Una victoria seria, eficaz… y con algo de suspense. Sin alardes ni brillo, pero aséptica y profesional. Con algo de sufrimiento, dicho sea de paso, el Real Madrid se impuso a un magnífico e irreductible Unionistas, que plantó cara a los de Zidane. Bale, Góngora, en propia puerta, y Brahim hicieron los goles visitantes, mientras que Álvaro Romero logró el tanto local.
Mientras veía las barbas de Setién a medio pelar en Ibiza, Zidane, que no se fiaba un pelo de Unionistas, puso las suyas a remojar con un once que tenía pocas concesiones. Muy pocas. Baste decir que jugaban Casemiro, Valverde y Benzema, el tridente pretoriano de Zizou, para darse cuenta de cuán en serio se tomaba el partido de Copa el entrenador del Real Madrid.
También estaban los proscritos James y Bale –casi 200 millones de inversión hizo el Real Madrid por ellos en su día– luciendo una titularidad que sonaba a castigo… o a toque de atención. En defensa estaban Carvajal y Marcelo, otros dos titulares, acompañados de los suplentes Nacho y Militao. Completaban este once de garantías Areola bajo los palos y Vinicius arriba al lado de los otros dos componentes de lo que en su día fue la BBC.
Enfrentaba a este once del Real Madrid el Unionistas de Salamanca, un equipo-milagro construido de la nada y que pondría en el modestísimo estadio de Las Pistas un trailer de ilusión y ganas. Y salió a comerse a los de Zidane con menos complejos que un separado en la fiesta de Navidad de la empresa.
Resiste el Unionistas… un cuarto de hora
No se arrugó el Real Madrid (sólo faltaba) y respondió al ímpetu local metiendo el pie y el cuerpo en cada balón dividido. El paso de los minutos calmó la salida de Unionistas y provocó que los de Zidane crecieran en torno a la pelota. Esa era la buena noticia para Zidane. La mala (¿?) era que Bale no paraba de echarse las manos a la pierna primero y a la espalda después. Calentaba Brahim porque en Bale cualquier pequeña molestia suena a cornada.
Y sería precisamente Bale quien marcaría, casi sin querer, el 0-1. James la puso tocadita al área y la defensa de Unionistas hizo un despeje que era casi una asistencia. La pelota le cayó al galés, que remató de aquella manera y según venía. La pelota tocó en un rival y acabó en gol. Bale lo celebró con el mismo entusiasmo que un funcionario de Tráfico renueva un carnet de conducir.
El gol asentó a un Real Madrid serio y eficaz. Unionistas bastante tenía con achicar agua de cualquier manera. Los visitantes dominaban sin atosigar. Una incursión de Valverde en el 28 fue la llegada más clara del Madrid desde el gol. Benzema iba creciéndose entre los defensas locales y dibujaba regates en baldosas y paredes con Marcelo que eran a veces incomprendidas por Vinicius, un verso suelto y sin rima.
En el 36 rozó James el 0-2 pero el travesaño se interpuso en la buena vaselina del colombiano, que se estaba mostrando activo y bullicioso, las cosas como son. Fue la última ocasión del Real Madrid antes del descanso, que sobrevino después de una notable contra de Unionistas que abortó en el segundo palo Carvajal.
James perdona dos veces, Bale se resiente
En la reanudación volvió a tener James en sus botas el 0-2 pero se durmió en el mano a mano con Blas, que acabó rechazando su remate a bocajarro. Mientras, Brahim apuraba el calentamiento para salir por un Bale que no terminaba de encontrarse ni fino ni seguro. Lo hizo en el 52. Ahora sólo queda saber cuánto tiempo tendrá el galés para dedicarse al golf hasta que vuelva a jugar con el Real Madrid.
Y cuando parecía que el Madrid tenía todo bajo control apareció Militao para darle emoción al partido. Su cantada grosera –una vez más por ir a destiempo– la aprovechó Álvaro Romero para ir aproximándose al área de Areola ante la pasividad de Nacho y para ponerla en la escuadra para hacer el 1-1.
Menos de dos minutos le duró la alegría a Unionistas porque una buena jugada de Marcelo por la izquierda provocó un mal remate de Brahim en el segundo palo. En su intento por despejar la pelota, Góngora acabó introduciéndola en su propia portería y poniendo el 1-2 aunque él no quería.
No se arrugó Unionistas, que tuvo una contra para hacer el 2-2. Lo evitó Areola con una buena mano. Mientras, Zidane flipaba en el banquillo sin explicarse cómo su equipo había perdido el control de un partido que tenía (aparentemente) más controlado que Maduro a Pablo Iglesias.
Alegrón fugaz de Unionistas
Poco a poco perdió fuelle Unionistas y el Real Madrid retomó el control del juego y el dominio de la pelota. Se veía venir el tercero del Real Madrid, que perdonó Benzema un par de veces antes de que Zidane le quitara del campo en el 75. Respondió Unionistas con un remate de Carlos de la Nava que atrapó sobre la línea Areola.
Luego tuvo una triple ocasión el Real Madrid para hacer el 1-3: Brahim al palo, Vinicius al muñeco de cabeza y de nuevo Jovic al palo otra vez. A pesar de que no pudo cerrar el partido, el equipo de Zidane supo dormir la pelota en los últimos minutos y acabar, con el postrero 1-3 de Brahim, sellando el pase a octavos ante un Unionistas que jamás se rindió.