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El Palacio de Marivent es, desde este arranque de semana, el centro neurálgico de todas las miradas en el comienzo de la temporada estival. Con la Reina Sofía ya en su interior desde el pasado jueves, (a pesar de no haberse dejado ver antes de la llegada del resto de sus hijos y nietos), y la próxima llegada de la Familia Real, tras cerrar su agenda en la península, la importancia de este lugar vuelve a ser objeto de análisis en unas vacaciones que no serán como el resto. En el 2023, doña Sofía vivirá un feliz reencuentro, quizás el más feliz de todos como abuela. En un hecho inédito desde hace tiempo -que probablemente no se producía desde 2018-, sus nietos se reunirán en torno a ella después de más de cinco años en los que no se les ha visto confluir. Una realidad que confirma el acercamiento de ciertas posturas marcadas por la distancia del pasado y que, sin embargo, no implicará un encuentro entre el Rey Felipe VI y sus hermanas, ya que según se conocía, las infantas tienen previsto abandonar la isla (tras dejar allí a sus hijos), antes de la llegada del Monarca.
Más allá de este ir y venir de llegadas y despedidas estratégicas, Marivent volverá a unir en Palma a las dos mujeres más importantes en la vida del Rey, su esposa la Reina Letizia y su madre, la Reina Sofía. Dos figuras cuya cordialidad se ha convertido en la auténtica protagonista de su presente relación personal, pero que han vivido, viven y vivirán sus días en Marivent de manera muy diferente. El próximo 3 de agosto, tal y como ha adelantado el diario Última Hora, el Palacio de Marivent será testigo de la recepción a la sociedad Balear -por segundo año consecutivo en este escenario, en un gesto de Felipe VI por ‘abrir’ el recinto- aunque antes, Sus Majestades tendrán, previsiblemente diferentes apariciones previas como la cita de doña Letizia con el cine en el Atlántida Fest, entre otros compromisos. Más allá de los prolegómenos, la recepción en palacio mostrará la imagen más esperada, la Reina madre y la Reina unidas en el apoyo institucional al monarca en un lugar clave.
Doña Sofía y su nostalgia de Tatoi volcada en Marivent
Es un hecho, Marivent (Mar y Viento) no pertenece al conjunto de residencias de la familia real española, de Patrimonio Nacional, sino que su titularidad corresponde a la Comunidad Autónoma de las Islas Baleares. Pese a ese carácter de residencia de uso privado, el Palacio de Marivent es la gran joya inmobiliaria emocional y sentimental para la Reina Sofía desde que, en el año 1973, se decidió que fuera la residencia de los entonces Príncipes. Tanto es así que es sabido por la opinión pública que, para la esposa de Juan Carlos I, este lugar es su refugio perfecto durante el verano, debido a las reminiscencias casi románticas que reverdecen cuando se instala allí.
Los más cercanos a la madre del Rey Felipe han desvelado a lo largo de los años que, en cierto modo, Marivent despierta la añoranza de su tierra natal y por eso, ella misma se encargo de su decoración, inspirada en Tatoi, el lugar de sus felices recuerdos de infancia en Atenas. Un entorno de paz para Su Majestad al que se sigue aferrando con fuerza más allá de las amenazas externas y problemas familiares del pasado. Quienes lo han visitado, han desvelado algunos de los detalles que dejan ver esa filiación de la madre del Rey en los pequeños detalles de belleza extrema que, la misma doña Sofía, supervisa en persona cuando llegan visitantes: «cuando hay visitas, la reina procura que nunca falten frutas frescas, bombones y una bandeja con productos de baño de su marca favorita, The Body Shop, en cada habitación», escribía Esteban Mercer en Vanity Fair.
El ‘amor-odio’ de Letizia, transformado en comodidad
Cerca de la residencia de la Reina Sofía, pero lo suficientemente apartada, se encuentra la Masía Son Vent, la vivienda en la que se aloja la Familia Real durante sus vacaciones en la isla. De este modo, Don Felipe, Doña Letizia y sus hijas, la Princesa Leonor y la infanta Sofía gozan de la cercanía necesaria a nivel institucional y al mismo tiempo la privacidad familiar en un histórico que no siempre ha estado marcado por la unión. La vivienda, de 650 metros cuadrados, fue regalada en 1992 al entonces príncipe Felipe de manos de Gabriel Canellas Fons, presidente de la comunidad autónoma balear por aquel entonces. No existen fotografías de esta vivienda pero, a pesar de las excelentes zonas ajardinadas que la rodean (árboles frutales, como limoneros e higueras y el olivo centenario que fue regalo de bodas del Ayuntamiento de Palma a principios de los 2000 para los entonces Príncipes de Asturias), ni Son Vent ni Marivent fueron el lugar favorito para la Reina Letizia. Ni siquiera las reformas de los actuales monarcas a su particular vivienda, hicieron que la esposa del Felipe VI clonara «el impagable ejemplo de la Reina» para considerarlo su otro hogar.
Y es que la relación de doña Letizia con la isla ha evolucionado en el tiempo. Si en un día parecía huir como los gatos al agua de las semanas de asueto en su residencia vacacional, en la actualidad y tras su sonada ‘reconciliación’ en 2022, Letizia parece surcar las aguas mallorquinas desde su particular mar en calma llegando a prolongar, como sucediera el año pasado, su estancia en Palma. ¿Sucederá lo mismo este verano de reencuentros?.