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A los casi setenta y cuatro años, Carlos III se ha convertido por fin en monarca del Reino Unido. Más de medio siglo a la sombra de su longeva madre, que fallecía el pasado 8 de septiembre a los noventa y seis años en Escocia, cuando todavía no había terminado sus vacaciones en Balmoral. Su muerte no solo ha colocado a su hijo mayor y heredero en el trono, sino que también ha puesto a Camilla Parker-Bowles como Reina consorte, un lugar que muchos no esperaban que ocupara nunca.
A pesar de que fue la propia Reina Isabel la que el pasado mes de febrero en un comunicado declaró que su deseo era que Camilla llevara este título, cuando empezó la relación ‘clandestina’ entre Carlos y ella, nadie esperaba que se convirtiera en reina. Un romance que pretendía ser una especie de ‘entretenimiento’ para el heredero, hasta que encontrara a la persona adecuada para ser la futura reina. Un papel que, en principio, iba a ser de Diana de Gales, aunque las cosas se torcieron con el tiempo. Sin embargo, antes de Diana hubo otras mujeres que ocuparon el corazón de Carlos, y no solo Camilla.
Lord Mountbatten, tío del príncipe Felipe y uno de los grandes apoyos del Rey Carlos desde su juventud, fue quien más le aconsejó en materia amorosa, consciente de que era fundamental que el heredero encontrara el amor y se casara antes de los treinta años. De hecho, no tuvo reparos en que su casa fuera el nido de amor del entonces príncipe con Camilla, cuando pensaba que solo se trataba de una aventura. Una situación similar a la que promovió la Reina madre con Birkhall en Escocia, cuando pensaba que Parker-Bowles no era una amenaza para la estabilidad de la Corona. Hay que tener en cuenta que la madre de la Reina Isabel sentía absoluto pánico ante la posibilidad de que se repitiese una historia similar a la de Eduardo VIII y Wallis Simpson y quería evitar a toda costa que su nieto dejara sus responsabilidades de lado por amor.
Precisamente por esto, no todas las aspirantes a princesas pasaban el ‘filtro’ de la Corona. Ya sabemos que Camilla no cumplía con los requisitos para ser la futura esposa del entonces príncipe de Gales, pero no fue la única. Antes de Diana Spencer, hubo otra mujer que se quedó a las puertas del Palacio de Buckingham.
Se trata de Davina Sheffield. La joven apareció en la vida de Carlos en el año 1976, cuando tenía apenas veinticuatro años. De una familia noble escocesa -como la Reina madre-, era hija de los barones de Sheffield. Para la opinión pública británica, Davina, rubia y de rostro angelical, era la perfecta princesa de Gales. No obstante, en medio del romance con Carlos, su madre murió asesinada. Una tragedia que marcó su vida.
Sin embargo, la joven tenía un ‘pero’: Cuando conoció a Carlos tenía novio, es más, al principio, rechazó varias de las citas que le propuso el actual monarca. Al final, acabó rompiendo con él, pero cuando parecía que la historia entre Carlos y Davina iba a acabar en la Catedral de San Pablo, la prensa desveló que la joven había convivido con su ex novio, lo que ya sembraba dudas sobre su ‘pureza’. Fin del cuento.
Davina se quedó absolutamente devastada y Carlos que, por un tiempo pudo olvidar a Camilla, intentó superar la ruptura como pudo. Primero en brazos de la actriz Susan George, más tarde, lo intentó con Lady Amanda Knatchbull -que lo rechazó-, y finalmente con Lady Sarah Spencer, hermana de Diana. Precisamente esta última, casualidades de la vida, era el vivo retrato de Davina Sheffield, eso sí, más joven y sin dudas sobre su virginidad.
En cuanto a Sheffield, a pesar de que el escándalo le afectó muchísimo y supuso un duro golpe en el ámbito de la alta sociedad, se casó en el mismo año que Carlos y Diana, con Jonathan Derek Morley. La pareja tuvo tres hijos, Thomas, William y Henry.