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Este sábado Isabel Pantoja reaparecía sobre un escenario tras varios meses ausente. Tres meses y 21 días era el tiempo que la tonadillera llevaba sin ofrecer un concierto, sin cantar a sus fieles ni pedir que los focos se dirigieran hacia su persona. Sin embargo, ese retiro tenía fecha de caducidad. El 28 de octubre a las 9 y media de la noche la cantante tenía una cita en el estadio ‘Arena Miribilla’ de Bilbao, donde sin duda alguna acaparó todas las miradas.
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Su público ha asegurado que su actuación fue un delirio y las crónicas del concierto lo han definido como ambicioso y excelente a partes iguales. Un hecho que la artista logró, pese a las bajas cifras de ventas que podían haber desinflado la que para sus fans fue su noche. Tan solo logró vender 4.400 entradas en un lugar cuya capacidad alcanzaba los 10.000 asistentes, pero eso daba igual. Este ‘fiasco’ lejos de ensombrecer el rostro de la cantante de copla, ha provocado que se entregue aún más a un público que coreaba cada uno de sus éxitos.
Isabel Pantoja se mostró ajena una vez más a cualquier polémica e incluso, natural con la anécdota que sucedió durante su actuación. Uno de los tres vestidos que lució la intérprete de ‘Marinero de luces’ tenía un roto, aunque con la espontaneidad que le caracteriza siguió desprendiendo arte y bromeando sobre la cremallera de su vestido.
Sin embargo, no estuvo lo acompañada que hubiera deseado. Tan solo su sobrina Anabel se dejó ver en el estadio, aunque ella tuvo tan presente a sus familiares que dedicó a tres nietos una canción:»Dedico esta canción a mis nietos y a Carlota que está por venir».