María Teresa Mestre, la cubana que se convirtió en gran duquesa de Luxemburgo
María Teresa Mestre conoció al entonces heredero en la universidad
Su suegra nunca la vio con buenos ojos y la polémica la ha rodeado en los últimos años.
El gran duque Enrique de Luxemburgo sorprendió la pasada semana cuando anunció su intención de que, a partir del mes de octubre, su hijo mayor, el príncipe Guillermo, asuma el papel de lugarteniente representante. Una decisión que implica, en cierta medida, el camino a una futura abdicación, tal como ocurrió en las generaciones anteriores de jefes de Estado de Luxemburgo, aunque, de momento, no se tiene constancia de cuándo podría producirse este relevo.
La decisión del gran duque Enrique de Luxemburgo no afecta únicamente al príncipe Guillermo, que pronto tendrá un papel más importante, sino también a su esposa, la princesa Estefanía, que asumirá un rol más significativo. Enrique dará un paso atrás para dejar brillar a las nuevas generaciones y, junto a él, lo hará también su esposa, la gran duquesa María Teresa, una figura de gran trascendencia a la par que controvertida.
Enrique y María Teresa de Luxemburgo, juntos. (Foto: Gtres)
María Teresa, una cubana en Luxemburgo
Si la historia sigue su curso como ha hecho en las últimas generaciones, más pronto que tarde, María Teresa dejará de ser gran duquesa para ceder el paso a Estefanía. La esposa de Enrique de Luxemburgo tiene una historia singular y, a pesar de que está plenamente asentada en el pequeño país, sus orígenes vienen de muy lejos.
Nacida en Marianao, La Habana, en marzo de 1956, la cubana nunca pensó en convertirse en gran duquesa de Luxemburgo. De hecho, cuando Enrique anunció que quería casarse con ella, a quien conoció mientras estudiaba en la Universidad de Ginebra, se produjo una fuerte crisis en palacio, ya que no se contemplaba la posibilidad de que una plebeya acabara siendo duquesa consorte, con todo lo que ello implicaba.
Enrique y María Teresa de Luxemburgo, juntos. (Foto: Gtres)
La familia de Enrique no veía con buenos ojos a María Teresa, a la que se refería, de manera despectiva como la ‘petit cubana’. Es más, mantuvo una guerra abierta con su suegra hasta el final de sus días. De eso habló, por ejemplo, en unas declaraciones a Univisión, en las que dijo que, al principio, la madre de su marido fue muy cordial con ella, pero luego las cosas cambiaron.
Un matrimonio morganático no era una opción para el futuro gran duque, a pesar de que en la familia de los Mestre había lazos aristocráticos. De hecho, la gran duquesa tiene orígenes españoles, ya que su madre era hija de Agustín Batista y González de Mendoza, presidente del Consejo de Administración de la Trust Company of Cuba, y María Teresa Falla Bonet, hija del millonario magnate cántabro Laureano Falla y Gutiérrez.
Falla y Gutiérrez no es el único antepasado español de María Teresa, sino que, antes de él, José Antonio Mestre Roig fue el encargado de amasar la gran fortuna familiar. Nacido en 1787 en Sitges, de la misma manera que otros de su generación, decidió emigrar a Cuba en busca de oportunidades.
Los grandes duques, juntos cuando eran jóvenes. (Foto: Gtres)
El escándalo Waringo
A pesar de que con su carácter consiguió ganarse el cariño de los luxemburgueses, en el año 2019, el nombre de María Teresa se vio salpicado por una fuerte polémica. El Gobierno de Luxemburgo encargó una investigación sobre el papel de la Familia Real y, en especial, centrado en la gran duquesa. Un informe que puso en el foco la presunta actitud altiva y despótica de María Teresa con los empleados de la corte, algunos de los cuales, dejaron sus puestos porque sufrían ansiedad y trato poco adecuado por parte de la esposa del gran duque. El informe recibió el nombre de Waringo, porque fue el ex director de la Inspección General de Finanzas, Jeannot Waringo, quien se encargó de llevarlo a cabo.
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A consecuencia de este informe, el papel de la gran duquesa se vio muy limitado. El entonces primer ministro anunció una reforma constitucional para modernizar la monarquía que, según comentó, debía adaptarse al presente, sin que ello significara que dejase de ser la mejor forma de Estado. El papel de la gran duquesa quedaba completamente limitado y se le quitaban todas las opciones de tomar decisiones relacionadas con la Corte.
La gran duquesa no se pronunció directamente sobre este polémico tema, pero sí que hizo unas declaraciones a la cadena Univisión en las que habló sobre la difícil relación con su suegra y también comentó que, tras la decisión del Ejecutivo, ahora podría dedicarse a otras cuestiones a nivel personal.