Fernando Alonso: 10 años de su primer título
¿Qué estabas haciendo la tarde del 25 de septiembre de 2005? Seguramente, como muchos españoles, estabas pegado a la televisión viendo como uno de nuestros compatriotas rompía moldes. Aquel día de hace una década Fernando Alonso se alzaba con el que sería su primer título mundial de Fórmula 1, el primero también para un piloto español en la categoría reina del automovilismo.
Dos años y un mes antes Alonso ya había hecho historia al convertirse en el primer español en ganar un Gran Premio. Sin embargo, la temporada 2004 pareció detener la inercia de crecimiento del asturiano, que no pudo conseguir ningún triunfo. En 2005 todo cambió. La nueva norma que obligaba a utilizar el mismo juego de neumáticos durante toda la clasificación y la carrera varió el orden de fuerzas de la parrilla, hundiendo a la por entonces todopoderosa Ferrari y encumbrando a Renault. Alonso y, en menor medida, su compañero Fisichella disfrutaron durante la primera parte del año del monoplaza más rápido de la parrilla con diferencia. Solamente a partir del GP de España encontraron una verdadera oposición con McLaren, cuyo monoplaza acabó superando en prestaciones al R25 de Fernando, pero no en fiabilidad. De esta forma, nuestro piloto pudo mantener la ventaja obtenida al comienzo del mundial para administrarla hasta el mágico GP de Brasil, cuando con dos carreras por disputarse pudo celebrar el título.
En la cita brasileña el objetivo era claro, acabar en el podio. Ese resultado aseguraba el mundial. Daba igual lo que hiciesen los McLaren. Por eso Alonso apostó por clasificar con poca gasolina en el depósito -en aquella temporada se hacían los entrenamientos oficiales con la gasolina con la que los pilotos comenzarían la carrera- para salir desde la parte delantera y evitar problemas en la salida. No pudo salir mejor la estrategia, ya que Alonso se hizo con la ‘pole’, mientras que Raikkonen acababa aquella ‘crono’ en quinto lugar tras un error en su vuelta lanzada.
La salida de aquella carrera fue de todo menos tranquila, con un accidente en la parte intermedia que provocó la salida del Safety Car. Justo tras la reanudación, Alonso perdió el liderato a manos de Juan Pablo Montoya. También Raikkonen le pasó en la primera ronda de paradas en boxes, pero Fernando estaba tercero. Desde ahí vivimos una interminable cuenta atrás de vueltas que acabaron como toda España soñaba.
Fue entonces el momento del famoso ‘¡toma, toma!’ con el que Alonso celebró el campeonato nada más bajarse del coche, del abrazo con su padre, o de la significativa imagen de su abrazo con un Michael Schumacher que parecía pasarle el testigo de su reinado. A partir de ahí llegaría otro título el año siguiente, más victorias y un sinfín de maniobras para el recuerdo. Aún nueve años después de su último título, aún se le considera uno de los mejores de la parrilla de la Fórmula 1. Y es que si en algo ha ‘fallado’ Alonso a lo largo de su carrera es en la toma de decisiones a la hora de cambiar de equipo. El calvario comenzó en su primera época de McLaren, con una relación que no funcionó por ninguna de las partes y que dio con sus huesos de vuelta en Renault, ya sin la misma competitividad de la primera época. De ahí pasó a Ferrari, que durante su estancia vivió una época de falta de mando que derivó en la falta de monoplazas competitivos, y su hasta ahora fracasado retorno a McLaren.
Es cierto que por calidad merece, al menos, un tercer título. Hay demasiados pilotos no tan reconocidos como él con ‘tan solo’ dos títulos a los que debería superar. Sin embargo, tan importante como la calidad al volante es tener la suerte de encontrarse en el sitio ideal en el momento oportuno, y Alonso ha carecido de ella. En cualquier caso, y aunque no volviese a subirse a un podio jamás, puede retirarse tranquilo. Solo el paso de los años nos dará una perspectiva real de la grandeza de lo conseguido