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La seguridad vial es un tema prioritario para las autoridades, y dentro de ésta, los controles de tráfico realizados por la Guardia Civil se centran no solo en la conducción, sino también en lo que cada conductor lleva consigo en su vehículo. Si bien muchos se centran en cumplir con las reglas básicas como los límites de velocidad o la obligación de realizar la prueba de alcohol y drogas, no siempre son conscientes de que ciertos objetos o utensilios pueden ser motivo de sanciones severas.
De acuerdo con la Dirección General de Tráfico (DGT), existen una serie de objetos cuya posesión o transporte en los vehículos está estrictamente prohibida. Entre estos artículos se encuentran armas de fuego, herramientas de caza no legalizadas, cámaras de vigilancia no autorizadas, dispositivos para interceptar comunicaciones, gafas térmicas y linternas modificadas. Además de las sanciones económicas, la posesión de algunos de estos objetos podría tener repercusiones más graves si se considera que existe un riesgo para la seguridad pública.
Objetos prohibidos en el coche
En los controles de tráfico de la Guardia Civil, los agentes tienen la facultad de examinar los vehículos detenidos para asegurar que no se transporte ningún objeto que ponga en peligro la seguridad vial o que sea ilegal. Esta inspección no se limita a revisar la documentación del vehículo y la de su conductor, sino que puede incluir una inspección exhaustiva del interior del coche.
El transporte de armas de fuego o elementos peligrosos sin la debida autorización, se considera una infracción grave. El código penal establece que este tipo de conductas pueden ser sancionadas con multas de hasta 30.000 euros, dependiendo de la gravedad de la infracción, y en algunos casos, la persona infractora puede enfrentar penas de prisión si se demuestra que existe un riesgo para la seguridad pública.
Otro tipo de objetos cuya posesión en los vehículos está restringida son las herramientas de caza no autorizadas. En España, la caza está regulada por un conjunto de normativas y permisos y, al igual que las armas de fuego, estas herramientas pueden implicar un riesgo para la seguridad pública si se utilizan mal.
En los últimos años, el avance de la tecnología ha permitido que los dispositivos de vigilancia, como cámaras ocultas o dispositivos para interceptar comunicaciones, se vuelvan más accesibles y fáciles de usar. Sin embargo, la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana prohíbe el uso de estos dispositivos sin la debida autorización. Transportar en el coche una cámara oculta o un dispositivo para escuchar conversaciones privadas es un delito, y el conductor puede enfrentarse a consecuencias legales serias.
Otro dispositivo tecnológico que tampoco se puede llevar en el coche son las gafas térmicas. Estas gafas, que permiten ver a través de la oscuridad y a largas distancias, son comúnmente utilizadas para actividades de vigilancia no autorizada. La ley establece que su transporte sin la debida licencia es ilegal, ya que pueden ser utilizadas para espiar a personas o animales a distancias considerables, lo que podría poner en riesgo la privacidad de las personas.
Además, el uso de linternas modificadas con luz de alta intensidad también está regulado. Estas linternas, que pueden deslumbrar a otros conductores, son consideradas peligrosas para la seguridad vial. En este caso, el conductor podría enfrentarse a una multa y, en situaciones más graves, si se demuestra que el uso de la linterna ha causado un accidente o una situación de peligro, las consecuencias legales podrían ser aún más severas.
Avisadores de radar
Los radares de tráfico son una de las principales herramientas de control que utiliza la DGT en las carreteras españolas para supervisar el cumplimiento de los límites de velocidad en las carreteras. Muchos conductores buscan maneras de anticiparse a la presencia de estos controles. Sin embargo, no todos los métodos son legales, y el uso de ciertos dispositivos puede acarrear sanciones severas.
El avisador de radar es un dispositivo o una aplicación para teléfonos móviles que avisa al conductor sobre la ubicación de los radares. Estos dispositivos no detectan los radares de forma activa, sino que simplemente alertan de su presencia utilizando bases de datos previas o la información proporcionada por otros conductores.
A diferencia del avisador, el detector de radar tiene la capacidad de detectar de manera activa los radares a través de ondas. Esto lo convierte en un dispositivo que busca y localiza radares móviles en tiempo real. Está completamente prohibido, y conlleva una multa de 500 euros y la pérdida de tres puntos del carnet de conducir.
Finalmente, el inhibidor de radar es un dispositivo aún más intrusivo, ya que no sólo alerta al conductor de la presencia de un radar, sino que interfiere con el funcionamiento del radar, evitando que este registre la velocidad del vehículo. Su uso conlleva una sanción económica de 6.000 euros y la pérdida de seis puntos del carnet.