El truco del retrovisor que no para de recomendar la DGT: es muy útil si estás en una rotonda
Conoce más lo que debes hacer en las rotondas.
Las glorietas son de ese tipo de infraestructuras que suponen más complicaciones para muchos conductores. No son sencillas, aunque podemos imaginar que más difícil fue hace años cuando comenzaron a popularizarse en nuestro país.
En los últimos años, en nuestro país, los estudios que se han realizado han dejado en evidencia que son muchos los muertos y heridos que se han producido.
Muchas de las veces los problemas que se han producido se deben a que los conductores en sí no tienen el respeto que deberían a la prioridad de paso, pero de la misma forma al deficiente uso que se hace en los carriles interiores y también a la ausencia de señalización que se realiza cuando hay que señalizar las maniobras que se realicen.
Todo cambio de carril que se haga en una glorieta es necesario que se marque en el intermitente, y de la misma forma es preciso que se anuncia la intención del abandono de la rotonda.
Lo que debemos recordar es que el Reglamento General de Circulación nos indica que en una rotonda van a tener preferencia aquellos vehículos que estén circulando en la misma en relación con la que se vayan a disponer a entrar. Por todo ello es fundamental el respeto de la prioridad antes de que se tome la decisión de incorporarse a dicha vía circular.
¿Cómo se conduce en las rotondas?
Hay que tener claro que acceder a las rotondas es algo que hay que hacer por el carril de la derecha, como dice la clásica revista Tráfico y Seguridad Vial de la DGT.
En ella nos dice que la entrada desde el carril de la izquierda, directamente al interior de la glorieta, se permite para que se pueda facilitar el acceso, cuando el carril de la derecha esté congestionado. Está permitida la circulación en el carril interior hasta las últimas salidas.
En cuando a la salida, desde el reglamento de circulación obligan a que se abandonen las intersecciones giratorias por el carril exterior siempre que se pueda.
Así es que se puede evitar el cruce de la rotonda desde la parte exterior y reducir el riesgo de que se produzca una colisión.
La excepción que cita tráfico es que es posible el abandono de la rotonda desde el carril de dentro cuando una señal lo indique y esté ocupado el carril derecho.
De forma genérica, la DGT lo que ha propuesto es el uso adecuado del retrovisor a fin de que no haya problemas.
A este respecto dice que, pese a que las colisiones que se producen en las glorietas no son de gravedad habitualmente, suelen ocurrir con bastante frecuencia. Cuando se circule por fuera, lo mejor es vigilar por el retrovisor izquierdo cuando un coche se acerque, de tal forma que si intenta cruzarse desde dentro, vas a poder anticipar el choque.
¿Sabes el origen de las rotondas?
Mucha gente no sabe de donde provienen. Pues bien, su proveniencia se debe al francés Eugène Hénard (1849-1923), un arquitecto que estuvo trabajando en París, en la que lo que hizo fue proyectar las primeras glorietas urbanas en 1907.
Otros dicen que pudo ser William Phelps (1853-1945), que a principios de siglo dio solución al tráfico con ellas.
Sea como fuere, la realidad es que las rotondas como tal no son muy antiguas, algo que sorprende, puesto que las plazas como tal tienen muchos siglos de la historia.
En las ciudades actuales son necesarias y se ha optado por ellas por los beneficios que producen en el tráfico.
Lo que sí podemos decir es que Hénard fue un visionario, puesto que al ver la explosión de vehículos mecanizados, pensó en que el tráfico se dividiese de forma vertical.
De esta forma, los distintos elementos de la movilidad circularían a diferente nivel. Sí que es cierto que todo ello no prosperó debido a su alto coste, pro sí que tuvo más éxito su solución al encuentro de las arterias más importantes.
Lo que buscaba este arquitecto es la supresión o reducción al mayor conflicto entre las trayectorias. Por lo tanto, se obliga a los coches a que rodeen un obstáculo, pero todos ellos en semejante dirección.
Los problemas del peatón
Todo ello generó una problemática para los peatones, los cuáles tenían que hacer un itinerario bastante extenso. Lo que hizo Hénard de nuevo fue recurrir a la imaginación, donde propuso la creación de los pasos subterráneos para los peatones.
Los coches a la luz del día y los peatones, que vayan bajo tierra. Se descartó todo esto porque la zona subterránea se tenía que reservar a otros asuntos, como el metro, por ejemplo.
Como puedes ver, una solución de lo más imaginativa, que sigue siendo de utilidad para el tráfico de vehículos y que también afecta a los otros usuarios de las vías.