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La situación del Principado de Mónaco en los últimos tiempos es complicada. A pesar de que la princesa Charlene ya se encuentra de regreso y que ha participado en algunos compromisos, las polémicas en torno a su estado y la relación con el soberano no han dejado de sucederse. Se ha hablado de un acuerdo millonario entre la pareja para que ella viva en Suiza, pero la propia exnadadora zanjaba recientemente cualquier tipo de rumor, aunque no con éxito.
Y es que el ‘fantasma’ de la crisis ha rodeado al matrimonio desde el momento en el que se anunció su enlace y, más de diez años después, no han conseguido evitar que sigan sucediéndose los rumores. De hecho, en el último año, con la ausencia de la Princesa por problemas de salud, se han intensificado más si cabe.
Hace algunas semanas se apuntó a que Charlene se había instalado en la propiedad de Roc Agel, donde la familia Grimaldo solía disfrutar de la temporada de verano y que se encuentra no muy lejos de la capital del Principado. Esta es una de las residencias más emblemáticas de la familia y se encuentra ligada a la historia de Grace Kelly y Rainiero, tanto en el aspecto positivo como en el negativo. No hay que olvidar que fue precisamente en un viaje desde Roc Agel donde la madre de Alberto de Mónaco sufrió el trágico accidente que acabó con su vida, en un trayecto en el que estaba acompañada de Estefanía de Mónaco. La menor de los Grimaldi, por cierto, también se ha refugiado en muchas ocasiones en la propiedad, donde puede estar en contacto con los animales y la naturaleza, dos de sus grandes pasiones.
Sin embargo, más allá de esta especial propiedad, lo cierto es que los Grimaldi cuentan con un importante patrimonio inmobiliario, aunque no todas las residencias están a disposición de la familia al completo. Según se ha confirmado, mientras que Roc Agel ha sido un refugio para Charlene, el príncipe Alberto de Mónaco también tiene una ‘casa’ para su uso y disfrute exclusivo.
Según ha revelado el periodista especializado Stéphane Bern, se trata del Castillo de Marchais, situado en la zona de Aisne y que pertenece a la familia Grimaldi desde el siglo XIX. “Es el hogar más secreto de los Grimaldi. Ninguna cámara ha filmado nunca el castillo”, ha explicado el experto.
El inmueble fue comprado en 1864 por la princesa Antoinette de Merode , madre de Alberto I. El castillo se encuentra a unos sesenta kilómetros de Bélgica, una posición estratégica para el mantenimiento de las relaciones entre varias familias aristocráticas. El propio Alberto II declaró que en el castillo de Marchais “guarda los mejores recuerdos de su infancia”. El Príncipe adora este lugar que, de alguna manera, está ‘vetado’ al resto de la familia.
Aunque es cierto que en alguna ocasión lo ha visitado con su mujer y sus dos hijos, Marchais es el lugar al que el soberano ‘se escapa’ cuando quiere estar tranquilo. Uno de los apenas cuatrocientos habitantes del pueblo dijo en 2019: “Cuando está allí, tiene tranquilidad. El soberano viene aquí a descansar un poco. Para poder relajarse y moverse libremente”, sentenció.
Si el castillo de Marchais ha mantenido su carácter secreto ha sido gracias a las intervenciones del príncipe Rainiero, que colocó dispositivos para proteger la finca de los paparazzi. La mansión se ha vuelto tan inaccesible que existen muy pocas fotos de ella. Antes de las obras, la casa estaba abierta a los aldeanos que frecuentaban los jardines de más de 1500 hectáreas en verano y jugaban a los bolos.
La familia Grimaldi suele pasar algunos fines de semana de verano en el castillo o entre septiembre y febrero, cuando está abierta la temporada de caza. “Alberto no es un gran cazador. Mientras que a Carolina le encanta cuidar perros ”, dice el especialista, que comenta que a Estefanía no le gusta el lugar. Eso sí, deja claro que no es un recinto de libre acceso para los Grimaldi, sino que se necesita el permiso del Príncipe para visitarlo.