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Durante la ausencia de la princesa Charlene, las princesas Carolina y Estefanía de Mónaco fueron dos de los mayores apoyos del príncipe Alberto. El soberano contó con sus dos hermanas, además de sus sobrinos, para dar respuesta a sus compromisos oficiales, mientras su esposa se recuperaba de las secuelas de la infección que sufrió mientras se encontraba en Sudáfrica. Tanto la princesa de Hannover, como la princesa Estefanía no dudaron en dar un paso al frente y recuperar un papel protagonista en la agenda de la Familia Grimaldi, que desde la llegada de Charlene, habían perdido. Una situación que, como es lógico, con la recuperación de la ex nadadora, ya ha cambiado, porque Charlene ha retomado casi con totalidad su agenda. De hecho, la muestra más evidente de este nuevo orden en el Principado se pudo apreciar el pasado mes de enero, cuando por el nuevo positivo del príncipe Alberto por coronavirus, fue Charlene la que asumió la representación familiar en los actos de Santa Devota, esta vez, sin Carolina ni Estefanía, que en anteriores ocasiones sí que acompañaron al soberano.
Sin embargo, aunque fue Charlene la que tomó el testigo en este importante evento, lo cierto es que la Princesa no estaba sola. La esposa del príncipe Alberto ha contado en todo momento con el apoyo de una de las personas de confianza de su marido que, de alguna manera, también ha pasado a formar parte de su círculo más íntimo con el paso de los años. Una aliada para la Princesa en un entorno del que muchas veces se ha dicho que le ha sido ‘hostil’, es más, varias fuentes apuntan a que, precisamente por la complicada relación de Charlene con sus cuñadas, la ex nadadora le pidió a su hermano Gareth Wittstock que se quedara en Mónaco con ella.
Se trata de Melanie-Antoinette Costello de Massy, sobrina segunda del príncipe Alberto y que, aunque no es un miembro del núcleo central de la familia Grimaldi, ha conseguido convertirse en una de las figuras más destacadas en el día a día del Principado. Gracias a su discreción y a su buen hacer, Melanie ha seguido los pasos de su madre, Elizabeth Ann de Massy, que fue una de las personas en las que más confiaban los padres del príncipe Alberto, Grace Kelly y Rainiero, a pesar de que los comienzos de su historia estuvieron marcados por la polémica.
Elizabeth Ann de Massy era hija de Antonieta de Mónaco -hermana mayor del príncipe Rainiero-, y del deportista y abogado Alejandro Athenase Noghès. Fue la primera nieta de los príncipes Carlota y Pedro, pero su nacimiento fuera del matrimonio la excluyó de la línea de sucesión, al menos, hasta que sus padres se casaron, en el año 1951. Sin embargo, tras el divorcio de sus padres, su madre, hermana del soberano, comenzó una relación con el entonces presidente del parlamento monegasco, Jean Charles Rey, con el que intentó urdir un plan para destronar a Rainiero. Un plan que fracasó y puso a Antonieta en el punto de mira, al menos durante un tiempo.
Sin embargo, a pesar del intento de traición de su madre, Elizabeth Ann siempre fue una persona muy querida en el Principado. Es más, llegó a convertirse en una de las personas del círculo de confianza de los príncipes Rainiero y Grace Kelly, en cuya boda ejerció de dama de honor. También fue madrina de la princesa Estefanía. Un carácter discreto y afable que ha heredado su hija, Melanie-Antoinette, de una edad similar a los hijos de la princesa Carolina de Hannover y que ahora se ha convertido en la ‘sombra’ de Charlene y Alberto en un momento clave de su vida.