Maestro del juego

Un Real sideral

Dónde ver Getafe Real Madrid
Vinicius celebra uno de sus goles. (Europa Press)

Los partidos, y las finales, se deciden en las áreas. Al menos eso dicen. En esta, para defenderlas, no estaban dos de los tres mejores porteros del mundo (Courtois/Ter Stegen). Y para atacarlas, el Madrid juega sin 9, con 64 goles esta temporada y antes de este clásico tampoco parecía necesitarlo demasiado… y el Barça lo tiene pero a su manera. A veces juega Robert, a veces lo hace alguien que recuerda al gran Lewandowski.

En Riad no íbamos a encontrar la clave tampoco en esos delanteros deseados para jugarte un título a un sólo partido. Haaland, Mbappé…antes Messi, Cristiano, Benzemá… y mucho antes que ellos, su señoría, O Fenómeno Ronaldo Nazario. Pero no. Esta noche no iba a ser en las áreas. La distancia, la diferencia, iba a quedar marcada en otro lugar bien distinto.

Vinicius de Vértigo

En el desierto aguardaba la noche del espacio. Una constante casi eterna de principio a fin durante el tiempo que estuvo bajo el cielo de Arabia. Vinicius, y con él, el brillo del Madrid en la final, estalló centelleante, voraz como una estrella a punto de engullir todo a su paso. Aparecía por todas partes, de largo, desde medio campo, hasta el fondo, de lado a lado… Transformado en energía pura, cero materia, un relámpago tras otro era el brasileño atravesando la oscura realidad en la que está sumida la defensa del FC Barcelona desde hace tiempo.

El primer gran error de Xavi, error de falta de ambición y exceso de convicción, fue poner a Araújo de lateral y a Koundé de central diestro como antídoto para apagar una llama que es inagotable en combustión. Y lo peor. Tratar de hacerlo con la retaguardia casi en la medular, con los de arriba sin presionar a los pasadores del Madrid y abriendo el espacio decisivo con el que Vinicius y el Madrid reventaron la Supercopa. A Xavi no le funcionó nada. Timorato, rácano y sin reacción ante los dos goles de los de Ancelotti en los primeros 10 minutos.

Ni siquiera cambiar en el 11 los perfiles de Koundé y Araujo, que en otro tiempo pudieron tener algo de éxito como posible contramedida al portentoso 1×1 del 7 brasileño. Ahora ambos son jugadores lejos de su mejor punta de velocidad, capacidad de reacción, explosividad…Araujo, que empezó de lateral derecho por lo de Vini, volvió al centro para cerrar el primer asalto, arrancó la segunda reincidiendo en el error de irse otra vez contra el Cometa Vinicius, no sabemos si por decisión propia o de Xavi…y acabó siendo expulsado por doble amarilla tras ver la primera por su penalti por atropello al propio internacional canarinho que cerraba así una hat-trick para su particular cápsula del tiempo.

Espacio inabordable

Y todo a casi media hora para el final con 3-1. Y sin Gavi… para tratar de combatir esa fuerza de la naturaleza, ese orden y equilibrio, la cuadratura táctica de Carletto alineando juntos y en sincronía a Valverde, Tchouámeni, Kroos y Bellingham en la Zona Caliente, en tres cuartos de cancha del ataque azulgrana, donde ancestralmente el estilo culé toca y aprovecha el espacio para ser diferencial. El Madrid estuvo a años luz, física, como contra el Cholo, táctica, mental y emocionalmente de su rival. La calidad de las astros no se cuestiona, pero brillar no consiste en dar chispazos como parecen conformarse algunos jugadores culés…Brillar debe ser una constante, invariable, inmutable…porque así se comporta una estrella. Y así, en noches como las de Oriente, sigue creciendo un fulgurante Real Madrid sin límites.

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