La madre de Iñaki, la otra víctima del caso Nóos: así fue su primera entrevista en televisión
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“Si mi padre estuviera vivo, quemaría Zarzuela”, dice Pilar Eyre que exclamó Ana Urdangarin, hermana de Iñaki, cuando la situación judicial del exdeportista le conducía irremediablemente a prisión. Aunque fue este martes cuando el Tribunal Supremo confirmó que el marido de la infanta Cristina tenía cinco días para ingresar en un centro penitenciario, lo cierto es que el destino del exduque lleva tiempo escrito y este nunca ha sido halagüeño. Los Urdangarin llevan años sufriendo el procedimiento judicial que ha condenado a Iñaki a cinco años y diez meses de prisión y desde que este comenzó tienen claro quién es el culpable. Si Iñaki no hubiera emparentado con la Familia Real nunca se hubieran visto en esta difícil tesitura. Una comprometidísima situación que, en 1997, cuando se hizo público el compromiso entre la infanta de España y un jugador de balonmano, se antojaba impensable. Entonces todo eran elogios ante una familia “agradable y normal”. LOOK rescata, veinte años después de su emisión, unas imágenes de un gran valor informativo. Las imágenes de una familia vasca que un día se ve emparentada con los Reyes de España y, ajenos a lo que estaba por llegar, alaban la humildad de su hijo y hermano y la sencillez de Cristina de Borbón.
“Sé que van a llevar una vida normal. Los dos son muy independientes y van a ser una pareja como cualquier otra. Yo les aconsejo que lleven la misma vida que llevan ahora con los amigos, el deporte… Que no cambien, vamos. De todas formas, creo que van a tener los pies en el suelo”, decía Claire Liebaert, madre de Iñaki Urdangarin, en la que era su primera entrevista ante una cámara. Solo un día antes España entera conocía la noticia del compromiso entre la infanta Cristina y un atractivo jugador de balonmano y, si durante los días previos a este anuncio la familia Urdangarin había respondido con evasivas ante la insistencia de la prensa, con la noticia de la boda, ya no había escapatoria y, amablemente, accedieron a responder a esas preguntas que todo el mundo se hacía. “Llevamos un mes con mucha tensión y sin poder decir lo que queríamos decir, entonces estábamos mal. No estamos acostumbrados a todo esto porque tenemos una vida muy normal y la verdad es que nos ha costado un poco, pero bueno, esperamos que a partir de ahora todo sea más tranquilo”, respondía la madre de Iñaki visiblemente incómoda por el sol de justicia que brillaba ese día en Vitoria y porque responder las preguntas de un periodista era algo completamente nuevo para ella. Lo hacía por él. Por su hijo. Por su ojito derecho.
Sobre la infanta, poco que explicar. Solo que era una chica “estupenda, normal, discreta y muy agradable”. Si se podían esquivar las referencias a la Familia Real, mejor. El temor a una expresión inadecuada era un hecho.
Aquella entrevista, fechada el 1 de mayo de 1997, horas después del anuncio oficial del compromiso entre Iñaki Urdangarin y Cristina de Borbón, fue la primera concesión de los Urdangarin para salvaguardar la imagen del deportista. Renunciaron a parte de su privacidad, siempre fueron atentos con la prensa y demostraron que el amor por Iñaki estaba muy por encima de los inconvenientes de emparentar con una familia real. Por él se sentaron delante de una cámara de televisión para hacer hincapié en que ellos solo eran una familia normal poco acostumbrada a los micrófonos. Sin embargo, poco a poco fueron acomodándose a la situación -otra vez por su hijo- y lo cierto es que el gran cariño que cada día recibía el deportista por parte de los españoles favoreció esa adaptación. Cierta ternura despierta ver hoy las imágenes del padre de Iñaki impresionado por lo mucho que habían ovacionado a su hijo en el Paseo de Gràcia el día de su boda. Murió en 2012 con su hijo imputado y consciente de que solo un milagro podría salvarle de acabar en prisión.
Desde su funeral pocas imágenes han trascendido de los Urdangarin. Todos ellos han huido de cualquier exposición mediática y muestran su férreo apoyo al exduque desde la sombra. A diferencia de aquel 1997 ahora no tienen de qué presumir. Iñaki lo sabe y por eso valora que durante todo este tiempo su familia no se haya movido de su lado -a diferencia de la de Cristina-. Concretamente, su madre, Claire Liebaert, ha sido su principal apoyo. Lo fue en esos años de vino y rosas, pero también en los últimos tiempos, cuando de vitorearle “guapo, guapo” pasaron a llamarle “chorizo”. Por eso, ahora la figura de Claire es hoy uno de los principales motivos de preocupación del exduque. Que su madre tenga que visitarle en prisión es algo que nunca imaginó, algo que sabe que partirá el corazón de su progenitora. Por ella y por su mujer elegirá el centro penitenciario en el que ingresar. Ellas son la clave de su decisión más esperada.