Lula sigue apostando por el petróleo y la deforestación amazónica a pesar de su discurso ambientalista
Brasil tiene en cartera proyectos de explotación petrolífera y la construcción de una carretera en plena selva amazónica
Los colectivos ecologistas brasileños e internacionales están poniendo en cuestión la voluntad de protección del planeta y el discurso pro ambiental del presidente Luiz Inácio Lula da Silva por su empeño en seguir con el negocio del petróleo y las acciones de deforestación en el Amazonas.
Son ya varios los toques de atención que el presidente de Brasil está recibiendo por no ser congruente con sus declaraciones en pro de la protección del planeta y de la Amazonía, el que es considerado el pulmón del planeta.
La última crítica la ha recibido de Francia a través de la publicación especializada en noticias del mundo ecologista Reporterre que titula En Brasil, pese a sus promesas ecológicas, Lula promueve el petróleo y la deforestación.
Un gobierno dividido
Es otro de los múltiples reproches que Lula recibe por no apostar claramente por abandonar el petróleo, un problema y una discusión que mantiene en el mismo seno de su propio gobierno.
A principios de noviembre, el presidente reafirmó su apoyo a la prospección petrolera en el océano, a unos 540 kilómetros de la desembocadura del Amazonas. En contradicción con su propia administración, varios expertos de la agencia medioambiental brasileña, Ibama, han rechazado este proyecto marino, que podría amenazar un ecosistema marino excepcional.
Todo ello se contrapone con el discurso de protección de medioambiente del que habitualmente hace gala y que fue uno de los temas más presentes en la campaña presidencial de 2022.
Su compromiso con el medioambiente como bandera electoral frente a su oponente, Jair Bolsonaro, se basó en un mensaje en el que los asuntos ambientales serían neurálgicos en su política exterior.
Combatir el cambio climático
El presidente brasileño anunció el pasado 5 de junio un vasto paquete de medidas de protección del medioambiente y combate al cambio climático, que incluían unas fuertes sanciones contra la deforestación ilegal.
El anuncio fue hecho en el marco del Día Internacional del Medio Ambiente y, entre otros asuntos, y establecía la posibilidad de embargar el 50 % de las tierras que han sido desforestadas de forma ilegal, más allá de los límites establecidos en la ley.
Asimismo, entre las medidas anunciadas, se determina la creación de nuevas áreas de protección medioambiental, que abarcarán un total de 30.000 kilómetros cuadrados, una superficie equivalente a la de Bélgica.
Carretera amazónica
Sin embargo, entre los proyectos brasileños también está la construcción de una carretera a través de la selva amazónica, un proyecto de rehabilitación de una carretera transamazónica.
En septiembre pasado, Lula anunció la reanudación de las obras de asfaltado de un tramo entre las ciudades de Porto Velho y Manaos, a través de la selva tropical, otro de los puntos que se unen en la defensa de explotar el petróleo.
Este proyecto, heredado de la dictadura militar de los años 1970, estaba pensada para permitir la colonización del Amazonas. Pero parte del recorrido quedó como pista, casi intransitable durante la temporada de lluvias.
Asfalto en la selva
La idea de alquitranar esta parte surgió en los últimos años, en nombre del desarrollo económico y la apertura. Sin embargo, los científicos y ambientalistas temen que la finalización de esta carretera dará un enorme impulso a la deforestación.
Los últimos datos sobre indican que la deforestación de la Amazonía brasileña cayó un 30,6% entre agosto de 2023 y julio de 2024, después de que en el periodo anterior lo hiciera otro 22,3 % según ha informado el actual gobierno del país gracias a la observación desde el espacio.
Aunque parezca una buena noticia, se sigue deforestando, pero a un menor ritmo, con una superficie afectada por la tala que fue de 6.288 kilómetros cuadrados.
Sí al petróleo
Pero, volviendo a los combustibles fósiles, el ministro de Minas y Energía de Brasil, Alexandre Silveira, declaró recientemente en un congreso petrolero en Río de Janeiro que mientras exista demanda de hidrocarburos en el mundo, el país seguirá en ese mercado, garantizando la explotación sostenible, según apuntan desde el gobierno brasileño.
«No nos rendiremos ante la hipocresía, mientras haya demanda por el gas y petróleo Brasil seguirá en ese mercado (…) Estamos listos para abastecer al mercado mundial», enfatizó durante la inauguración del congreso Río, Petróleo, Gas y Energía (ROG-e).
En este sentido, el jefe de la cartera de minas dijo que Brasil garantizará que las reservas del país sean utilizadas «al máximo, de manera sustentable». Silveira puso de ejemplo un polémico proyecto de la petrolera estatal Petrobras que pretende explotar yacimientos de hidrocarburos en una cuenca marina que se ubica a 540 kilómetros de la desembocadura del Amazonas, una zona considerada de alta vulnerabilidad socioambiental.
Más petróleo
El panorama no parece cambiar durante décadas, ya que en el año 2000 Brasil producía poco más de un millón de barriles de crudo. Ahora supera con creces los 3 millones y aspira a llegar a cuatro millones por día en un corto plazo.
El país espera sacar al mercado 5,4 millones de barriles diarios para 2029, un salto de un 80% más con respecto a los 3 millones de barriles de petróleo extraídos diariamente durante 2022. Una proyección que le situaría en el cuarto productor de petróleo del mundo.
Cumbre del Clima
Sin embargo, en medio de este afán por seguir explotando los recursos petrolíferos, el presidente brasileño urgió ayer martes en la cumbre del G20 en Río de Janeiro a alcanzar un acuerdo climático en la COP29 de Bakú.
La petición de Lula tiene lugar tras el fracaso de petición de más financiación en la COP16 y los problemas para encarrilar un acuerdo económico en la actual COP29, justo un día después de que las 20 principales economías del mundo, que representan el 85% del PIB mundial y el 80% de las emisiones, suscribieran la declaración final del encuentro con pocos avances en materia climática.
Revolución energética
Con todo esto, Lula sigue afirmando públicamente con todo un discurso oficial ambientalista que «Brasil es el país que hará la mayor revolución energética del planeta», queriendo potenciar energías como la eólica, la solar y la hidroeléctrica promoviendo, a su vez, la movilidad sostenible con bajas emisiones de carbono y consolidar la posición del país como líder en la transición energética global.
Mientras tanto, la Cámara de Diputados de Brasil aprobó este martes una ley impulsada por el Gobierno que sienta las bases de un mercado de créditos de carbono y que busca incentivar la reducción de emisiones contaminantes por parte de las empresas.
La medida, que fue aprobada por una amplia mayoría, y que ahora tiene que ser sancionada por Lula da Silva, obliga a las empresas que contaminen por encima de determinado nivel a pagar por ello, un incentivo para que se vuelvan más limpias.