Supercopa Europa: Real Madrid-Eintracht

El Madrid sigue siendo súper

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El Real Madrid ganó la Supercopa al derrotar 2-0 al Eintracht.

Este Real Madrid sigue siendo súper. Los blancos, en un partido serio, intenso y por momentos brillante, no dieron opción al Eintracht de Frankfurt y levantaron su quinta Supercopa de Europa. Alaba abrió el marcador en la primera parte y lo abrochó Benzema en la segunda. El equipo de Ancelotti, gobernado por un imponente Casemiro, gana el primer título de la temporada y mantiene vivo el sueño del Sextete.

La crónica de la alineación anunciada por Ancelotti en las postrimerías del mes pasado se cumplió en Helsinki. Tal como había prometido el técnico del Real Madrid en la Supercopa salieron de inicio los mismos once que habían conquistado la Champions en París. Más por respeto a los campeones que por meritocracia.

Así que, aunque no haga falta, les recordaremos quiénes fueron los elegidos de Ancelotti: Courtois; Carvajal, Militao, Alaba, Mendy; Casemiro, Kroos, Modric; Valverde, Vinicius y Benzema. Un once con el que el Real Madrid aspira al Sextete con una plantilla que –aun sin Mbappé– tiene más fondo de armario que Tamara Falcó.

Enfrente el Eintracht de Frankfurt, el equipo con la afición más viajera y bulliciosa del viejo continente, que salía con camiseta de piel de cordero ante el catorce veces campeón de Europa. Pero que salió también con menos complejos que Raphel en tanga y, aunque ordenado atrás, también le discutió la pelota al Real Madrid en los primeros compases de la Supercopa.

El partido no era un dechado de ritmo. Que estamos en agosto, oiga. El dominio territorial era del Real Madrid. Sin atosigar, claro. Resistía el Eintracht, duro como un electrodoméstico alemán. Incluso dio un susto a Courtois en el minuto 12 que el belga resolvió con un paradón marca de la casa. La jugada, con todo, estaba invalidada por fuera de juego.

Se agita la final

Un minuto después Mendy, lateral fumeta, hizo de las suyas. A veces darían ganas de someterle a un test de drogas antes de cada partido. Tras inventarse una ruleta en la esquina de su área como si fuera el hermano pequeño de Zidane, se vino tan arriba que perdió un balón estúpido y obsceno ante la presión de Santos Borré en el medio campo. El ex del Villarreal asistió a Kamada, que se plantó solito ante Courtois. Al japonés se le hizo de noche ante el meta madridista, que volvió a sacar una mano salvadora.

La ocasión espoleó al Real Madrid y agitó la final como si la metiera en una coctelera. Los blancos respondieron a la contra con una incursión de Valverde, que asistió a Benzema. El francés quiso regalar el gol a Vinicius, que ya lo celebraba cuando el central Tuta salvó milagrosamente bajo los palos.

Tras las dos oportunidades la Supercopa volvió a ser mini. La pelota para el Real Madrid, el repliegue era el reino del Eintracht. Nos asomábamos a la media hora de final y no había demasiadas cosas interesantes que contar. Hubo que esperar al 36 para que enganchara otra vez la conexión Vinicius-Benzema y para que el brasileño trazara una imponente diagonal que le hizo entrar en el área del Eintrach y culminar su incursión con un disparo soberbio al que respondió Trapp con una mano increíble.

Del subsiguiente córner nacería el 1-0 del Real Madrid. Lo marcó Alaba tras una asistencia de cabeza de Benzema a Casemiro y después de que el brasileño se la pusiera como se las ponían a Fernando VII. Se durmieron cuatro jugadores del Eintracht y hasta el portero y permitieron primero a Karim y luego a Casemiro campar a sus anchas en el área. Los de Ancelotti encarrilaban la final al trantrán.

Alaba da primero

Dos minutos después y ya con el Real Madrid en éxtasis Benzema perdonaría el 2-0 tras una genial asistencia de Kroos. Karim controló bien, pero la pegó algo mordida en el área pequeña. Con esa ocasión, y el Eintracht más que tocado, nos fuimos al descanso en Helsinki.

Del que regresamos con el Real Madrid convencido de levantar la Supercopa y con el Eintracht cada día más agazapado. Casemiro dio un recital defensivo con cuatro robos consecutivos como para advertir a Tchouaméni de que va a tener que remar mucho para ganarse el puesto. Y Vinicius la tuvo en el 54 para hacer el 2-0 pero su disparo se topó con los pies de Kevin Trapp.

El técnico del Eintracht quemó las naves al sacar al mítico y algo viejuno Götze. En el 60 pudo hacer el segundo el Real Madrid, esta vez con un disparo de Casemiro que repelió el travesaño. El brasileño, superada la hora de partido, era de largo el mejor jugador de la final. Y a Ancelotti le iba a sonar en ese punto la alarma del Nokia para hacer su primer cambio: Rodrygo por Modric.

Pero se adelantó Benzema con el 2-0 en una jugada que inició Mendy con un pase filtrado a la carrera de Vinicius, que levantó la cabeza, encontró a su amigo Karim y esta vez el francés no falló. Sí lo hizo Trapp, que se tragó el disparo de primeras del futuro Balón de Oro. El Real Madrid tenía la Supercopa asida al menos de un asa.

Los de Ancelotti se empezaron a gustar. Velocidad, toque, intensidad y una superioridad aplastante ante un Eintracht superado. Carletto, encantado, preparaba a Camavinga para dar un respiro a Fede Valverde. El Real Madrid descontaba los minutos para levantar su quinta Supercopa de Europa y arrancar la temporada tocando pelo igual que acabó la anterior.

En el 82, con la Supercopa en el bolsillo (o casi), Ancelotti hizo debutar a Rüdiger y Tchouaméni y sacó también a Ceballos. Se fueron Vinicius, Carvajal y Kroos. Pasaron los minutos postreros y el Real Madrid, sin agobios y con una solvencia indiscutible, ganó la Supercopa y comienza la temporada con un aviso a navegantes: el que quiera derrocar al actual campeón de Liga y de Champions va a tener que correr mucho.

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