Bale, tenemos que hablar
Gareth Bale ha colmado el vaso de la paciencia de los capitanes del Real Madrid. La celebración con la bandera infame en la que se exhibe «Gales, golf y Madrid. En este orden» ha terminado por enfadar a la plana mayor del equipo blanco hasta niveles insospechados.
Los capitanes ya tenían una charla pendiente con el jugador tras perderse un mes de competición sin motivo aparente, pero lo de ahora ha pasado todos los límites. Algunos de ellos consideran que Bale, aunque no hable español, debe dar una explicación de porqué se expuso a celebrar el pase a la Euro 2020 con un eslogan que ni mucho menos parece accidental.
No en vano, Bale se rió cuando en la previa del duelo contra Hungría los periodistas le preguntaron sobre el cántico «Gales, golf y Madrid. En este orden» asegurando que la afición era libre para cantar lo que quisiera y les dio más gasolina diciendo que eran el jugador número 12.
Bale nunca ha tenido un gesto ni una declaración parecida hacia el Santiago Bernabéu. Su personalidad en Madrid es muchísimo más cerrada que la que exhibe en Gales. No va a las cenas de equipo, no habla el idioma, no se integra y no transmite nada a sus compañeros.
Sergio Ramos, Marcelo y Benzema van a exigirle a Bale que arrime el hombro y que ayude al Real Madrid a ganar partidos, pero ni ellos mismos saben si es demasiado tarde. Zidane se encuentra muy enfadado con el jugador y sopesa pasar olímpicamente de él ante la irrupción del fenómeno Rodrygo.
Bale sigue siendo un problema para el Real Madrid por su elevado salario que asciende a 17 millones al año. Su rendimiento y su profesionalidad han vuelto a quedar en entredicho devaluando un valor de mercado que ya estaba por los suelos. Quizá sea una manera de forzar su salida en el próximo mercado de invierno, pero todos coinciden en su conclusión en la Casa Blanca: Bale no ha estado para nada afortunado.