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¿Con cuánto alcohol das positivo en un control de alcoholemia?

Te contamos con cuánto alcohol das positivo en un control

Adiós a los controles de alcoholemia: el método de la DGT que lo va a cambiar todo

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Ponerse al volante después de ingerir alcohol, desgraciadamente, es una acción que se repite día tras día en nuestro país. Esta situación provoca un gran número de accidentes de tráfico y muertes al año, por lo que la Dirección General de Tráfico se toma muy en serio este problema. ¿Cómo lo intenta prevenir? Pues bien, aumentando el número de controles de alcoholemia en carretera, sobre todo en los meses más significativos del año: navidades, vacaciones de verano, puentes… donde suelen ser los meses donde más positivos se registran.

Con cuánto alcohol das positivo

En nuestro país, se considera que una persona da positivo en un control de alcoholemia cuando supera determinados límites establecidos por la ley, que varían según el tipo de conductor. Para conductores en general, el límite legal es de 0,5 gramos por litro de alcohol en sangre, lo que equivale a 0,25 miligramos por litro de alcohol en aire espirado.

En el caso de conductores noveles, es decir, con menos de dos años de carnet, y profesionales, como transportistas o conductores de autobús, el límite es más estricto: 0,3 g/l en sangre o 0,15 mg/l en aire espirado. La cantidad de alcohol necesaria para alcanzar estos valores también dependerá de varios factores, como es el peso, el sexo, la edad, la cantidad y tipo de bebida ingerida, si se ha comido o no, y la velocidad con la que se consume.

Por ejemplo, una sola copa de vino o una cerveza puede ser suficiente para que una persona delgada o con poca tolerancia al alcohol dé positivo, especialmente si pertenece a uno de los grupos con límites más bajos.

Cuántas horas tienen que pasar para no dar positivo en un control de alcoholemia

El tiempo que debe transcurrir para no dar positivo en un control de alcoholemia depende, principalmente, de la cantidad de alcohol ingerida y de las características individuales de cada persona, tal y como hemos explicado líneas atrás.

En condiciones normales, el cuerpo elimina el alcohol a un ritmo aproximado de 0,1 a 0,2 gramos por litro de sangre por hora. Esto significa que una persona que ha tomado una copa puede tardar entre una y dos horas en eliminar completamente ese alcohol. Si se han consumido varias bebidas, el tiempo necesario aumenta proporcionalmente.

Por ejemplo, tras una noche de consumo elevado, pueden ser necesarias entre 8 y 12 horas, o incluso más, para que el nivel de alcohol en sangre descienda por debajo del límite legal. Dormir no acelera el metabolismo del alcohol, por lo que es posible dar positivo a la mañana siguiente si no ha pasado el tiempo suficiente para su eliminación.

Qué pasa si das positivo en alcohol en un control de alcoholemia

Efectos al volante tras ingerir alcohol

 

  • Disminución de la atención y concentración: el alcohol afecta la capacidad de mantener la atención en la conducción, provocando distracciones frecuentes y dificultad para procesar múltiples estímulos del entorno, como señales, peatones o cambios en el tráfico.

  • Reducción del tiempo de reacción: el cerebro procesa la información más lentamente, lo que retrasa las respuestas ante situaciones imprevistas, como frenar ante un obstáculo o reaccionar a un semáforo que cambia de color.

  • Pérdida de coordinación motora: afecta el control fino y preciso necesario para manejar correctamente el volante, cambiar de marcha o usar los pedales de forma efectiva y sincronizada.

  • Alteración del juicio y la toma de decisiones: reduce la capacidad de evaluar riesgos de forma objetiva, llevando al conductor a subestimar el peligro y a tomar decisiones impulsivas o peligrosas.

  • Distorsión de la percepción: afecta la percepción de distancias, velocidad y movimiento de otros vehículos, lo que puede provocar maniobras incorrectas como adelantamientos inseguros o giros mal calculados.

  • Reducción del campo visual: ee produce una visión en túnel, que limita la percepción periférica y reduce la capacidad de detectar elementos a los lados del campo visual, como peatones o ciclistas.

  • Falsa sensación de control y euforia: genera una sensación subjetiva de seguridad o exceso de confianza que no se corresponde con la capacidad real para conducir, aumentando el riesgo de conductas imprudentes.

  • Somnolencia y fatiga: aunque en un primer momento puede producir excitación, el alcohol actúa como un depresor del sistema nervioso, favoreciendo la aparición de sueño, cansancio y pérdida de alerta, especialmente en trayectos largos o de noche.

 

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