Familia Real Española

´My Kid´visita a Iñaki

La infanta Cristina no puede vivir sin su marido

Cristina de Borbón y Grecia, Infanta de España, hija de Rey, hermana de Rey. Casada, 4 hijos. Privilegiada. Élite. El primer domingo de ingreso visitaba a su marido, Iñaki Urdangarin, aquel jugador de balonmano del que se enamoró locamente y con quien tuvo 4 hijos, en la cárcel abulense donde cumple condena de 5 años y 10 meses por su implicación en el caso Nóos. ‘My Kid’ no pudo esperar un minuto más. ‘Nos han engañado’, dijo desde el principio, la que fue vocal del Instituto Nóos hasta que la ´cesaron’ desde la Casa tras la intervención dirigida de Jose Manuel Romero, Conde de Fontao y asesor del rey Juan Carlos. El fin de semana previo al ingreso me contaban que Cristina es pura tristeza, introspección. Hace esfuerzos por continuar con sus hijos, pero ´No puede vivir sin él, tiene un enganche emocional brutal. Va a ir a verlo cien por cien’. Así lo comenté en El Programa de Ana Rosa. Lo tienen todo muy bien planificado y la consigna principal: evitar la foto a toda costa.

Hicieron y harán todo lo imposible para que la infanta no sea fotografiada en un contexto penitenciario. Eso, no. Cristina no podría soportar que la viéramos entrando en la cárcel cuando vaya a ver a Iñaki, me confiesan desde muy cerca del círculo que la protege. Es una mezcla de desolación y rabia. Van a prestarle toda la ayuda posible, continúa mi fuente. El digital Informalia siguió su rastro y adelantó este martes que tomó el vuelo de regreso a Ginebra el pasado lunes 25 de junio tras la primera visita secreta, relámpago y privilegiada. El País confirmaba su presencia en la cárcel, posteriormente, cuando Instituciones Penitenciarias por fin lo hizo, tres días después.

La infanta y toda la Casa en pleno se han movido entre ‘’La Justicia es igual para todos’ de don Juan Carlos en aquel discurso de Navidad -con su hija y yerno ya imputados- y el privilegio, las prebendas, exenciones y beneficios de los que disfrutan por el hecho de ser vos quien sos. Ha habido condena para ambos: Cristina, como participe a título lucrativo de los delitos cometidos por su marido, y Urdangarin por un buen ramillete delictivo que le ha llevado derecho a prisión; derecho, escoltado con nocturnidad y alevosía. Aquella imagen, ojos azules helados y rostro desencajado, llegando al aeropuerto de Madrid rumbo a Brieva será la última que veamos en mucho tiempo.

Iñaki Urdangarin en el aeropuerto de Madrid horas antes de entrar en prisión / Gtres

El exduque ingresó entero de ánimo -por ahora- y con una estrategia y plan penitenciario muy estudiado junto a la persona con la que más horas ha pasado en los últimos 7 años, su amiabogado, Mario Pascual. En el momento que puso un pie en el penal de Brieva el día que se cumplía el límite fijado por la Audiencia Provincial de Palma, Iñaki ya esperaba a su Kid. Se despidieron un domingo y quedaron para el siguiente. Cristina no puede vivir sin él y su relación pasa ahora por verse todo lo que puedan. Con él hasta el final, mucho más que en la salud y en la enfermedad o en la riqueza y en la pobreza. Incondicional pese a Ellos. Que fuera el primer domingo era más que probable. Las comunicaciones son un derecho del interno, pero no había información de cuando ni confirmación de ninguna clase. Se trataba de cubrir la cárcel, observar y esperar.

La falta de información, la no confirmación de nada era caldo de cultivo perfecto para que su plan funcionara. Nadie tiene que verlos entrar en prisión, ni mucho menos a ella, que es una Infanta de España. ¡Faltaría! Para eso hay presupuesto, medidas especiales, seguridad excepcional, servicio de escolta y el director de la cárcel cumpliendo órdenes, me aseguran. Así fue. No entró caminando, no. En coche y hasta la mismísima entrada al centro. No había nadie, pero por si acaso. ‘Se ha decretado la ley del silencio’, me confirma un funcionario que trabaja en Brieva. ‘Hay órdenes y me atrevería a decir que algo de miedo’. ¿Privilegios para quién, para la mujer de un preso o para la hermana del Rey? Fue el propio Felipe VI quien le retiró el título de duquesa de Palma de Mallorca hace tres años. Fue una decisión tajante, de castigo, sin vuelta atrás. Ella se ofendió; el Rey, llevaba ofendido toda la instrucción. Pero a doña Cristina aún le quedaba su arma más poderosa: sus derechos dinásticos. De esos derechos, estos privilegios. Está sola, pero no tanto. Sus privilegios la acompañan.

