Casa Real

Los aristócratas a Felipe VI: "En diez años de reinado no ha creado ningún título nobiliario"

El monarca se cita la tarde de este jueves en el Palacio de El Pardo con una amplia representación de aristócratas

Su padre, el Rey Juan Carlos, creó 53 títulos. El último fue a parar a la académica Carmen Iglesias, preceptora de Felipe VI

  • Eduardo Verbo
  • Jefe de LOOK. Licenciado en Periodismo, se ha dedicado a los asuntos de la realeza y la aristocracia en El Mundo, Vanity Fair y ¡Hola!
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El Rey Felipe VI presidirá este jueves por la tarde en el Palacio de El Pardo de Madrid la asamblea anual de la Diputación Permanente y Consejo de la Grandeza de España y Títulos del Reino. Será un momento para rodearse con un reducido estrato de la sociedad que, en anteriores reinados, ejercieron un grandísimo poder en la Familia Real. Solo hay que recordar, sin ir más lejos, el caso de los duques de Lécera. Rosario de Agrela y Jaime Silva acompañaron al rey Alfonso XIII y a su mujer, la reina Victoria Eugenia de Battenberg, durante su exilio tras el triunfo de la II República el 14 de abril de 1931. Se decía que ella estaba enamorada de la monarca… ¡y que su marido también! Habladurías que contrastan con el poder que, sin duda, aglutinaron y ejercieron sobre la reina.

Un día, Alfonso XIII, cansado de ellos, echó un órdago a su mujer, ya instalados en Fontainebleau. “Los elijo a ellos y no quiero volver a ver tu fea cara”, contestó Ena. A partir de entonces, el matrimonio tomó caminos separados: ella se instaló en Lausana; el duque de Toledo, como el monarca se hacía llamar en sus expediciones oficiosas por el mundo, en el Gran Hotel de Roma, donde falleció en 1941. Los Lécera no terminaron sus días al lado de la reina, lo que llevó a la abuela del Rey emérito a recomendarle que, si algún día volvía a ocupar el trono de España, evitara tener una corte a toda costa. Juanito tomó nota y sustituyó a la nobleza española por un conglomerado de amistades peligrosas entre los que destacan príncipes georgianos, como Zourab Tchkotoua, o ex princesas danesas, como Corina Larsen.

María Cristina de Ulloa y Solís-Beaumont, decana de la Diputación de la Grandeza, y el Rey Felipe VI. / GTRES

La cita de hoy servirá para acercar posturas entre el viejo estamento y los representantes de una monarquía parlamentaria a la que han brotado nuevas muestras de modernidad. La reina Letizia se ha declarado “aconfesional”, como la Constitución de 1978, y, entre algunas modificaciones de los antiguos usos y costumbres de la Corona, ha promovido el cese de los plongeons en las recepciones oficiales, aunque algunas, como Esperanza Aguirre, se hayan declarado desertoras de esta norma no escrita de la esposa del rey. Pero, más allá de la mayor o menor pompa y boato con la que la familia Borbón se relacione, los nobles tienen una espinita clavada con el monarca.

¿Dónde están los nuevos nobles?

A lo largo de estos casi diez años de reinado, Su Majestad no ha hecho uso del artículo 62 F. de la Carta Magna, donde se le reconoce la potestad de «conceder honores y distinciones con arreglo a las leyes». «No sabemos por qué no lo ha hecho. Es una gracia que solo le corresponde a él. A lo largo de la historia, todos los monarcas han concedido títulos de nobleza. Solo hay uno que no, que yo recuerde. Se trata del Rey Luis I. Llamado «el Bien Amado» o «el Liberal», su reinado fue el más efímero de la historia, ya que falleció a los 229 días de ocupar el trono debido a la viruela», comenta en conversación con LOOK José Miguel de Mayoralgo y Lodo, conde de los Acevedos y asesor jurídico de la Diputación de la Grandeza, cuya decana es María Cristina de Ulloa, duquesa de Arcos.

Esperanza Aguirre, en un besamanos junto al Rey. / Gtres

El conde expresa su sorpresa ante el páramo nobiliario en los días de nuestro monarca. «Nos sorprende, porque su padre, Don Juan Carlos, concedió bastantes. 53 en total. El primero fue para la viuda de Franco, que la convirtió en duquesa de Franco y señora de Meirás. El último, dos semanas antes de abdicar, a la académica Carmen Iglesias, que fue preceptora de su hijo. Muchos eran hereditarios; otros fueron vitalicios, como el de marqués de Dalí de Púbol para Salvador Dalí, el marquesado de Crémenes para David Álvarez, de Eulen, o el condado de Alixares para el académico Emilio García Gómez. En él, al menos durante los últimos años, era curioso porque creaba como promociones de varios nuevos aristócratas. Y se acercó a profesiones como los deportistas o los escritores. Ahí están Vicente del Bosque, Camilo José Cela, el guitarrista Andrés Segovia… Es cierto que Alfonso XIII hizo condesa de Pardo Bazán a la famosa escritora, pero era más por su familia, que era muy rica», prosigue Don Miguel de Mayoralgo.

La infanta Cristina. / GTRES

En cambio, a pesar de que todavía no ha hecho valer su gracia para crear nuevos aristócratas, Felipe VI no ha dejado de hacer sus correspondientes funciones en materia nobiliaria: ha confirmado sucesiones de títulos y ha firmado rehabilitaciones de otros que dejaron de utilizarse. Su acción más controvertida fue cuando revocó el ducado de Palma a su hermana, la Infanta Cristina, tras su implicación en el caso Nóos. Ella y su ya ex marido, Iñaki Urdangarín, lo recibieron con motivo de su enlace.

Un pasaporte social

Aunque parezca lo contrario, hoy en día, un título nobiliario sigue siendo un salvoconducto para moverse en según qué círculos, lo que ha llevado a algunas familias a dejar de hablarse. «Suele ser importante porque forma parte de su historia, de su propia esencia. Cuando más pleitos se registraron fue en 2006, cuando durante el Gobierno de Zapatero, se promulgó la ley de igualdad del hombre y la mujer en el orden de sucesión. Puedo llegar a entender el enfrentamiento entre hermanos y hermanas, porque es como un patrimonio inmaterial de la familia», cuenta el conde de los Acevedos. Este aristócrata también está al tanto del negocio de los falsos títulos. “La vanidad es así. Hay que hacer caso de los que están legalmente reconocidos. Son más de 2.8000 y 400 Grandezas de España», finaliza José Miguel de Mayoralgo y Lodo.

Jaime Alfonsín, con la Familia Real. / Gtres

Ante el inminente encuentro del monarca con los nobles, la duda es: ¿ qué personalidades se merecen que el Rey estrene la facultad que le ofrece la Constitución? Tras su reciente salida como Jefe de la Casa de S. M. El Rey, algunas voces se han pronunciado sobre la idoneidad de Jaime Alfonsín, tras tantos años de servicio a Don Felipe, primero como príncipe de Asturias y, más tarde, como rey. Desde hace un tiempo, Pilar González de Gregorio, hija de la fallecida duquesa de Medina Sidonia, cuya casa ostenta el condado de Niebla, el título más antiguo de España, libra la batalla de que la baronesa Carmen Thyssen sea baronesa también por deseo de su propio Rey. Pilar propone que Don Felipe la corone como baronesa de Neptuno por haber llevado tanto arte a la plaza homónima de la capital. La nobleza, aunque a algunos no les haga ninguna gracia, puede ser muy divertida.

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