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Cumple cuarenta años y, a pesar de que va a disfrutar de una fiesta casi por todo lo alto, la situación de la duquesa de Sussex no es especialmente favorable. Meghan Markle estrena década y, para muchos, la niña que un día soñaba con convertirse en actriz, ha conseguido todo aquello que esperaba. Sin embargo, lo cierto es que, tal como ella misma ha dejado entrever en varias ocasiones, quizás el precio que se ha tenido que pagar es muy alto. Un coste no tanto para ella, sino más bien para una de las instituciones con más relevancia a nivel mundial: la Monarquía Británica.
Y es que cuando comenzaron a saltar los rumores de que el príncipe Harry había encontrado el amor junto a una actriz norteamericana, pocos pensaron entonces que aquella intérprete generaría un cisma dentro de la Corona casi equivalente al que provocó en el primer cuarto del siglo pasado el romance de Eduardo VIII y Wallis Simpson -por cierto, también norteamericana-.
Si echamos la vista atrás, desde que Meghan Markle irrumpiera en la vida de los Windsor han sido muchas las polémicas o situaciones delicadas que se han generado en torno a la pareja. Algunas pinceladas en los primeros meses como royal y auténticos escándalos en esta última etapa fuera de la familia real. Una serie de circunstancias que han puesto a los duques de Sussex en el punto de mira, hasta el extremo de que son muchos los que abogan por la retirada de los títulos a la pareja y su desvinculación absoluta de la familia real, no solo de ‘La Firma’. Algo que parece que no va a ocurrir, al menos de momento.
Un comienzo con altibajos
Desde que saliera a la luz el romance de Harry con la norteamericana, hubo muchas personas que vieron a Markle como un soplo de aire fresco que podría darle un aire nuevo a la monarquía. No faltaron las referencias a Diana de Gales, a pesar de que entre la duquesa de Sussex y la Princesa apenas había puntos en común. Meghan, norteamericana, profesional, divorciada y mayor que Harry tenía más que ver con Wallis Simpson que con la joven Diana cuando se casó con Carlos. Al margen de esto, en la historia inicial de la norteamericana había muchas lagunas. Desde la idea de que no sabía quién era Harry, frente a los testimonios que apuntaban que ella había manifestado que quería casarse con un británico. Pese a todo, la Reina incluso la invitó a Sandringham antes del enlace, en un gesto insólito que generó cierto desconcierto entre los partidarios de Kate Middleton.
En el momento de la boda, no faltaron las polémicas. Rumores de un enfrentamiento con Kate Middleton del que la propia Meghan habló ligeramente en su entrevista con Oprah Winfrey, dejando en buen lugar a su cuñada. Mención aparte merece el tema de la tiara, ya que parece que Meghan quería llevar una diadema de esmeraldas pero mantuvo ciertas discrepancias con Angela Kelly al no saber identificar el origen de la pieza. Ella misma explicó que estaba muy agradecida por la tiara que la Reina le prestó.
A pesar de que el enlace de los duques de Sussex fue uno de los acontecimientos más importantes para la Corona -sobre todo porque Harry era, hasta el momento, un miembro muy querido-, lo cierto es que ya el anuncio del embarazo estuvo rodeado de polémicas. Meghan acudió en el mes de octubre a la boda de Eugenia de York embarazada de Archie, con un look que no disimulaba su estado, sino que acrecentaba los rumores. La pareja acaparó toda la atención, eclipsando a la novia en su gran día. Fue tan exagerado que, al día siguiente, tuvieron que confirmar la noticia. Fue el comienzo de una etapa en la que, para ellos, la privacidad pasó a ser su prioridad.
Una vida al margen
El embarazo de Archie supuso un punto y aparte. La pareja decidió llevarlo con la mayor privacidad posible. No se anunciaron apenas detalles, no se supo el hospital en el que el niño nació hasta después y el bautizo fue privado. Los Sussex marcaron su nueva pauta. Aunque en aquel entonces nadie imaginaba lo que iba a suceder, a los pocos meses, Harry y Meghan anunciaron que iban a tomarse unas semanas de descanso, tras las cuales revelaron su intención de vivir al margen de la Corona. El inicio del ‘Megxit’.
Nadie podía haber imaginado cuando aquella primavera de 2018 Harry y Meghan contrajeron matrimonio en Windsor que apenas tres años después la vida les llevaría al otro lado del charco. O quién sabe, si dados los últimos acontecimientos, este fue su plan inicial.
A pesar de que el anuncio del ‘Megxit’ en enero de 2019 fue una bomba de relojería para la familia real, en el fondo confiaban en que un año de reflexión podría servir para que la pareja reconsiderara sus opciones. Nada más lejos de la realidad. Al margen de los contratos con Netflix y Spotify o las diversas iniciativas en las que los Sussex participan, la entrevista con Oprah Winfrey ha supuesto un punto de inflexión después del cual no hay vuelta atrás. Críticas feroces a la familia real por parte de Meghan Markle y del propio Harry que, unidas a la reciente noticia de la próxima publicación de un libro de memorias del Duque hacen pensar en que, pese a que siempre se ha puesto a Meghan en el punto de mira, quizás sea momento de reevaluar la situación.
Y es que cuando están a punto de cumplirse veinticinco años de la muerte de Diana de Gales, es posible que Harry haya encontrado la manera de dar carpetazo a todo aquello que tanta desdicha causó a su madre y contra lo que, hasta ahora, no se ha podido -o no ha querido- rebelar.