‘Operación boicot’: 20 años de la boda que Zarzuela quiso evitar
Las vacaciones jamás imaginadas por los Urdangarin de Borbón
Iñaki Urdangarín: De deportista de élite a condenado al ostracismo
«Tío, la que me has liado. En Zarzuela me han echado una bronca de órdago». Quien pronuncia agobiado estas palabras -recogidas en el libro ‘Las estrellas son así’- es Iñaki Urdangarin. Lo hace en junio de 1997 a un periodista deportivo al que había concedido una entrevista con motivo del Mundial de Japón en el que había participado. Apenas unas semanas antes se había hecho oficial el compromiso entre el deportista y la infanta Cristina de Borbón y desde Casa Real la orden había sido clara: ni una palabra al respecto hasta el día de la boda. Aquel día en Japón, Urdangarin sí habló de la Infanta y con su verborrea se saltó por primera vez una directriz de Zarzuela. No sería la última.
Aquel desliz con la prensa unido a que se convirtió en vox pópuli que Iñaki simultáneo su incipiente relación con la infanta con su noviazgo con Carmen Camí alertó y mucho al rey Juan Carlos. Tal y como informaba hace unos días ‘El Mundo’, al Rey no le hizo ninguna gracia que su hija menor se encaprichase de un deportista con más de un lío de faldas a su espalda. Incluso llegó a orquestar una campaña mediática para frustrar el enlace, pero los tortolitos terminaron saliéndose con la suya.
Finalmente la gran boda real se produjo el 4 de octubre de 1997, es decir, hace ahora 20 años. La imagen que por entonces proyectaba Iñaki Urdangarin era la de un joven deportista enamorado que parecía encandilar a todo el mundo. Bueno, a todo el mundo no, porque para el padrino del enlace existían ciertos cabos sueltos que había que atar (en corto). Aunque para la mayoría de los españoles el desengaño del soberano con el vasco llegó de la mano del ‘Caso Nóos’, estas revelaciones ponen de manifiesto que don Juan Carlos, con un gran olfato afectivo, ya caló las debilidades de Iñaki al poco de saber que iba a convertirse en su yerno. Lo suyo no empezó, desde luego, con buen pie, pero ha terminado mucho peor.
De manera irremediable Iñaki Urdangarin entrará en prisión próximamente y se convertirá en el primer miembro de la Familia Real Española que cumpliría pena de cárcel. Su condena es ese martirio que tan bien acertó a describir Spottorno en su día para una Casa Real que continúa guardando las distancias. También con su hija. Al menos públicamente.
El aniversario de esta boda de príncipes y princesas es de todo menos feliz. Quizá sea el último que el matrimonio celebra en libertad. Los viajes, regalos y comidas copiosas han dado paso a los preparativos necesarios para encarar la entrada en prisión del exduque. La maquinaria legal ya está en marcha y desde luego ese es el plan menos romántico que la pareja pudiera imaginar.
Mientras tanto, fuera de su casa de Suiza tampoco se hará mención alguna a tan señalada fecha: 4 de octubre de 1997. En Zarzuela no quieren ni oír hablar del exjugador vasco y a don Juan Carlos, que supo calar antes que nadie al condenado, solo le queda lamentarse. Quizá si su hermana Pilar no hubiera caído en la trampa de un ávido periodista esa boda no se hubiera celebrado. «Ah, si ya lo han anunciado, pues sí, estamos encantados, es un chico estupendo», dijo entonces doña Pilar a pesar de que el compromiso real aún no era un hecho. Cuentan que de no ser por su metedura de pata, Juan Carlos habría tenido tiempo de frustrar el matrimonio de su hija. Que caprichoso es el destino.