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Ocurre en Reino Unido, en España e incluso en Mónaco. Aunque en ocasiones el papel de una hermana del Rey al frente del trono pase a un segundo plano, lo cierto es que hay momentos concretos en los que puede resultar ser el recambio perfecto en caso de que el soberano no pueda llevar a cabo alguna tarea. En nuestro país, podría decirse que la Infanta Elena es uno de los miembros de la Familia Real más volcados con la monarquía, habiendo mirado en todo momento por el bien de la institución y llevando sus valores allá por donde pasa. Algo muy similar sucede en Inglaterra, donde la Princesa Ana juega un papel clave sabiendo mantenerse en un segundo plano respecto a su hermano cuando es necesario, y saliendo en su ayuda cuando es oportuno, de la misma manera que lo hace Carolina de Mónaco por el Principado cuando el Príncipe Alberto ha sufrido algún que otro contratiempo, los cuales se han multiplicado en los últimos meses a raíz de los problemas de salud que ha padecido Charlene, razón por la que el monarca ha tenido que permanecer al lado de su esposa dejando sus quehaceres en muy buenas manos.
A lo largo de los años, podría decirse que los ciudadanos de Mónaco han considerado a Carolina como toda una soberana a la sombra, asumiendo a la perfección el papel que dejó Grace Kelly consigo tras su fallecimiento en 1982. Por aquel entonces, su hermano era conocido por las numerosas fiestas en las que estaba presente, mientras que ella supo desempeñar funciones propias de una Princesa y tomar ciertas responsabilidades que no tenía por qué haber llevado a cabo. Una figura principal que fue finalmente eclipsada tras la boda de Alberto y Charlene de Mónaco en julio de 2011, pasando Carolina a un segundo plano más centrado en el cuidado de los miembros de la Casa Real dentro del ámbito privado.
Lo que nadie podía llegar a imaginar es que las circunstancias futuras iban a poner a Carolina nuevamente en primera línea del Principado. Durante un viaje a Sudáfrica, la salud de Charlene se vio afectada, motivo por el que tuvo que permanecer en su tierra natal durante nada más y nada menos que siete meses, siendo operada hasta en tres ocasiones para posteriormente protagonizar un retiro por las mismas razones en una clínica en Suiza, donde estuvo ingresada otros cinco meses. Unos momentos de lo más convulsos para la Familia Real al completo, en los que nuevamente la hermana del soberano supo anteponerse a las circunstancias y no solo estar presente de manera impecable en los actos públicos que la agenda requería, sino también con sus sobrinos, a quienes dio el cariño que necesitaban cuando su madre estaba ausente por motivos sanitarios.
Una soberana sin trono
De esta manera, y teniendo en cuenta las innumerables funciones que Carolina está haciendo propias para afrontar esta situación sin que afecte en absoluto a la Corona, muchas son las informaciones que apuntan a que, si algo le ocurriera al Príncipe Alberto, sería su hermana quien ocupara su cargo, y no su esposa. Así lo desvelaba hace pocos meses la revista italiana Oggi, señalando que la hija mayor de Rainiero no tendría problema en ser la primera dama oficial si, en el peor de los casos, su hermano falleciera.
Teniendo en cuenta esto, si algo así pasara, la regencia no caería en Charlene sino en Carolina, pasando a ser soberana incluso por encima de la actual Princesa monegasca. Es por ello que, en esa situación, la sudafricana sería únicamente la madre del futuro Rey de Mónaco, asumiendo un número de actos de agenda mucho menor que el de su cuñada, que adquiriría exactamente el mismo rango que Alberto.
Pero por ahora, lo cierto es que Alberto y Charlene siguen estando en primera línea del Principado monegasco, y aunque muchos sean los esfuerzos de Carolina por demostrar estar perfectamente preparada para asumir más responsabilidades, su cargo está por detrás del de su hermano y su cuñada.
Una abuela impecable
El buen hacer de la hermana de Estefanía de Mónaco no solo estaría plasmado en lo puramente monárquico, sino también en su faceta más personal, la cual ha asegurado en diversas ocasiones ser fruto de su gran parecido con su abuela paterna, a quien consideraba “una mujer muy libre y con una loca originalidad”, como comentaba en Madame Figaro. Quizá por eso haya querido estar más cerca de sus nietos, a quienes cuida con el máximo mimo siempre que tiene oportunidad, dejando entrever que incluso teniendo una agenda repleta de eventos, siempre tendrá tiempo para proteger a los suyos y darles todo el cariño posible, siendo abuela y repuesto de Alberto a tiempo completo.