Así se enamoró Mbappé del Bernabéu… y viceversa
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Wilfred y Fayza se miraron y sonrieron. La megafonía del Santiago Bernabéu acababa de anunciar el nombre de su hijo Kylian y un inmenso aplauso se había propagado por todo el estadio. Faltaban diez minutos para comenzar el Real Madrid-PSG y los padres de Mbappé ya eran madridistas. El hijo también, aunque en el campo no lo pareciera.
Mbappé saltó al césped del Bernabéu dispuesto a demostrar (otra vez) quién es el mejor jugador del mundo. Lo hizo. Volvió a sembrar el pánico en el Real Madrid con esas galopadas exuberantes que dejaban a sus rivales sin resuello y al madridismo sin aliento. Era como Ronaldo Nazario se apareciera en La Castellana en cada jugada.
La reacción de la grada, entre el pánico por el presente y el deleite por el futuro, fue silbar a Mbappé. De algún modo tenía que arrimar el hombro el madridismo a la causa de una remontada imposible frente a una fuerza de la naturaleza desatada en el Bernabéu, un tsunami futbolístico de velocidad y precisión. Una máquina de matar.
Mbappé y el minuto de silencio
Con su gol Mbappé declaró en el Bernabéu un minuto de silencio. Los madridistas movían la cabeza con resignación y se miraban asombrados. Wilfred y Fayza sonreían otra vez. Los jugadores del Real Madrid trataban de darse ánimos sobre el césped, pero todo parecía perdido.
El resto de la historia ya la conocen. Cuando más negras estaban las cosas para el Madrid, todo se volvió blanco. Y furia. Y vértigo. Y épica. Y remontada. Juanito volvió a latir por el Bernabéu, de los cimientos a las cerchas, y el PSG se diluyó ante una leyenda. Mbappé asistió como espectador a su primera noche mágica… aunque fuera en el bando equivocado.
Fue entonces cuando Kylian supo, con más certeza que nunca, que había tomado la decisión correcta: jugar en el Real Madrid. Se consumó la remontada y Mbappé se marchó abatido, decepcionado, con la sensación de impotencia de haberse enfrentado al monstruo de la Champions. Pero, sobre todo, Kylian se marchó enamorado del Bernabéu… y viceversa.
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