Intentos de fuga, luna de miel por separado y otros hombres: los otros escándalos de Charlene de Mónaco
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Charlene de Mónaco lleva meses siendo noticia. Su estancia de siete meses en Sudáfrica, provocada por un problema médico que le impedía volar de vuelta al Principado, se ha convertido en el detonador de todo tipo de titulares alrededor de la princesa y su supuesta infelicidad en Europa, algo que se lleva especulando prácticamente desde poco antes de su boda pero que nunca había estado tan reforzado con hechos y gestos como hasta ahora.
Unos días antes de su boda con el hijo de Raniero y Grace Kelly se publicó que la deportista olímpica había sido pillada tratando de fugarse de Mónaco. El diario L’Express anunció que, una semana antes del enlace y tras una serie de problemas en palacio, Charlene se fue de Mónaco directa al aeropuerto de Niza donde “estaba dispuesta a coger un vuelo sin retorno a Sudáfrica”. Esta información fue desmentida oficialmente por Palacio, pero también por la propia Charlene. Mesesdespués del ‘sí quiero’, el matrimonio concedió una entrevista a la NBC en la que ella no evitó las preguntas sobre sus supuestas intenciones de huir y, además, contestó: “¿Por qué íbamos a hacer el esfuerzo de invitar a nuestros más íntimos y queridos amigos a acompañarnos en una ceremonia que celebraríamos a regañadientes? Me resulta irrisorio».
Pero la supuesta fuga no fue el único problema que rodeó a la pareja nada más casarse. Las lágrimas incontenibles de la exnadadora vestida de novia y su gesto desencajado saliendo del brazo de su ya marido fueron solo el preludio de la luna de miel de los príncipes de Mónaco, que la pasaron en el país natal de ella pero en hoteles separados. Lo cierto es que Alberto tenía que estar presente en un encuentro del Comité Olímpico Internacional en Durban, pero con la llamativa excusa de que el hermano de Carolina y Estefanía no encontrase tráfico para acudir a sus compromisos, se alojaron en sitios distintos. A partir de entonces empezaron las ausencias de Charlene en actos oficiales, familiares, públicos y privados. La sudafricana dejó de hacer lo que posiblemente consideraba esfuerzos por su familia política, y fue todavía más allá cuando, a finales de 2014 se convirtió en madre de sus mellizos. Entonces la princesa dejó por primera vez de vivir en el Palacio Grimaldi sin que el escándalo que esta decisión generó en aquel momento hiciera presagiar todo lo que vendría después.
A principios de ese mismo año, antes del embarazo, Charlene protagonizó las que han sido sin lugar a dudas sus fotografías más escandalosas como parte de la familia real del Principado. Mientras que en sus imágenes en Mónaco aparecía prácticamente siempre con un gesto entre la resignación y la desidia, una mirada triste que hacía que la comparasen a menudo con Lady Di en la prensa internacional y una actitud casi hierática, la revista alemana Bunte sacó a la luz la otra cara de la sucesora de Grace Kelly. En la isla caribeña de St. Barth, abrazando y besando a dos hombres y con una serie de imágenes en las que aparecía riendo a carcajadas, Charlene fue pillada como nunca antes se le había visto (y como nunca más se le ha vuelto a ver).
Cada vez más delgada, más ausente y más hermética, los titulares de las ausencias de la deportista llevan tantos años sucediéndose que durante un tiempo dejaron de llamar la atención. Hasta que la princesa se quedó ‘atrapada’ en su país natal el pasado mes de mayo tras sufrir un problema médico que le impedía coger un avión y reunirse con su familia. Con todos antecedentes recién citados y la conocida como princesa triste instalada en su país natal y sin fecha de retorno, los rumores de crisis y separación entre ella y Alberto han sido una constante en el último semestre.
La última vez que lo desmintieron, Alberto remarcó que su mujer ya estaría en Mónaco para celebrar la fiesta Nacional junto a él y sus hijos. La fecha llegó y lo cierto es que Charlene también lo hizo. Pero se fue, y no estuvo en esa fecha tan señalada. Y nadie sabe dónde está.