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Durante los meses de verano, aumentan exponencialmente los desplazamientos por carretera, lo que conlleva más riesgo al volante. En este contexto, la DGT ha puesto en marcha sus campañas estivales, recordándonos la importancia de mantener la atención y controlar la velocidad. Uno de los peligros de los que advierte es el llamado «efecto túnel».
Puede que ya lo hayas percibido en alguna ocasión: vas a gran velocidad y notas que tu campo de visión se reduce drásticamente. Esto no es una simple sensación; es un fenómeno real y muy peligroso para todos los conductores. Mientras que a baja velocidad nuestra visión periférica nos permite ver hasta casi 180 grados, superados los 130 km/h esa amplitud se contrae brutalmente, dejando sólo unos 30 grados de enfoque claro. Esto altera no sólo lo que ves, sino cómo percibes distancias, señales, coches que te adelantan o peatones.
El ‘efecto túnel’ del que advierte la DGT
Imagina que circulas a 150 km/h: el mundo a tu alrededor parece estrecharse. No ves bien lo que hay a los lados ni detrás. Esto sucede porque nuestro cerebro filtra información visual constantemente, y al ir más rápido, prioriza lo que está justo adelante. El resto se vuelve una mancha borrosa o desaparece directamente. Ese estrechamiento del campo visual es lo que conocemos como «efecto túnel». Es un mecanismo involuntario de protección cognitiva: al ir rápido, el cerebro se centra en lo que considera vital para reaccionar, sacrificando visión periférica.
Esto supone un gran riesgo. Con menos visión lateral, es fácil que no veamos señales, ciclistas, motoristas, curvas, animales cruzando, o simplemente no valoremos bien la distancia con el vehículo que tenemos delante o con el de un carril adyacente. Y no estamos hablando de velocidades extremas: a partir de 120 km/h ya se notan los primeros efectos, pero la cosa empeora si subes a 140 o 160 km/h.
En 2024, la DGT tramitó más de cinco millones de sanciones por infracciones de tráfico, y más del 50 % fueron por exceso de velocidad. Muchos conductores están en riesgo sin ser conscientes de lo que esto implica en términos de visibilidad y tiempo de reacción.
Riesgos
El «efecto túnel» es uno de los peligros más subestimados al volante, tal y como alerta la DGT, y sin embargo, representa un riesgo latente en la carretera. Lo primero que se reduce es el campo de visión. Aunque la visión central se mantiene relativamente clara, todo lo que ocurre en los laterales se vuelve borroso o directamente desaparece. Esta pérdida de perspectiva impide detectar peligros que podrían estar a pocos metros.
A esto se suma una peligrosa sensación de falsa seguridad. El conductor ve con nitidez al coche que tiene delante y siente que todo va bien, pero no percibe a tiempo los vehículos que se aproximan por los lados o cualquier cambio repentino en el entorno. Esta percepción sesgada provoca una confianza engañosa que desvía la atención y reduce el nivel de alerta.
Además, el «efecto túnel» está estrechamente relacionado con la fatiga mental. Cuanto mayor es la velocidad, más esfuerzo requiere el cerebro para procesar la información que recibe. Esto genera una concentración excesiva en el punto frontal, provocando fatiga visual y mental. La mente se agota, la atención se dispe»rsa, y el riesgo se multiplica.
Consejos
Para combatir el peligro del «efecto túnel», la DGT ha emitido una serie de recomendaciones prácticas que pueden marcar una gran diferencia en la seguridad al volante, especialmente en trayectos largos y en épocas de mayor tráfico, como el verano.
El primer consejo, y el más importante, es reducir la velocidad. No se trata de conducir a paso de tortuga, sino de adaptar la marcha a las condiciones reales de la vía. Si hay muchas curvas, intersecciones, tráfico denso o condiciones climatológicas adversas, reducir apenas 10 km/h puede darte un margen de reacción crucial y ampliar significativamente tu campo visual.
Junto a esto, la DGT insiste en la importancia de realizar descansos frecuentes. La recomendación estándar es parar al menos cada dos horas para estirar las piernas, hidratarse y despejar la mente. Estas pausas no solo alivian el cansancio físico, sino que permiten que el cerebro recupere capacidad de atención, algo fundamental para mantener una conducción segura.
Otro factor que influye directamente es la planificación del viaje. Conocer de antemano las condiciones meteorológicas, evitar horas punta y programar paradas en lugares adecuados reduce considerablemente el estrés al volante. Cuanto más tranquilo y preparado esté el conductor, menos tensión acumulada llevará durante el trayecto.
Por último, no hay que subestimar el papel de la iluminación. En condiciones de lluvia, al amanecer, o cuando hay deslumbramientos laterales, asegurarse de tener los cristales limpios y usar gafas adecuadas puede evitar distracciones visuales críticas.
En definitiva, el «efecto túnel» es real. En palabras de la DGT: no pongas en riesgo lo que más valoras por ganar unos minutos. Adopta una conducción segura y responsable este verano.
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