Letizia se hunde en su peor momento de popularidad: lo que la "crisis de reinas" se ha cargado de un plumazo
Decía Inma Aguilar, íntima amiga de doña Letizia, que la Reina estaba desolada. No era para menos. Veinte segundos de vídeo habían arrancado de la ciudadanía las críticas más feroces hacia su persona. De la sobreprotección hacia sus hijas a su mala educación. Las valoraciones hacia la consorte eran de lo más variopintas, pero también unánimes: Letizia se había equivocado y la reina Sofía no se merecía el trato recibido esa aciaga mañana de Domingo de Resurrección.
Esa desolación de la que hablaba Aguilar -erigida como espontánea portavoz de la Reina- responde al sentimiento albergado por Letizia al comprender la dimensión que estaba tomando su feo gesto. La revista ‘¡Hola!’ asegura esta semana que su popularidad está bajo mínimos y lo logrado en 14 años dentro de la institución se ha echado a perder. El vídeo de su rifirrafe con la reina Sofía, el miembro mejor valorado de la monarquía española, ha dado la vuelta al mundo y la ‘caída a los infiernos’ de Letizia es un hecho.
Es cierto que el aumento de su popularidad no se granjeó gracias, precisamente, a méritos propios, sino más bien por los pocos méritos que hicieron los miembros de la familia del Rey con los que comparte sondeo en las encuestas. Nóos, Botsuana, Corinna… habían debilitado la institución hasta límites insospechados y fue en su punto más álgido de esa decadencia donde Letizia resurgió como un ave Fénix alcanzando cotas de popularidad más altas que las del rey Juan Carlos. En 2015 llegó a un nivel de aceptación solo propio de los mejores momentos de los ahora eméritos y en 2017 ya superó con creces a su suegro quedándose a solo 10 puntos de doña Sofía.
En 2015 Letizia cumplía su primer año como reina consorte y las valoraciones no podían ser más positivas. Don Juan Carlos había dado paso en 2014 a una nueva monarquía capaz de salvar a una institución tan maltrecha como su cadera (que le gusta decir a él). Su distanciamiento de los Urdangarin, la retirada del título de duquesa de Palma a Cristina de Borbón por parte de su marido y una nueva actitud cercana y natural llevaron a Letizia a ser una de las más queridas. Por encima de sus cuñadas y su suegro. Lo nunca visto. En 2015 la ‘crisis compi yogui’ aún no había asomado y entonces la tendencia solo era a subir. Hasta ahora.
Los peores momentos de Letizia
Cuenta José Apezarena en su libro ‘Felipe y Letizia. La conquista del trono’ que en 2013, con la institución rozando mínimo de popularidad, se marcó una hoja de ruta a la entonces Princesa de Asturias para ensalzar su figura y convertirla en una mujer querida por los españoles, al menos tan querida como luego lo fue en aquel maravilloso 2015. Entre las claves de esa hoja de ruta estaba apostar por su naturalidad, evitar la sobreprotección de las infantas y veranear en las residencias oficiales de la Familia Real (Baqueira y Marivent). Letizia respetó esta y otras claves a medias, pero lo cierto es que la estrategia funcionó.
Ella era la única que parecía remar a favor de una institución que su familia política parecía empeñada en destruir. En 2011 la monarquía suspende por primera vez en las encuestas y en 2013 la situación es tan insostenible que desde Zarzuela se encargan encuestas internas cada 15 días para mantener controlada la situación. Botsuana hizo caer a don Juan Carlos 30 puntos y la caída ya era libre. Solo Letizia brillaba entre tanta oscuridad.
Eran los mejores tiempos para esa periodista que entró en la institución con mal pie. Su “déjame terminar” y su aire distante y frío la convirtieron en el miembro peor valorado. Una dura travesía por el desierto la de Letizia hasta llegar a esos datos de 2015. Datos que hoy la llamada “crisis de las Reinas” se ha cargado de un plumazo. A Letizia su feo gesto con su suegra y ese manotazo de Leonor le han salido caros. Toca volver a empezar.