Los detalles que pasaron inadvertidos en el mensaje de la reina Isabel
La reina Isabel se dirigió a los británicos desde el Castillo de Windsor en una insólita alocución por la crisis del coronavirus que asola al mundo entero
Un mensaje insólito y a la vez muy esperado. La reina Isabel por fin se dirigía a los británicos en una de las circunstancias más complicadas que han afectado no solo al Reino Unido, sino también al mundo entero: la expansión del coronavirus. A pesar de que hacía apenas una semana que Isabel II había recurrido a las redes sociales para emitir un comunicado en el que agradecía la labor de los sanitarios y reforzaba su compromiso con la Nación. Un texto que todos los perfiles oficiales de miembros del clan Windsor -incluidos los Sussex antes de su marcha- habían compartido. Pocos días después, era el príncipe Carlos, ya recuperado del virus, quien se dirigía a los ciudadanos desde su residencia escocesa, Birkhall y resaltaba de nuevo el agradecimiento a los profesionales sanitarios así como el valor de los británicos para permanecer unidos ante una situación crítica y fuera de la normalidad.
La soberana ha escogido el Castillo de Windsor, residencia en la que suele pasar un tiempo en estas fechas, para refugiarse de la pandemia junto al príncipe Felipe. Una elección que, por otro lado, no resulta casual. Fue precisamente allí donde Isabel y su hermana la princesa Margarita pasaron largas jornadas mientras sus padres permanecían en Londres durante la Segunda Guerra Mundial. Un lugar lleno de recuerdos para la Reina, que no se ha olvidado de su hermana en su mensaje, ya que fue junto a ella con quien dirigió una breve alocución a los niños que escuchaban el programa “The Children’s Hour” y que en esos momentos se encontraban separados de sus padres, de la misma manera que ellas.
Her Majesty The Queen addresses the UK and the Commonwealth in a special broadcast recorded at Windsor Castle. pic.twitter.com/HjO1uiV1Tm
— The Royal Family (@RoyalFamily) April 5, 2020
Nada en su mensaje ha sido casual: ni el escenario, ni el vestuario, ni el texto ni siquiera las joyas por las que se ha decantado la monarca. El White Drawing Room de Windsor es lo suficientemente amplio como para que se respete la distancia de seguridad entre el cámara que se ha encargado de la grabación del discurso y la Reina, que ha permanecido sentada junto a una mesa en la que no había imágenes, a diferencia de lo que ocurre en sus mensajes de Navidad, en los que siempre suele acompañarse de fotografías familiares. Solo una pequeña cajita de plata y unas flores, en clara alusión al renacer del Reino Unido tras la crisis, que ha sido una de las líneas esenciales del mensaje.
De la misma manera que las flores anuncian un futuro de prosperidad, el color del vestido de la soberana iba en esa misma línea. Su Majestad ha apostado por el verde esperanza, un color neutro que llama a no perder la fe en momentos tan difíciles y que además es una alusión a uno de los tonos que más se ve en los hospitales.
No han faltado los guiños a su familia, pero mirando al pasado en lugar al futuro. La Reina hay hecho lo mismo que hizo en su día Jorge VI en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, que no dudó en advertir a los ciudadanos de que se avecinaban tiempos complicados y que debían mantener el espíritu británico fuerte para que las generaciones futuras se sintieran orgullosas. Esto mismo ha dicho Isabel II, consciente de que “volveremos a vernos”, en referencia al popular tema Dama Vera Lynn que tanto éxito cosechó en los años cuarenta.
Aunque lo que más atención ha llamado en cuanto a joyas ha sido el impresionante broche de brillantes y turquesa que perteneció a la reina Mary, a quien la Reina estaba muy unida y que además vivió las dos guerras mundiales, la Reina ha querido hacer un guiño a su marido, y ha lucido su anillo de compromiso, que tiene una emotiva historia detrás, ya que fue elaborado gracias a piezas de Alicia de Battenberg, conocida por su labor humanitaria, tan importante en estos difíciles momentos. Como suele ser habitual en estos casos, Isabel II ha apostado por la sobriedad y el resto de complementos han sido perlas, un collar de tres vueltas y unos sencillos pendientes.