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El último ataque del grupo de ecologistas de la plataforma Just Stop Oil ha puesto el foco en las figura de cera del Rey Carlos III. Este lunes, dos activistas han irrumpido en el conocido Museo Madame Tussauds de Londres y han lanzado dos pasteles de chocolate contra la estatua del monarca, ubicada junto a la de su esposa, Camila, y las de los príncipes de Gales.
Un ataque que se suma a la serie de acciones que en los últimos tiempos se han llevado a cabo en distintos museos, como en Postdam contra un cuadro de Monet valorado en más de 100 millones de euros, en el Louvre contra la Gioconda o en la National Gallery de Londres, cuando dos personas tiraron sopa de tomate a Los girasoles de Van Gogh. No se ha especificado, por el momento, si la estatua, cuyo coste fue de más de 230.000 euros, ha sufrido importantes daños ya que, a diferencia de los cuadros, no contaba con ningún tipo de protección.
Con este gesto, los vándalos han pedido al Gobierno británico que detenga las nuevas licencias para la explotación de petróleo y gas, los combustibles fósiles que están impulsando el avance de la crisis climática. Más aún, los activistas han asegurado en un comunicado que esta acción es también una protesta por la decisión del monarca de no acudir a la Cumbre del Clima de Sharm el-Sheikh (COP27), que arrancará en apenas unas semanas. Una decisión que, según han apuntado algunas fuentes, tiene mucho que ver con su nuevo papel como monarca, que le ha ‘obligado’ a reestructurar su agenda, pero no su compromiso con diferentes causas, una de ellas, la defensa del planeta, heredada, por cierto, de su padre, el príncipe Felipe -al que muchos consideran uno de los primeros ecologistas-.
Al parecer, la decisión de no asistir a la Cumbre de Egipto se ha tomado de común acuerdo entre el gabinete de la ya ex Primera Ministra Liz Truss y el monarca. La legislación británica impide que el Rey participe en asuntos políticos y los viajes al extranjero se organizan con el asesoramiento del Gobierno. Como príncipe, estaba bien visto que actuara como defensor de las causas medioambientales, pero como Rey, se espera que se mantenga dentro de los parámetros constitucionales y no se implique en cuestiones que puedan tener un alcance político o económico.
Sin embargo, a pesar de su nuevo papel, no cabe dudar de la lucha del Rey contra el Cambio Climático, que ha quedado sobradamente demostrada a través de diferentes iniciativas a lo largo de los últimos años. En la década de 1970 ya abogó por una mayor protección del medio ambiente, algo que entonces no se tenía tanto en cuenta y, de hecho, se le criticó mucho.
En torno a 1980, reconvirtió Highgrove a la agricultura ecológica. Fundó la empresa Duchy Originals, a través de la cual produce productos orgánicos, según estrictos principios ecológicos. A esto hay que sumar que todos los ingresos van íntegramente a la Prince’s Charities Foundation, que apoya, entre otras cosas, proyectos en el ámbito del medio ambiente.