Margarita de Inglaterra, la reina del "bon vivant"

De profesión, princesa. Esto es algo que Margarita de Inglaterra tenía muy claro. A pesar de llevar muerta desde 2002, el ‘peculiar’ estilo de vida de la hermana reina Isabel sigue llamando la atención, hasta tal punto que se ha hecho viral. Ha sido la publicación de una nueva biografía  sobre la ‘royal’ británica la que la ha puesto en el punto de mira. El libro, escrito por Craig Brown, analiza con todo detalle la rutina de la ‘eterna segundona’ a la sombra de Isabel II que, sin embargo, gozó de una vida mucho más entretenida y relajada.

Tachada en numerosas ocasiones de presuntuosa, Margarita era consciente de su privilegiada posición y sabía cómo aprovecharla al máximo. A diferencia de su hermana, no tenía un sentido tan estricto del deber ni un férreo compromiso con la Corona, pero sí un dominio absoluto del arte del ‘bon vivant’.

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En el libro, el autor repasa en 99 ‘destellos’ las claves de la vida de la hermana de la actual soberana del Reino Unido y descubre su rutina diaria. Una rutina que ha generado a la vez polémica y asombro en todo el mundo y en la que destacan los siguientes aspectos:

9:00 A.M.: Desayuno en la cama, seguido de dos horas escuchando la radio y leyendo los periódicos. Todo ello sin parar de fumar.

11.00 A.M.: Baño preparado por su criada.

12:00 P.M.: Después de una hora en el baño, la maquillan, la peinan y se viste. Siempre con ropa limpia, porque una princesa no puede usar más de una vez cada prenda sin que haya sido previamente lavada

12:30 P.M.: Aperitivo con vodka

1.00 P.M.: Almuerzo informal en vajilla de plata junto a la reina madre. Cada comensal toma media botella de vino y cuatro platos, además de fruta fresca y variedad de quesos.

Estas son solo algunas de las pinceladas que Brown aporta sobre la vida de la Princesa, que fue además la gran confidente de Isabel II. Margarita destacó por su elegancia y su belleza , así como por su carácter aventurero y rebelde que dio algún que otro quebradero de cabeza a su hermana.

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Sin embargo, su estilo de vida un tanto errático acabó pasándole factura y el consumo abusivo de tabaco le causó graves problemas pulmonares. En 1985 se sometió a una operación, pero más adelante sufrió varios ataques respiratorios hasta que falleció en 2002 a causa de un accidente cerebrovascular.