El Madrid pega sin Casemiro
Las notas del Real Madrid contra el Celta: Modric es infinito
Modric desafió a las matemáticas: su disparo sólo tenía un 2,9% de probabilidad de éxito
El VAR avisó a Gil Manzano para pitar el penalti por mano clarísima de Tapia
El Real Madrid también pega sin Casemiro. Así lo demostró en Balaídos donde goleó a un buen Celta gracias a exhibir una enorme pegada. No necesitaron los de Ancelotti hacer un partido redondo, aunque sí muy serio, para lograr cuatro goles que anotaron Benzema, Modric, Vinicius y Fede Valverde. Que pudieron haber sido cinco si Hazard no hubiera fallado un penalti en las postrimerías del partido. Tchouaméni demostró que la posición de mediocentro del Madrid no le viene grande.
Con Casemiro de cuerpo presente y en plena mudanza a Mánchester Ancelotti apostó por Tchouaméni, el hombre de las cinco vocales, como su relevo natural. Su discreto partido en Almería mostraba que aún tiene un largo camino por delante para parecerse al brasileño, pero le sobra tiempo. Como tampoco estaba Kroos para Balaídos su sitio fue para Camavinga, otro de los aspirantes a hacerse un hueco entre los titulares del Real Madrid.
Por si las moscas, Carletto puso para escoltar a Courtois a su defensa preferida: Carvajal, Militao, Alaba y Mendy. En el medio Modric gobernaba junto a los citados Tchouaméni y Camavinga. Arriba, repetía el tridente de los dos partidos anteriores, la VVB: Valverde, Vinicius y Benzema. Enfrente un Celta comandado por el venenoso Iago Aspas dispuesto a incomodar al Real Madrid en el primer partido d.C. (después de Casemiro).
Salió el Celta valiente y atrevido dispuesto a asfixiar al Real Madrid con su presión altísima. Los blancos, que no se esperaban tal temeridad a las primeras de cambio, las pasaban moradas para sacar la pelota. Un par de incursiones locales por la banda de Mendy provocaron los primeros sustos en el área madridista.
Pero el Real Madrid pegó primero. Y todo porque Renato Tapia metió la mano donde no debía (o quizá sí) para evitar que un remate a bocajarro de Alaba acabara en gol. Gil Manzano no vio la jugada, que era clamorosa, pero el VAR le advirtió. Penalti. La pena máxima la ejecutó con clase y suavidad Benzema. El equipo de Ancelotti, como otras veces, encontraba el gol antes que el fútbol.
Benzema pega primero
El Celta no acusó el gol y siguió a lo suyo: dominar la pelota y presionar muy arriba a un Real Madrid, que empezó a sentirse cómodo metidito atrás o, como dicen los panenkitas, con la defensa en bloque bajo. Pero, claro, defender tan atrás y tener a Militao (que si llevara gafas sería Steve Urkel) entre tus centrales es como creer una promesa de Pedro Sánchez: una temeridad. El brasileño metió la mano en un centro llovido al área y sin ningún peligro que prolongó Paciencia y el colegiado no lo dudó: penalti. Estúpido, sí, grosero, vale, pero penalti. Lo transformó Iago Aspas a pesar de una tremenda estirada de Courtois. Pues 1-1 y partido nuevo.
El Real Madrid comenzó a coger el hilo mientras crecían Tchouaméni y Camavinga y Modric se asomaba a Balaídos. Pero el Celta volvió a asustar a Courtois con un tiro cruzado de Cervi en el 32 que se marchó fuera por poco. Los de Ancelotti volvieron a descoserse por el centro y a punto estuvo Paciencia de hacer el segundo en un cabezazo picado que volvió a dejar retratado a Militao.
Menos mal para el Real Madrid que los blancos volvieron a alejar la pelota de su defensa y que, de paso, apareció Modric. El croata se apropió de la pelota, eliminó a un rival, levantó la cabeza, armó la diestra y se sacó un disparo que, tras envenenarse al tocar en Aidoo, se coló en la escuadra de Marchesin. Los blancos volvían a ponerse por delante justo al filo de que el descanso llegara a Balaídos.
Modric sacó su fusil
Del que regresamos con el equipo de Ancelotti algo más mandón frente a un Celta que replegó de salida. Quizá porque Coudet sabía que no se puede aguantar un partido completo al ritmo de la primera parte. Y aun así la primera ocasión fue olívica con un disparo cruzado del bullicioso Paciencia, que se marchó fuera.
Pero el Real Madrid se había hecho con el mando a distancia del partido y ya no los soltaría. Porque cuando tienes a Modric en tu equipo todo es más fácil. El croata lanzó una contra, vio el desmarque de Vinicius y filtró un pase soberbio. El brasileño recorrió metros mientras pensaba cómo definir. Eligió el regate ante Marchesin, al que sentó con un caderazo antes de marcar el tercero.
El Celta no se rindió y tocó a rebato. Aprovechó algún error de Mendy para asustar al Madrid y avivar al público de Balaídos. Fue justo entonces cuando cayó el cuarto. La jugada nació de una buena recuperación de Tchouaméni en la frontal. El francés galopó con una imponente zancada para comandar la contra que aceleró Vinicius. El brasileño asistió a Benzema, que se resbaló, pero ahí apareció Fede Valverde para fusilar a Marchesin dentro del área.
Con el Real Madrid desatado Benzema perdonó el quinto. Respondió Ancelotti con su primer cambio: Rüdiger por Carvajal. No hemos llegado a septiembre y el alemán ya ha jugado de lateral izquierdo, de central y de lateral derecho. Y cinco minutos después hizo otros dos: Ceballos por Modric y Lucas Vázquez por Alaba, así que Rüdiger pasaba a ser central zurdo al lado del siempre impredecible Militao.
El partido ya estaba resuelto y le quedaba un cuarto de hora de minutos de la basura. Que fueron los que jugarían Asensio, que se estrenaba esta temporada, y Hazard, que vuelve a quedar para estos ratitos insulsos. Y en ese ratito emergió como un búfalo Rüdiger para marcarse un jugadón impresionante que acabó en penalti tras el disparo del alemán. La pena máxima se la dejó Benzema a Hazard para que volviera a sentir lo que es celebrar un gol. Nunca lo hiciera. El belga, otrora crack mundial y ahora bulto sospechoso, lo erró tras tirarlo con un puntito de displicencia.
Con ese penalti fallado por Hazard se quedó al filo de la manita la goleada del Real Madrid en Balaídos el día después del adiós de Casemiro. Los blancos ganaron sin sufrir porque, se vaya quien se vaya, el Madrid siempre sobrevive.