Falleció este fin de semana en Ibiza

Lujos, guerras familiares y una muerte trágica: Así era Pedro Queiroz Pereira, el quinto hombre más rico de Portugal

El empresario portugués falleció en su yate cuando disfrutaba de unas vacaciones en Ibiza

Pedro Queiroz Pereira
El fallecido empresario portugués Pedro Queiroz Pereira / Youtube

En Portugal no se habla de otra cosa. Y no es para menos. Uno de sus grandes empresarios, Pedro Queiroz Pereira, fue hallado muerto el pasado sábado en su yate mientras disfrutaba de unas vacaciones en Ibiza. Tras una investigación iniciada por la policía balear, la autopsia realizada este lunes desveló que el magnate luso murió de un infarto que le sobrevino mientras bajaba las escaleras de su embarcación. Esta tragedia, en alta mar, también ha cogido por sorpresa a la isla pitiusa donde muchos han corrido a googlear la ‘obra y milagros’ de este portugués tan enamorado de las islas españolas.

Pedro Queiroz Pereira era el quinto hombre más rico del país vecino y este ‘cargo’ le ha valido a lo largo de los años críticas y lisonjas a partes iguales. . Con una fortuna estimada en casi 1.000 millones de euros, el “ex niño de papá”, tal y como le definen a LOOK algunas fuentes, ha tenido una vida de película que a nadie dejó indiferente. En 69 años de vida le dio tiempo a hacer muchas cosas: Playboy, piloto de carreras, amigo de Ayrton Senna, rico heredero y gran empresario por herencia y mérito propio. En Queiroz Pereira, nada era pequeño. Sus sueños eran enormes y luchaba por ellos, aunque le supusiera dificultades, sinsabores y todo tipo de guerras.

Proveniente de una de las familias más acaudaladas de Portugal, su padre, Manuel Queiroz Pereira, era el empresario mimado por la dictadura de Salazar. Fue el responsable, entre muchas otras cosas, de dar vida al primer gran hotel de lujo luso, el Hotel Ritz de Lisboa. En el año 74, tras la caída del régimen y el triunfo de la Revolución de los Claveles, las empresas de la familia fueron nacionalizadas por los posteriores gobiernos revolucionarios de izquierda. Entonces Pedro puso rumbo a Brasil donde dio rienda suelta a una de sus grandes pasiones: la velocidad. Fue piloto de Formula 2 y entabló amistad con un joven que vendría a revolucionar el automovilismo mundial: Ayrton Senna. Con la muerte de su padre, volvió a Portugal para recuperar el control de sus empresas y para forjar su propia leyenda.

La guerra familiar

Queiroz Pereira era dueño y señor del grupo Semapa (la cementera Secil y la papelera Navigator) y lo era con mano férrea. Para hacerse con el control de sus empresas no le temió a nada ni a nadie. Ni siquiera a su familia. Con sus hermanos entabló una guerra que hizo correr ríos de tinta, especialmente con su hermana Maud Queiroz Pereira. Con ella vivió su guerra más cruenta, especialmente por culpa de otro gigante de las finanzas lusas, Ricardo Salgado, ex consejero delegado del antes todo poderoso grupo Espirito Santo. Y todo porque antes que los Espirito Santo pasaran a mejor vida, Salgado, con el apoyo de la hermana del empresario, intentó entrar en el grupo Semapa y hacerse con el control. Ni corto ni perezoso- conocida era su lengua mordaz e hiriente- empezó a levantar alfombras y no paró hasta ver a Ricardo Salgado destituido del cargo, en la cárcel y con su banco nacionalizado e intervenido por el Estado portugués. Cuando en sede parlamentaria le preguntaron porqué su hermana apoya a Salgado respondió con toda naturalidad: “Mi hermana ha sido seducida por ese señor”. El escándalo sigue vigente y las dos familias, antes íntimas amigas, hoy no se pueden ni ver.

Ricardo Salgado

Ricardo Salgado en una imagen de 2014 / Gtres

Pero eso a Queiroz Pereira no le importaba. Lo suyo era ejercer el poder y demostrarlo. Tras la caída en desgracia de Ricardo Salgado y el Banco Espirito Santo, le compró a sus hermanas su parte de la empresa. Eso sí, según dicen, por bastante menos a lo que ellas desearían. Fueron muchas las guerras que libró y pocas, sin embargo, las que perdió.

Su última batalla, contra Trump

Pedro Queiroz Pereira, fue, sin duda, un hombre de armas tomar al que nadie parecía poder frenar. Su última gran guerra se la declara en 2016, a nada más y nada menos, que al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Y todo por las medidas proteccionistas impuestas por Trump a las empresas europeas. Navigator, la papelera de Queiroz Pereira, se veía obligada a tener que pagar una tasa de casi el 35% de sus beneficios en Estados Unidos. Queiroz Pereira se negó y llevó la causa a los tribunales.

En sus últimos años, intentó bajar el ritmo, así como desmembrar su gran holding empresarial. Casado con María Rita Mendes de Almeida y viudo desde 2014 cuando esta falleciera víctima de un cáncer de pulmón, quería que sus tres hijas, Filipa, Lua y Mafalda, fueran asumiendo parte de su responsabilidad. Todas ellas, jóvenes preparadas y huérfanas, son las grandes herederas de un hombre que murió como vivió: en la cima, a todo tren. Su cuerpo fue encontrado en su yate de más de 30 metros, en la exclusiva isla pitiusa. En Portugal todo son honores y reconocimientos a su figura. A sus detractores ya los dejó noqueados en vida.

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