Valverde te da alas
Así queda la clasificación del grupo en la Champions del Real Madrid tras la victoria ante el Leipzig
Nacho: "Me alegro de que Asensio se haya reivindicado con un golazo"
Fede Valverde dio alas al Real Madrid ante el Red Bull Leipzig en un partido que se le había enredado al catorce veces campeón de Europa. Los de Ancelotti, maniatados por los alemanes durante más de una hora, sufrieron para lograr su segunda victoria en esta Champions y la octava consecutiva en los ocho partidos oficiales desde que empezó la temporada. Marco Asensio abrochó el 2-0 con un golazo en la prolongación que apenas celebró.
El Bernabéu, la casa de las remontadas, volvía a hospedar un partido de Champions. Llover, lo que se dice llover, no ha llovido tanto desde que el City de Guardiola fuera la última víctima de esa suerte de sortilegio que se produce cuando el Real Madrid entra en trance en la Champions. Hoy le tocaba al Red Bull Leipzig, equipo con menos fuste europeo pero fiel ejemplo del fútbol moderno.
Ancelotti dispuso un equipo de lo más competitivo. A falta de los convalecientes Benzema y Militao, Carletto eligió al imponente Rüdiger para acompañar a Nacho en el centro de la zaga y a Rodrygo por delante de Hazard para ponerse el traje de Karim. El brasileño se gana, con sudor como los de Fama, cada minuto que le concede su técnico. Juega con la ávida pasión con la que un condenado a muerte disfruta de su última cena.
También regresaban al once del Real Madrid Carvajal, Tchouaméni y Modric, ocupas del banquillo ante el Mallorca por mor de las rotaciones, y descansaban Kroos y Mendy, reservados para el derbi. Abrochamos el once y vamos concluyendo: Courtois; Carvajal, Rudiger, Nacho, Alaba; Tchouaméni, Camavinga, Modric; Valverde, Vinicius y Rodrygo. Y nos dieron las nueve y empezó el fútbol. La Champions, esa competición que juegan once contra once y siempre, o casi siempre, gana el Madrid.
El partido nació con el Red Bull enchufado, eléctrico, valiente. Se echó al monte a presionar al Real Madrid quién sabe si por alejar lo más posible de su área a los Vinicius y compañía. El catorce veces campeón de Europa se amarró a la pelota como salvavidas. Así intentó capear el temporal alemán, no sin que antes Courtois hiciera la parada nuestra de cada día en un mano a mano espectacular ante el velocísimo Nkunku, que había desarbolado a Rüdiger con una arrancada de pura sangre.
Sorprende el Red Bull
Repitió Nkunku ocasión en el área al filo del minuto 11. Chocó con Nacho y reclamó penalti, pero no hubo tal. El francés estaba más loco por tirarse que Pedro Sánchez por subirse al Falcon. Un cuarto de hora tardó el Real Madrid en comparecer en el Bernabéu. Lo hizo en una acción de Rodrygo dentro del área que finalizó el brasileño con un tiro raso que se marchó fuera.
El partido se le estaba enredando al Real Madrid, que no sabía cómo controlar a los tres de arriba del Leipzig, especialmente al correcaminos Nkunku. También Werner y Szoboszlai campaban a sus anchas entre los defensores blancos, que echaban de menos que los centrocampistas les echaran un cable atrás. A Ancelotti no le gustaba un pelo lo que estaba viendo.
Una ocasión que Camavinga echó a las nubes dentro del área en el 25 fue otro síntoma de que el Real Madrid estaba aunque fuera de cuerpo presente. Respondió el Red Bull con el enésimo desmarque de Nkunku que abortó Courtois con una salida a la desesperada.
Nada, que había pasado media hora y no teníamos noticias de Modric ni tampoco de la conexión Alaba-Vinicius en la izquierda. Además, cada vez que llegaba el Leipzig al área del Real Madrid había peligro. En el 33 Nkunku no llegó al pase de la muerte de Werner. La buena noticia para los de Ancelotti es que, en algún momento, al Red Bull se le acabarían las alas.
Cuarenta minutos tardó Modric en dar señales de vida y lo hizo con un disparo desde la frontal tras quiebro en una baldosa. Se marchó fuera. Y dos minutos después al croata le derribaron en el área con premeditación, nocturnidad y alevosía, pero el árbitro y el VAR se inhibieron. Con esa acción, y el consiguiente mosqueo de todos los jugadores del Real Madrid, nos fuimos al descanso.
Reanudóse el partido sin cambios. Y no porque al Real Madrid no le hicieran falta, oiga. Los blancos habían cambiado su actitud. Encerraron al Leipzig, que retrocedió a campo propio y se atrincheró en la frontal de su área. Eso sí, cada vez que le llegaba la pelota a Nkunku, el Madrid en pleno se echaba a temblar. Buena carta de presentación del francés en el Bernabéu, un jugador que el equipo blanco monitoriza desde hace un par de años.
Aprieta el Madrid
El Real Madrid había puesto una marcha más y el partido estaba más roto que Unidas Podemos. Y con el mismo desgobierno y correcalles. El gol podía caer en cualquiera de las dos áreas. Y aún nos quedaba media hora más el alargue. Rodrygo volvió a agitar el duelo con una diagonal que acabó en derribo en la frontal. El propio brasileño ejecutó el golpe franco y se le marchó arriba.
En el 63 Ancelotti se la jugó: Asensio por Camavinga. El Bernabéu recibió al balear con silbidos. Tímidos, vale, pero silbidos. El Real Madrid siguió atacando y el Red Bull defendiéndose. El partido ya se jugaba casi en exclusiva en territorio alemán. En el 71 precisamente un robo de balón de Asensio en su propio área dio alas al Madrid para una contra que desperdiciaron primero Vinicius en el mano a mano y después el propio Asensio en el rechace.
El Real Madrid tocó a rebato en el cuarto de hora final del partido. El Bernabéu se agitaba, impaciente, nervioso y expectante ante la promesa de épica. Que llegó en el 78 en una jugada que condujo Vinicius por la izquierda, invirtió la jugada al costado derecho y allí apareció Fede Valverde para controlar, colocársela en la zurda y batir a Gulácsi con un tiro cruzado.
Ancelotti respondió con un doble cambio: Kroos por Modric y Mendy por Alaba. Y después a Ceballos y Mariano por Rodrygo y Vinicius. Al Real Madrid le quedaban cinco minutos más el alargue para proteger la trabajada y sufrida victoria. Supo hacerlo con esfuerzo y oficio. Hubo primero una ocasión postrera de el bullicioso Nkunku y luego un golazo de Asensio, ya en la prolongación, que no quiso casi ni celebrar. El Bernabéu, aunque lo pasó mal a ratos, acabó premiando a su equipo que sigue contando los partidos oficiales por victorias.