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La reaparición de la princesa Charlene tras varios meses ausente de la agenda oficial ha generado, casi a partes iguales, críticas y alabanzas. La esposa de Alberto de Mónaco ha retomado de manera parcial su actividad, con compromisos puntuales en compañía del soberano y sus hijos. A pesar de que el propio Príncipe ha declarado que Charlene irá poco a poco retomando sus compromisos, no se ha confirmado por parte de fuentes oficiales cuáles serán los próximos pasos de la exnadadora, que ha pasado por un proceso complicado de recuperación a todos los niveles, tanto físico como psicológico.
A pesar de que en las dos ocasiones en las que se la ha visto en público se ha mostrado cómplice y cariñosa tanto con el príncipe Alberto como con sus hijos, algunas fuentes apuntan a que la situación entre la pareja no sería tan idílica como en principio cabría esperar. Algo que se ha visto intensificado por el hecho de que la Princesa ha pasado las últimas semanas en la residencia de Roc Agel. Es más, algunas fuentes apuntan a que tras recibir el alta hospitalaria Charlene se trasladó a Cerdeña en lugar de a la casa de verano de los Grimaldi. Un rumor nunca confirmado.
Según algunos medios, la reaparición de la exnadadora tiene un lado oculto. Ha sido la revista francesa Voici la que ha apuntado a que su vuelta tiene que ver con un acuerdo económico que mantiene con el Príncipe y que, además, afectaría a parte de su familia, en concreto, a su hermano Gareth Wittstock. El cuñado de Alberto de Mónaco ocupa un lugar destacado dentro de la estructura del Principado, donde se instaló a raíz de la boda de la pareja. De hecho, tiene nacionalidad monegasca y participa en importantes compromisos, sobre todo, relacionados con la Fundación Princesa Charlene, de la que ejerce como Secretario General.
Tal como apunta la revista, entre el príncipe Alberto y su esposa hay un acuerdo confidencial y multimillonario, que podría ascender a doce millones de euros por acudir a determinados compromisos y cumplir con su función institucional. Un acuerdo que, como era de esperar, nunca será confirmado por fuentes oficiales y que sería el motivo por el cual la pareja no se divorcia y ofrece esa imagen de familia feliz que es tan habitual en los actos en los que participa. La misma revista sentencia también que el deseo de la exdeportista sería instalarse en Suiza de manera permanente, y viajar a Mónaco cuando sea necesario. Un plan de vida en el que, por cierto, sus dos hijos se quedarían con su padre.
No se espera que esta teoría se confirme o se desmienta, pero la realidad es que todos los ojos están puestos en el Principado para ver cuáles van a ser los próximos pasos de Charlene y hasta qué punto su presencia va a verse intensificada.