Exterior de la cárcel de Brieva / Gtres

Urdangarin quería hacer algo por sí solo, no limitarse a ser marido de; no quería ser florero, pero rompió el jarrón y el agua se derramó hasta Brieva. S.A.R My Kid acude ahora a recoger como puede esa agua derramada. Eso sí, entró en coche hasta el interior del recinto, justo a la hora en la que se habían cortado las comunicaciones con los otros presos y familiares, esto es, las visitas. Ya no había nadie. Ahora, cuando nadie me ve, y los funcionarios a su servicio. No, no por nada; entró sola, en un módulo en el que sólo está ingresado su marido. Los otros se habían marchado todos, también los periodistas, cámaras, fotógrafos y redactores que con paciencia infinita esperaron durante toda la jornada en la entrada para captar esa actualidad que quieren ocultar, la foto. Por una puerta lateral, más próxima al módulo de hombres en el que su marido cumple condena, pisó Cristina el suelo que la igualó a escondidas, protegida y ¿regia? – pese a todo- al resto de familiares que minutos antes habían hecho lo mismo que ella. Ella frente a él. Me dicen que les dio fuerzas. Una semana menos y no hay foto. ¡Bien! Volverá, según me aseguran, y también irá alguno de sus hijos. Está todo previsto.

Que ha sufrido y sufre mucho, no lo dudo. Ha sido un ´martirio´, como dijo alguien en la Casa. Ella salió absuelta, al menos del delito penal que se le imputaba como cooperadora necesaria. Pero Cristina se benefició de los 6 millones malversados a las arcas públicas por su marido y su socio Torres. Los Urdangarin-Borbón, señora de la casa incluida, pagaron gastos personales y familiares con ese dinerito rico; celebraron cumpleaños, bailaron salsa, compraron algún cotizado cuadro, viajaron de safari, cumpleaños a todo tren… un no parar. Por eso ha sido condenada como partícipe a título lucrativo en el caso Nóos. El Tribunal Supremo fijaba recientemente la multa en poco más de 130.000 euros, en sentencia firme, pero ella ya pagó. La hermana del Rey consignó ‘ad cautelam’, hace cuatro años en el juzgado número 3 de Palma de Mallorca para cubrir la posible responsabilidad civil, y fue mucho más, exactamente 587.413,58 euros que entonces solicitaba la Fiscalía. El Supremo ha rebajado la cantidad al entender que no es responsable de los delitos fiscales que su marido cometió contra la Hacienda pública y le sale a devolver. Una suerte, más de 400.000 euros.

Qué gran verdad es la de que el dinero no puede comprarlo todo. Quien lo maneja en exceso suele olvidarlo. Luego llega la cruda realidad, democrática ella, y les golpea. No me cabe mucha duda sobre el supuesto desconocimiento esgrimido por la infanta como máxima defensa. Hay cosas que no se pueden ignorar. Ni se puede ni se debe. Nobleza obliga. Ser licenciada en Ciencias Políticas, con buen sueldo durante muchos años de Casa Real – que, como Hacienda, ‘Somos Todos’, los que pagamos, me refiero y no es un eslogan publicitario – y ocupar un cargo de responsabilidad como directora del Área Internacional en una entidad bancaria como La Caixa, que lleva a gala su obra social y la optimización de recursos en pro de los menos favorecidos, también obliga.

Las primeras imágenes de la infanta Cristina tras la entrada en prisión de Urdangarin eran demoledoras / Gtres

Quizá esa ignorancia esgrimida se le ha vuelto en contra ahora de manera irremediable. Ahora es tarde. ´My Kid’ ya no puede hacer nada, ni advertir de nada, ni consultar, ni asesorarse en la Casa. Hablar con algún secretario, abogado, jefe de la Casa; no sé, con cualquiera de ellos. ¿Qué hubiera pasado si la infanta se hubiese negado, si le hubiera dicho a Iñaki que, por ahí, no; que no podían embarcarse en un casoplón como el de Elisenda de Pinós? ¿Qué, si se hubiera opuesto a que su nombre apareciera en el folleto publicitario de Nóos y el de su secretario (de la Casa), o no hubiera aceptado ser vocal del Consejo de Administración del famoso instituto, factoría de los delitos descubiertos a posteriori?

El amor es ciego, sí, pero dice el chiste que los vecinos, no. Pues el vecindario de España se enteró de que animó a su marido a no ser florero; se puso su camiseta y entendió su ambición. Y comenzó la influencia y el tráfico de esta, delito por el que finalmente ha sido condenado. Ser yerno del rey Juan Carlos mola mucho y eso influye. Comprar la mansión de Pedralbes, cómodamente, con 1,2 millones de euros prestados-donados por papá rey Juan Carlos y unas fabulosas condiciones con esplendida carencia por parte de La Caixa, que para eso ella trabaja en la entidad, también mola. ¿O realmente, como declaró Iñaki ante la Audiencia de Palma durante el juicio, no daban ‘ni un paso’ sin consultar con la Casa?

No siempre se puede captar la imagen, pero la realidad de Iñaki y Cristina es ya una foto para la Historia, privilegios incluidos.

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