¿Por qué Diana de Gales se tiró por unas escaleras?
El misterio en torno a la estatura del príncipe Carlos de Inglaterra y Lady Di
La "trampa mortal" de la princesa Diana: sale a la luz el dato más revelador de su fallecimiento
Día tras día se conocen más aspectos sobre la vida de la malograda Diana de Gales. Las cintas que la Princesa grabó junto a Andrew Morton, autor de su polémica biografía, han visto la luz cuando se cumplen 20 años de su muerte.
Una de las cosas más llamativas de las cintas de Morton es escuchar de la propia voz de Diana la situación tan desesperante en la que se encontraba. La joven princesa solo buscaba acaparar la atención de su marido, lo que le hizo no titubear a la hora de intentar suicidarse.
[Puedes leer: Los 45 años de amor oculto del príncipe Carlos y Camilla Parker Bowles]
Embarazada de Guillermo, Diana se arrojó por las escaleras ante la atónita mirada de Carlos. Su marido, impasible, ni intentó detenerla ni ayudarla, una muestra más de la difícil situación en la que se encontraba.
La madre de Enrique y Guillermo nunca pudo asumir que era un segundo plato para su marido. Sus ataques eran continuos y no conseguía lograr su mayor tesoro, el cariño de Carlos. Ni siquiera cuando intentó apuñalarse consiguió que el heredero se ocupase de ella. Era un trofeo, una madre que engendraría al futuro heredero de Gran Bretaña, pero nada más, un elemento prescindible.
Si de por sí la publicación del libro de Morton en los 90 causó un gran revuelo, las nuevas revelaciones demuestran que la situación de la mujer de Carlos de Inglaterra era aún más difícil. Diana nunca fue feliz en su matrimonio y lo que más odiaba de su vida era la escasa atención que le prestaba el Príncipe.
Nunca fue un secreto que Lady Di no era feliz. Su mirada triste y perdida era la mayor prueba de su situación. Ahora, gracias a las cintas, en las que la princesa habla a corazón abierto, podemos conocer lo que escondían sus ojos.
Desgraciada desde el mismo momento en que caminaba hacia el altar, el mayor miedo de la joven tenía un nombre: Camilla Parker Bowles. Se negó en rotundo a aceptar la especial relación que había entre su marido y Camilla, una relación que como años más tarde se comprobaría, era totalmente idílica.