solo sería la primera de las muchas que los Borbón han vivido por su afición a las armas.

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Un inocente «juego de niños», como lo denomina el periodista Jaime Peñafiel, fue solo el inicio de una historia marcada por el estruendo de las armas de fuego. Una bala del calibre 22 acabó con la vida de Alfonsito y la afición a la caza del monarca casi acaba con la suya propia hace solo unos años.

Con motivo del 61 aniversario de la terrible muerte del hermano de Don Juan Carlos, LOOK analiza la terrible relación amor-odio entre los Borbón y las pistolas. Una relación que se tornó incomprensible a partir de la muerte del infante Alfonso de la que poco se ha escrito y  mucho se ha especulado.

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El accidente que marcó la vida del Rey

«Fue un accidente entre dos chicos de un arma que creían descargada, pese a lo que se ha querido especular», explica el Jaime Peñafiel al otro lado del teléfono. «En aquel momento, la censura era muy grande y, a pesar de eso, se dio una pequeña nota en España», puntualiza. Para él, como para la también periodista Pilar Eyre, las informaciones que se ofrecieron al respecto fueron pobres, aunque «sí se hablo mucho en la prensa extranjera, concretamente, en la italiana».

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Después de aquel terrible episodio, el Conde de Barcelona, padre de Juan Carlos, le hizo volver a la Academia Militar, algo que, según Peñafiel, resultó «muy duro para él». El periodista añade además que «para Juan Carlos, Alfonsito era su mejor amigo».

El Rey Juan Carlos en imagen de archivo / Gtres

Quizá por ello, recuerda Eyre, su muerte «dejó en Juan Carlos un halo de melancolía». El Rey nunca se recuperó de aquel varapalo y, tal y como asegura el escritor Abel Hernández, autor de  obras como ‘Don Juan y Juanito’, el soberano siempre ha tenido desde entonces «una mirada triste». 

Abel, periodista de renombre por sus libros sobre la transición, conoce bien cómo se desarrollaron los hechos que marcaron a fuego el corazón del Rey. La tensa relación que además este mantenía con su padre, Don Juan, no ayudó a suavizar el clima que rodeó a la tragedia. «No digo que no hubiera afecto, pero Juan Carlos estuvo solo en Suiza desde los 8 años. El Conde de Barcelona le utilizó como baza para la Corona y le dejó a la intemperie con su enemigo principal, que era Franco, a quien se lo encomendó. Todo esto lleva a la soledad y tristeza de don Juan Carlos», cuenta Abel Hernández a LOOK.

El autor ha escrito mucho sobre aquel accidente que cambió por completo a todos los Borbón. En su libro ‘Despídete de tu madre y serás rey’ describe así el momento: «Alfonsito se las arregla para comprar balas en una armería, sin sospechar que compraba su propia muerte (…). Pero el peligroso entretenimiento dura poco (…). Don Juan, muy enfadado, les quita la pistola y la esconde bajo llave en un cajón de su despacho (…). Piden insistentemente la pistola a Doña María. «No es para disparar, mami, sólo para verla». Harta de tanto ruego, busca la llave del secreter en la chaqueta de su marido y se la da (…). La bala le entró a Alfonsito por la nariz y le alcanzó el cerebro(…). Margarita, a pesar de su finísimo oído, no oyó el disparo. Los padres tampoco. Pilar sí, y nunca olvidará aquel ruido sordo».

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También ha escrito mucho sobre ello la francesa Laurence Debray. Su polémico documental -censurado en España- ‘Yo Juan Carlos I, rey de España’ fue muy comentado en nuestro país y fueron muchos los medios que se hicieron eco de su contenido a pesar de las restricciones. Puestos en contacto con ella, Debray dice a  LOOK: «El Rey Juan Carlos confesó en más de una ocasión que él quería mucho a su hermano y que este también le quería mucho a él».

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Las armas y los Borbones, a día de hoy

La muerte de Alfonsito, su tensa relación con su padre, un matrimonio con una mujer de la que nunca estuvo enamorado, según palabras de Jaime Peñafiel, desembocan en una soledad que Juan Carlos ha tratado de llenar con sus «amigas íntimas». Unas amigas como Bárbara Rey o Marta Gayá, de las que se ha hablado tanto en estos últimos días y, cuyas relaciones, Peñafiel dice reconocer «muy bien». «Juan Carlos es un Borbón y su matrimonio con Sofía no existió casi nunca. No es un matrimonio por amor. ¿Estuvo enamorado de doña Sofía? Nunca jamás», se responde a sí mismo el periodista.

Sin embargo, ni aquella muerte del infante frenó los gustos del monarca por la caza y las armas de fuego. Pese a todo, Juan Carlos de Borbón ha seguido ejerciendo como cazador  a lo largo de toda su vida desde que Franco le regalara su primera ‘Purdey’. Abel Hernández justifica este hecho afirmando a LOOK que «es posible que él reaccionara de esa forma para evitar el trauma. No me meto en su psicología, pero la comprendo. No le encuentro contradicción. Quizá no volver a tocar un arma le hubiera provocado algún tipo de neurosis».

De hecho, el monarca «se ha convertido en un absoluto apasionado» de las cacerías, según Pilar Eyre. «Él sigue asistiendo a cacerías en las casas de sus amigos millonarios. En fincas escondidas en los montes de Toledo o en Albacete. Son fincas privadas donde no tiene acceso el público y continúa cazando como un loco», explica, pasando de soslayo, por su accidente en Botsuana.

Otro episodio en la historia de los Borbones y las armas es el del disparo de Froilán en su pie. Y es que, al hijo de la infanta Elena «le encantan los toros y la caza», cuenta Eyre. En la memoria de los españoles aún perdura el gesto contrariado de doña Elena saliendo de la clínica en la que se recuperaba su primogénito del disparo.

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La Infanta tuvo de hecho, que disimular que se trataba de una cosa de niños a la que no había que darle más importancia. Pero, lo cierto es que el contexto del accidente -en una finca mientras practicaba con su padre, Jaime de Marichalar, y en presencia de Victoria Federica- no le hizo ninguna gracia.

Es quizá ella, la Borbón con menos afición. Felipe sí ha heredado los gustos de su padre y Eyre desvela un hecho que denota hasta dónde llegaría su pasión por las armas. «Aunque a los reyes actuales no les guste hablar de ello ni han seguido con esta práctica, se comenta que el primer regalo que Felipe le hizo a Letizia fue una escopeta», anuncia la periodista.

El entonces Príncipe Felipe, de cacería en los 90 / Gtres

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Esta anécdota, de ser cierta, no haría ninguna gracia a la reina Sofía, fiel defensora de los animales y declarada vegetariana. «Sofía no come carne y no le gusta la caza», cuenta a LOOK Fernando Rayón, periodista y experto en la reina emérita. «Ella no es cazadora y además se manifestó en contra de las armas en un libro de Pilar Urbano, pero no ha dicho mucho más al respecto». En su caso, «está claro que siendo su marido un cazador aficionado, hay una predisposición en su contra», añade Rayón.

En definitiva, todos estos acontecimientos reflejan hasta qué punto las armas han marcado la vida de los Borbones. Y en don Juan Carlos, más concretamente, siempre quedará esa cicatriz de aquel jueves santo de 1956. Una herida que aún ‘sangra’ por la eficacia de una bala, en su memoria. La periodista Pilar Eyre concluye: «Hace solo unos años, Juan Carlos estaba en el mejor lugar de un despacho privado, de pie, mirando la fotografía de su hermano y con los ojos llenos de lágrimas, y allí dijo: A nadie le he querido como a él».

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