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Han pasado ya varios años desde que el príncipe Enrique y Meghan Markle no forman parte de la Familia Real británica, dejando así inhabilitado su rol real. Motivo por el que quisieron empezar de cero en Estados Unidos, concretamente en Los Ángeles, donde viven en la exclusiva urbanización de Montecito junto a sus dos hijos, Archie y Lilibet Diana. Este movimiento, como era de esperar y tirando de antecedentes históricos no gustó nada a la Corona, siempre discreta y evitando cualquier tipo de rumor y polémica. Sin embargo, fue inevitable y, desde entonces, la tensión entre todos ellos es una constante.
Mientras en Londres, tanto el rey Carlos III como los actuales príncipes de Gales continúan con sus quehaceres marcados en sus respectivas agendas, al otro lado del charco, el hijo menor del monarca sigue inmerso en sus diferentes proyectos, uno de ellos la preparación de los Invictus Games. Unos juegos internacionales creados por el propio duque de Sussex en 2014, cuya inauguración tuvo lugar en el Parque Olímpico de Londres. Debido a las tensiones existentes entre Carlos III y el Príncipe, Jill Biden tomó una importante decisión el pasado año, tal y como detalla The Mirror. La primera dama no formó parte de la edición pasada porque podría haber perjudicado al Palacio.
Se ha afirmado que el príncipe Enrique y Meghan Markle han estado «intentando ganar influencia política en Estados Unidos». Sin embargo, en el pasado, sí que contaron con la presencia de los Biden, concretamente, cuando se celebraron en Canadá en 2017. Este gesto podría significar que tanto el presidente de Estados Unidos como su esposa prefieren mantenerse al margen para seguir manteniendo sus buenas relaciones políticas.
No es la primera vez que Joe y Jill intentan buscar una postura neutral. Cuando murió la reina Isabel II, el pasado 8 de septiembre fueron varios los homenajes que se celebraron, pero no fue hasta el 19 de septiembre cuando se celebró el entierro al que acudieron numerosos miembros de diferentes casas reales, así como distintas personalidades y autoridades.
El príncipe Enrique y Meghan Markle fueron algunos de los asistentes al entierro que se celebró en la Abadía de Westminster. El citado medio cuenta que una vez terminada su estancia en el país donde se forjó su mediática historia de amor «querían volar de vuelta a Estados Unidos con el presidente Biden en el Air Force One», pero su petición fue denegada.
El matrimonio quería volar de regreso en el icónico avión, que es una aeronave de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos que transporta al presidente de los Estados Unidos, pero el duque y la duquesa no obtuvieron una respuesta positiva por parte de la Casa Blanca por temor a que pudiera dañar las relaciones con la Familia Real.