Radiante y fuera de polémica pero, el último look de Letizia tiene un grave fallo
Doña Letizia ha estrenado un vestido blanco de silueta marcada para la apertura de la legislatura
Un look aparentemente apropiado, pero que, sin embargo, ha tenido un resultado un tanto desafortunado. Doña Letizia retomaba su agenda oficial para una de las citas más esperadas del año, al menos en lo que a la actualidad política se refiere. Sus Majestades presidían este lunes la Solemne Ceremonia de Apertura de la XIV Legislatura y en esta ocasión, a diferencia de otras, los Reyes acudían en compañía de la princesa de Asturias y la infanta Sofía, en un claro gesto de dar continuidad a la Corona.
A pesar de que otras veces la Reina ha apostado por el rojo para estas citas, no solo porque es su tono fetiche, sino porque además simboliza el color de España, esta vez ha dejado que sea la princesa de Asturias la que vista este tono. Leonor ha reaparecido deslumbrante en color patrio con un diseño que lució en su ‘puesta de largo’ en Barcelona, cuando pronunció su primer discurso en catalán. Un claro guiño a su papel como futuro del país y como representante de la unidad de España, a lo que además habría que añadir que en vez de estrenar modelo ha preferido apostar por la tendencia ‘eco’ y reciclar de su fondo de armario.
Sin embargo, doña Letizia, aunque no ha hecho un gran derroche, sí que ha estrenado look. Un vestido blanco, color que en los países árabes se asocia con el luto, aunque en nuestra cultura se relaciona con la pureza y la neutralidad, muy apropiado por tanto para un entorno político que se presuponía hostil pese a que no lo ha sido tanto. No obstante, el corte y el diseño del modelo, cuya procedencia nos es desconocida aún, no dejan de ser un tanto desacertadas para la ocasión.
Quizás haya sido la propia consorte quien, en colaboración directa con la misteriosa costurera que se esconde en Zarzuela, se haya encargado del diseño de un vestido que resulta exageradamente ajustado en la zona del torso, hasta el punto de marcar en exceso y con una falda asimétrica deshilachada muy poco apropiada para un acto de tal solemnidad, ya que daba la impresión de estar mal cortada o incluso sin terminar.
A todo esto hay que añadir la extrema rigidez del rostro de la Reina, potenciada por el recogido en forma de moño y la seriedad que doña Letizia suele mostrar en estos actos en los que apenas sonríe y se presenta hierática y solemne.