Así fueron los inicios de Mette Marit en la Casa Real Noruega
Los primeros años de la princesa en la familia real fueron complicados
Ahora se encuentra también en una etapa difícil por el escándalo que rodea a su hijo mayor
La casa real de Noruega está viviendo una de las etapas más complicadas de su historia, con unos índices de popularidad al mínimo a consecuencia de las polémicas. Los escándalos de la princesa Marta Luisa y el chamán, los problemas de salud del rey Harald -no exentos tampoco de controversia por algunas de sus decisiones- y, sobre todo, la situación del hijo mayor de Mette-Marit, han hecho mella en la imagen de la monarquía. Tanto que algunos sectores ven a la princesa Ingrid de Noruega como gran esperanza para una institución en la que todavía no se ha producido el relevo que hemos visto en los últimos años en países como España, Países Bajos, Bélgica o Dinamarca.
El rey Harald, a pesar de su delicado estado, se resiste a ceder el paso a un Haakon que cada vez ejerce más veces de regente pero que, aunque intenta que la monarquía esté al margen de los problemas del hijo de su esposa, no lo consigue. Para Haakon, Marius Borg es casi como un hijo. Se ha criado al lado de los suyos y le ha tratado durante toda su vida como tal, a pesar de que nunca ha contado con el estatus de royal. El joven, a punto de sentarse ante la Justicia y con muchas posibilidades de acabar en prisión, ha disfrutado de muchos privilegios a lo largo de su vida. No así de responsabilidades oficiales.
Marius entró a formar parte de la rutina habitual de la familia real a raíz del matrimonio entre Haakon y Mette-Marit. Un matrimonio que se produjo hace ya más de dos décadas y que fue uno de los primeros en la actual generación de la realeza entre un royal y una mujer corriente, además de con un pasado polémico y un hijo. Quizás ahora todos los que no aprobaron a Mette-Marit entonces y también los que sí que dieron su conformidad estén pensando en cómo la decisión del príncipe ha tenido un efecto devastador en el devenir de la Corona.
No es que Mette-Marit lo haya hecho mal estos años, de hecho, muchos admiran su resiliencia y sus constantes esfuerzos frente a la enfermedad que padece -fibrosis pulmonar- y que limita mucho su agenda. Sin embargo, los últimos acontecimientos relacionados con Marius son algo que pesa demasiado, sobre todo, por cómo lo ha gestionado internamente la familia.
Los primeros años de Mette-Marit como royal
La llegada de Mette-Marit a la familia real no fue, ni mucho menos, un camino de rosas. De hecho, su entrada en la institución tras la boda en 2001 generó un intenso debate público sobre su idoneidad para convertirse en reina llegado el momento. Todo debido a que era madre soltera y su vida anterior a la relación con el príncipe, marcada por constantes salidas nocturnas y amistades poco recomendables. Entre ellas, el padre de Marius, Morten Borg quien, aunque hoy lleva una vida tranquila y sosegada, también pasó por prisión. En su caso hasta en dos ocasiones por posesión, compra y venta de cocaína. Además, su historial incluye denuncias por actitudes violentas y conducción bajo los efectos del alcohol.
La relación entre Mette-Marit y el príncipe heredero comenzó de una manera poco convencional e inesperada, lo que acrecentó la controversia. La pareja se conoció en un concierto cuando Haakon tenía 22 años y ella 26. A pesar de que no tenían nada en común -aparentemente-, el hijo de los reyes quedó prendado con Mette-Marit, hasta el punto de que hizo oídos sordos a las críticas. El romance se fue consolidando y el compromiso se oficializó en el año 2000. Mette-Marit habló en la petición de mano de su pasado y desde entonces empezó a forjarse una nueva imagen. El día de la boda pidió disculpas por su pasado, en un gesto que generó tantas críticas como apoyos.
Los primeros años como miembro de la familia real no fueron sencillos. La princesa se encontraba bajo una presión constante, pero siempre contó con el apoyo incondicional de los reyes Harald y Sonia, cuya historia de amor tampoco estuvo exenta de controversia.
Ella misma ha hablado de cómo vivió esta primera etapa. «Los primeros diez años intenté ser como pensé que debería ser una princesa heredera», dijo en una entrevista en el año 2019, en la que reconoció que todavía sigue manteniendo un toque de rebeldía de su juventud. Algo que influye en la manera en la que desempeña su papel, de forma diferente a lo que muchos esperan. Hasta ahora no había habido quejas, pero la situación de su hijo mayor ha hecho que vuelva a abrirse un debate que con esfuerzo y dedicación había conseguido superar.