Las claves del nuevo ‘power dressing’ de Meghan Markle
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La reaparición en escena de Meghan Markle después de varios meses solo participando en algunos compromisos de manera telemática ha puesto a la duquesa de Sussex de nuevo en el punto de mira. Como era de esperar, a pesar de que se trataba de una visita de trabajo, los looks por los que ha apostado la esposa del príncipe Harry en este breve periplo han concentrado gran parte de la atención y generado numerosos titulares. Un cambio en el estilo de Meghan, que se ha vuelto más depurado todavía que cuando ejercía como representante de la reina Isabel y que responde al nuevo período en la vida de la pareja.
Meghan ha optado a lo largo de sus tres días en la Gran Manzana por looks aparentemente sobrios y en clave working, para reforzar la idea de que se trataba de una visita de trabajo. Estilismos en los que el color ha sido el gran protagonista, pero siempre en una única tonalidad. La duquesa de Sussex apenas ha combinado colores, sino que ha preferido outfits en un único. Un estilo que enlaza directamente con la tendencia del ‘power dressing’, que hace referencia a la capacidad del vestuario para reforzar la posición o la labor de una persona.
Un concepto que surgió en los años ochenta, donde el vestuario en el entorno de la política y de los negocios se asociaba con una idea de poder y de estatus y en el que las mujeres adaptaron este tipo de estilismos para su propio empoderamiento. Un tipo de vestimenta que tiene en el traje de dos piezas su máximo exponente.
En la segunda mitad de la década de los 70 la mujer empezó a acceder a puestos de poder en el ámbito laboral. Un importante avance que afectó, como era de esperar, al entorno de la moda. En un principio el power dressing consistió en una adaptación del traje dos piezas, pero muy masculinizado. Trajes de chaqueta con hombreras marcadas y cuellos vueltos por debajo. Una tendencia que fue cambiando con el paso de los años.
El nuevo estilo de Meghan Markle huye de los looks excesivamente femeninos -sin perder algún toque-, los estampados y apuesta por las líneas definidas y la sobriedad, algo que ha demostrado sobradamente en Nueva York.
El jueves, los Sussex se reunieron con el alcalde Bill de Blasio y la gobernadora Kathy Hochul, con quienes visitaron el observatorio del One World Trade Center. Para esta cita, Meghan apostó por un estilismo en azul marino, jersey de cuello vuelto, pantalones ancho, abrigo de línea recta y zapatos de salón.
El viernes, Meghan apostó por el granate con un total look de Loro Piana para una visita a una escuela en Harlem, mientras que en la reunión en Naciones Unidas prefirió el camel, con un look de pantalón, blusa y abrigo en esta tonalidad.
Fue el sábado cuando la Duquesa sorprendió con su estilismo más arriesgado, un minivestido blanco de Valentino que combinó con complementos en negro, salones de Blahnik y bolso de Dior, al más puro estilo de Lady Diana. Sin duda, un despliegue de estilo con el que Meghan Markle ha querido dejar clara su nueva posición y ha marcado las pautas de esta etapa.