La otra mujer importante en la vida de Don Felipe
Desde el inicio de su relación con la reina Letizia, el hijo de don Juan Carlos ha querido acercar posturas con a su familia política, en concreto con una mujer que se ha convertido en un imprescindible para él.
La reina Sofía quiso siempre tener más hijos, pero no pudo ser. Su matrimonio con don Juan Carlos comenzaba a fallar y se quedaron en tres cuando solo tenía 29 años. Entre todos ellos, dicen que siente predilección por Felipe, único varón, el Rey. Esa leyenda de amor maternal se completa con la afirmación de que su hijo siente lo mismo por ella. Madre e hijo mantienen una conexión única. Sin embargo, otra mujer que no es su madre ni tampoco la periodista que lo enamoró y con la que decidió contraer matrimonio y compartir su futuro como Heredero a la Corona, la reina Letizia, resulta fundamental en su vida. Ha sido y es pilar en su vida desde que la conociera hace 18 años, su suegra, Paloma Rocasolano.
En los últimos años, hemos coincidido al dar informaciones sobre asuntos de la reina Letizia como viajes, escapadas de fin de semana e incluso sobre quiénes o cómo vivían los Reyes en la intimidad de su hogar, en que Paloma Rocasolano estaba muy presente en la vida de su hija. No ha faltado a ninguna celebración familiar, tampoco a la cita de cada octubre en Oviedo para la entrega de los premios Príncipe – Princesa de Asturias; viajes en avión, a esquiar, escapadas a la playa y muchos fines de semana en casa de su hija. Doña Sofía no asistió al debut de Leonor en Covadonga en septiembre de hace dos años. La madre de doña Letizia, sí. Siempre a su lado, desde el principio.
Cuando la reina era solo Letizia Ortiz, la periodista que presentaba el informativo de la 1 de TVE y comenzaba una relación sentimental con el entonces príncipe de Asturias, presentárselo a su madre fue uno de los pasos definitivos para que la relación fuera consolidándose en tiempo récord. Don Felipe fue a la sencilla casa de su suegra y, en máximo secreto, en un par de visitas la convenció de que iba en serio con su hija. La separación matrimonial de sus padres marcó profundamente a una joven Letizia a quien le costó infinito aceptar la decisión paterna de abandonar el hogar que con tanto esfuerzo habían sacado adelante entre los dos desde que se mudaron de Oviedo a Madrid en busca de trabajo y de una vida mejor. Ni sus dos hermanas, la desaparecida Érika y Telma, ni Letizia contaban con que su padre rompiera su matrimonio al enamorarse de su colega, también periodista, Ana Togores.
Desde la separación, en 1998, Letizia se convirtió en el brazo fuerte de su madre, en su máxima valedora. Cuando don Felipe llegó a su vida cinco años después, fue su madre la que le dio máximo apoyo. Era fundamental que congeniaran. Sin embargo, la que se convertiría en mujer de su padre, quedaba relegada a un segundo plano. La boda de Jesús Ortiz y Ana Togores, improvisada en el Ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón en marzo de 2004, dos meses antes de la de don Felipe con Letizia, no fue suficiente para que la joven periodista pudiera asistir a la ceremonia celebrada en la Catedral de la Almudena. No era cuestión de protocolo sino de ‘feeling’. Lo arreglaron con una cena en el selecto restaurante chino del hotel Villa Magna de Madrid y un posado a la salida para cubrir de normalidad la desunión familiar.
Paloma Rocasolano se ha ganado el cariño y la confianza de don Felipe, está muy presente en la educación de sus hijas y ocupa un lugar importante en su vida, aunque el amor por su madre es incondicional desde siempre y para siempre. Los malos momentos con la entonces princesa Letizia, especialmente en el año 2013 cuando rayaron la crisis, su suegra fue clave. Me aseguran que, desde muy joven, Felipe de Borbón ha buscado relaciones auténticas, cercanas, sin protocolo… normales. Algo que puede resultar extraño viniendo de una persona cuyo destino y privilegios lo alejan de toda normalidad desde la cuna. Pero los sentimientos son libres y suele ocurrir que se anhele aquello que no se tiene.
Cuenta la reina Sofía a Pilar Urbano en ‘La Reina’ (Plaza y Janés) que su hijo Felipe es clavado a su abuelo Pablo en el aplomo, la serenidad, el orden, incluso, en su introversión de carácter. Ahora, quienes le conocen me aseguran que ese anhelo de ser como los demás y de que sus padres fueran como los de sus amigos se ha ido equilibrando al madurar y afrontar con responsabilidad su destino como príncipe de Asturias, primero, y ahora como Rey de España.
«En su día a día, puede que el Rey tenga aún mayor relación con su suegra que con su madre, si nos referimos a verse y a coincidir más», me explican. La madre de la reina Letizia, jubilada, que perdió a sus padres Enriqueta y Francisco, en 2008 y 2015, respectivamente, y sin pareja conocida, pasa mucho tiempo en casa de su hija. «Es su persona de confianza cuando tiene que viajar por obligaciones institucionales. Suele acudir a ella y Paloma ejerce de abuela cercana con las niñas». Quien me describe esta relación tan cercana, matiza que Leonor y Sofía adoran a su abuela reina, pero la tratan menos. Ha habido temporadas en que las que apenas se han visto pese a vivir tan cerca. Don Felipe sí se escapa a comer con su madre cuando puede, pero las niñas se mueven de la mano de su madre, principalmente.
A primeros de septiembre supe de uno los últimos planes de fin de semana de don Felipe con sus hijas, justo antes de que comenzaran el colegio. En esta ocasión, con la princesa Leonor. Rey y Heredera. Domingo, sala de cine en el complejo Kinépolis de Pozuelo de Alarcón. Una película a punto de empezar y menos de veinte espectadores. Alguien llega cuando ya están a oscuras. Su altura llama la atención. Es don Felipe con Leonor, pero hay una persona más: su suegra, Paloma Rocasolano. Juntos para ver Tenet, la última cinta de Christopher Nolan, cuyo protagonista lucha por la supervivencia en una misión que le lleva a viajar a través del oscuro mundo del espionaje internacional y cuya experiencia se desdoblará más allá del tiempo lineal. Después, en coche, los 3 de vuelta a casa.