Alicia de Battenberg, la suegra de la Reina Isabel II que salvó a una familia del Holocausto
Cada 27 de enero se conmemora el aniversario de la liberación de Auschwitz-Birkenau
El 80º aniversario de la liberación de Auschwitz-Birkenau reunió a gran parte de la realeza europea en un acto en Polonia
Alicia de Battenberg, la que fuera suegra de la Reina Isabel II, fue una figura clave durante el Holocausto
Tal y como acaba de ocurrir en Polonia en el evento que ha reunido a gran parte de la realeza europea, cada 27 de enero se conmemora el 80º aniversario de la liberación del campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau II; un evento que marcó el fin de uno de los capítulos más oscuros de la historia. En este contexto de memoria y reflexión, cobra relevancia la figura de Alicia de Battenberg, madre del príncipe Felipe, duque de Edimburgo, y suegra de la Reina Isabel II de Inglaterra. Su historia, llena de sacrificios personales y valentía, incluye un acto de heroísmo que salvó la vida de una familia judía durante el Holocausto.
Nacida en 1885 en el castillo de Windsor, Alicia de Battenberg era bisnieta de la reina Victoria y creció en el seno de la aristocracia europea. Desde su nacimiento, enfrentó desafíos significativos, como la sordera congénita, que superó gracias a su determinación. Aprendió a leer los labios y dominó varios idiomas, lo que le permitió participar activamente en los círculos sociales y diplomáticos de la época. En 1903, se casó con el príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca, hijo del rey Jorge I de Grecia y hermano del rey Constantino I, a quien conoció en la coronación del rey Eduardo VII de Inglaterra en 1902. Juntos tuvieron cinco hijos, entre ellos el príncipe Felipe, futuro esposo de la Reina Isabel II.
A pesar de su origen noble, la vida de Alicia estuvo marcada por la tragedia y las adversidades. Durante las primeras décadas del siglo XX, las turbulencias políticas en Grecia llevaron a la familia real al exilio en repetidas ocasiones. En los años 1920, Alicia sufrió una crisis nerviosa y fue diagnosticada con esquizofrenia, siendo sometida a tratamientos que reflejaban las limitaciones médicas de la época, como las terapias psicoanalíticas de Sigmund Freud. Tras años de lucha, encontró consuelo en la religión, convirtiéndose al cristianismo ortodoxo y dedicándose a obras de caridad.
Fue a raíz de esto último y coincidiendo con la ocupación nazi de Grecia, entre 1941 y 1944, cuando Alicia realizó su acto más heroico. A pesar del peligro que representaba, escondió en su casa de Atenas a la familia Cohen, una familia judía perseguida por los nazis. Los Cohen, cuya vida estaba en constante riesgo, encontraron refugio gracias al coraje y la compasión de la princesa. Alicia utilizó su posición para engañar a los soldados nazis, quienes, desconfiados, la interrogaron en varias ocasiones. Con astucia, hizo uso de su sordera como excusa para evitar responder a preguntas comprometedoras.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Alicia continuó con su labor humanitaria y religiosa. En 1967, debido a la inestabilidad política en Grecia, se trasladó al Reino Unido, donde vivió con su hijo Felipe y la Reina Isabel II en el Palacio de Buckingham. Vestía habitualmente el hábito de monja y llevaba una vida austera, dedicada a la oración y la caridad. Falleció en 1969 a los 84 años, dejando un legado de valentía que perdura hasta hoy.