Ausencias, glamour y reencuentros: los Grimaldi disfrutan del concierto de la Cruz Roja
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Ha sido un caño complicado debido a la crisis del coronavirus, pero poco a poco va llegando esa normalidad tan deseada. Las restricciones y el calendario de vacunación van haciendo su efecto. Tanto es así, que este viernes se Mónaco se ha vestido de gala para acoger el concierto de la Cruz Roja. Un evento al que estaban citados los miembros de la Familia Real monegasca. El brillo y el glamour volvieron a ser los grandes protagonistas de una jornada que también estuvo marcada por grandes ausencias. Charlene de Mónaco. La mujer de Alberto de Mónaco no pudo formar parte de la fiesta, ya que se encuentra desde hace algunas semanas en Sudáfrica debido a una infección severa en la nariz, los oídos y la garganta. Motivo por el que ha tenido que ser operada y por el que no ha regresado al Principado. Tampoco estuvieron Dimitri Rassam, marido de Carlota Casiraghi, Alejandra de Hannover, Estefanía de Mónaco y sus hijos, Pauline Ducruet, Louis Ducruet y Camille Gottlieb.
Sí permitió un reencuentro público entre Alberto, la princesa Carolina, Carlota, Andrea y Pierre Casiraghi, estos últimos acompañados de sus mujeres, Tatiana Santo Domingo y Beatrice Borromeo. También estuvieron presentes en la ceremonia Gareth Wittstock, hermano de la princesa Charlene y su esposa, Roisin Galvin. Pese a estas ausencias, la noche fue según lo previsto y debido a la actual situación, la cita solidaria se realizó en un concierto al aire libre, teniendo a Jamie Cullum -que ha interpretado las canciones principales de películas como ‘Bridget Jones’, ‘Gran Torino’ o ‘La vida sin Grace’-como cantante principal de la velada.
Una vez los Grimaldi posaron ante los medios de comunicación, ejerciendo de perfectos anfitriones, recibieron a los asistentes, que pagaron entre 200 y 800 euros por poder asistir al evento que se celebró en la terraza del icónico Café París de Montecarlo. Después de todo esto, se dirigieron a la Plaza del Casino, lugar que no había acogido ningún gran evento desde que se desató la crisis del coronavirus. Allí pudieron disfrutar de un delicioso cóctel y del concierto. Para evitar aglomeraciones, se dividieron en dos zonas, por un lado, mesas redondas para aproximadamente 7 personas adornadas con flores rojas y blancas, y en la otra, había colocadas unas filas de sillas para que los invitados pudieran ver la actuación.
Además de disfrutar del artista británico, el soberano la Familia Real de Mónaco, pudo conocer algunas obras de arte que adornaban la ceremonia. Estaban firmadas por artistas como Laurence Jenkell y Nick Danzinger. Una vez terminó la jornada, el cielo de Mónaco se iluminó gracias a los fuegos artificiales que pusieron el broche final a una cita de lo más esperada.