Marta Gayá: La mujer que enamoró al Rey Juan Carlos
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Un íntimo amigo del Rey Juan Carlos fue el que una mañana de sol los presentó en Palma. -‘Señor, Marta Gayá’-. Así fue, según una fuente cercana, cómo aquella mañana de 1987 comenzó todo. Fue un auténtico flechazo y enseguida comenzaron a verse. “Ella estaba loca de amor pero él, también”. La mujer que enamoró al entonces Rey se había casado muy joven pero su matrimonio “duró muy poco”. Tomada la decisión de divorciarse, comenzó una relación sentimental con el monarca que acabaría 15 años después y que le marcaría el resto de su vida. .
Poco se ha sabido hasta ahora de Marta Gayá. Su máxima prioridad ha sido siempre la discreción. El perdón público del Rey Juan Carlos, en abril de 2012, tras el episodio de Botsuana, Corinna y los elefantes, marcó el final de una etapa. Fueron años en los que un pacto no escrito le protegía ante cualquier noticia o comentario que pudiera perjudicarle. De la Serenísima – como comenzaron a llamarla en Palma – por supuesto, no se hablaba; no se escribía; no se sabía. Pero, ¿quién es realmente Marta Gayá?
Todos los que la conocen destacan sobretodo su discreción y elegancia. Hija de una familia acomodada de Mallorca, sus padres fueron propietarios del entonces emblemático hotel Villamil de Calviá. Se comprometió muy joven con un ingeniero malagueño llamado Juan Mena al que conoció en la ciudad andaluza. Se casaron enseguida y él se trasladó a Palma donde comenzó a trabajar en la empresa de cementos que dirigía su suegro. Tres años después, empezaron los problemas y decidieron divorciarse. Hay quien asegura que conoció a don Juan Carlos antes de su separación, sin embargo, otros amigos lo niegan. Sea como fuere, su ex marido, ya fallecido, se volvió casar con una ginecóloga con la que formó una feliz familia. Marta y Juan nunca tuvieron hijos.
Por el hotel de su familia pasaron muchos nombres y apellidos conocidos lo que le permitió entablar relaciones con un amplio grupo de gente de Madrid que escogían Palma como refugio de vacaciones; también el que decidiera trabajar como relaciones públicas, cuando se separó de su marido, en la discoteca del Club Náutico de Palma, meeting point de la flor y nata mallorquina, donde se citaba el todo Madrid que veraneaba en Palma. Habla inglés y algo de francés.
Y entonces llegó él
Cuando conoció a don Juan Carlos, su vida cambió en muchos aspectos. Vivía en Palma, como siempre, pero comenzó a viajar a Francia y a Suiza. Al principio, su familia, sus padres, su hermana y su hermano, no sabían nada, pero a medida que la relación fue afianzándose -todo lo que las particulares circunstancias permitían- se acostumbraron a vivir con el secreto de su hija y hermana. Enamorada de su isla, siempre le ha gustado el mar y también navegar.
En aquella época en la que se veía con el monarca, reunía a menudo a sus amigos en su barco. “Era el mejor plan de todos. Era precioso, de unos 18 metros de eslora”, según cuenta un amigo de hace años. Ella también navegó en el Fortuna. El Rey la invitó sin saber, o quizá sabiendo, que hubo quienes los vieron juntos a bordo del magnífico yate en el que cada verano se fotografiaba a la Familia Real.
Buena conversadora y de una calma infinita en su manera de ser, cuentan que es mujer de carácter y muy independiente. Siempre que viajaba a Madrid, cuenta una conocida de entonces, iba con su grupo de amigos a Pachá y subían a la zona reservada El Cielo.“Ella era consciente de con quién estaba y cómo era el hombre del que se había enamorado. Nunca quiso más, nunca pidió más. Su relación fue de verdad, seria; de muchos años y nunca quiso hijos. La maternidad no estaba entre sus prioridades, ni siquiera en su proyecto de vida”, según detalla a Look una fuente que prefiere mantener el anonimato.
En Palma se veían en casa de amigos, no salían pero en París, sí. Allí era más fácil. Solían quedarse en casa de José Luis y Sylliane de Vilallonga donde siempre tenían su habitación preparada. Gstaad ( Suiza) era otro de los lugares para encontrarse. “Si Marta fue feliz de verdad, solo lo puede confirmar ella. Desde luego lo parecía”. Ahora, bien, si hay algo en lo que los amigos coinciden es que Gayá nunca hablaba de él “Era una cuestión de respeto que entendíamos perfectamente. Hay cosas que nunca se deben preguntar”.
Aunque pareciera lo contrario, continua esta persona que la conoce bien, “todo era mucho más normal de lo que se pueda pensar”. El monarca mantenía buena relación con los hermanos de Marta. Su cuñado es, además, un urólogo eminente en Palma y atendió personalmente a don Juan Carlos. Hay quien señala también la buena relación de la Serenísima con algunos hijos de doña Pilar de Borbón: “Sí, se llevaban bien y los vimos juntos alguna vez en Palma. Pero de esto hace ya mucho tiempo”.
El final de una relación
La historia se acabó como empezó la suya cuando él la conoció. Don Juan Carlos se interesó por otra mujer que no era la suya, y según un testimonio que no duda un ápice en confirmarlo, “no fue por Corinna». Ella llegó después. Primero fue con la mujer de un buen amigo. La serenísima perdió su calma y todo acabó, pero, tras el disgusto inicial, ha mantenido una buena amistad con el Rey. Se respetan y se quieren
Hoy, Marta Gayá es una señora de 73 años. Sigue llevando una vida tranquila. Pasa los meses de invierno en Gstaad y el resto en Palma. Se cuida mucho, sigue navegando y sobretodo disfruta lo que puede de la compañía de sus amigos. El Rey Juan Carlos es uno de ellos.