Rocío Flores, 29 años y una cuenta pendiente que no se borra con el tiempo
Rocío Flores cumple 29 años en plena nueva etapa personal y profesional
Tras casi tres años alejada de la televisión, la hija de Rocío Carrasco y Antonio David ha regresado a los platós
Aunque en 2021 Rocío Flores expresó su deseo de casarse y ser madre "pronto", esas metas han quedado en pausa


Este lunes, 13 de octubre, Rocío Flores cumple 29 años y lo hace en un momento decisivo de su vida. Atrás quedaron aquellas declaraciones de 2021, cuando aseguraba que quería ser madre «muy pronto» y casarse con su pareja, Manuel Bedmar, con quien mantiene una relación estable desde hace casi una década. Cuatro años después, ninguna de esas promesas se ha materializado, y la nieta de Rocío Jurado parece haber aprendido que los planes personales no siempre avanzan al ritmo de los titulares.
Hoy, lejos de aquella joven impulsiva que saltó a la primera línea mediática tras su paso por Supervivientes 2020 y su etapa como colaboradora televisiva, Rocío es una mujer que se debate entre la necesidad de mantener una vida tranquila y el magnetismo inevitable del foco mediático. Su regreso reciente a la televisión, después de casi tres años alejada de los platós, coincide con un nuevo intento de reconstruirse profesional y emocionalmente. Una vuelta que llega cargada de simbolismo: la hija de Antonio David Flores y Rocío Carrasco vuelve a hablar, a mostrar su versión y, quizás, a cerrar algunas heridas que llevan demasiado tiempo abiertas.
Rocío Flores en un evento en Madrid. (Foto: Gtres)
Tres años de silencio y una vida reinventada
Cuando en octubre de 2022 anunció su retirada de la televisión, Rocío lo hizo convencida de que necesitaba «tomar distancia» para proteger su bienestar emocional. «El entorno mediático me desestabilizó mucho, y lo mejor que pude hacer fue seguir mi propio camino», reconoció entonces. Cumplió su palabra: durante casi tres años, su rostro desapareció de la parrilla televisiva y se volcó en su faceta como influencer y emprendedora digital, creando su propia página web para asesorar a personas que quisieran convertir sus ideas en negocios viables. Su apuesta por el emprendimiento, combinada con su actividad en redes, donde supera los 700.000 seguidores en Instagram, le permitió construir una imagen pública más serena, alejada del ruido que durante años envolvió a su familia.
Durante este tiempo, Rocío también consolidó su relación con Manuel Bedmar, su pareja desde hace ocho años, con quien comparte residencia y proyectos personales. Junto a él y su perro Roma, decidió recientemente trasladarse temporalmente de Málaga a Madrid, una mudanza que ella misma anunció a través de sus redes sociales: «Tenía muchísimas ganas de vivir una experiencia así, algo diferente, cambiar un poco, y la verdad es que estoy muy feliz». Lo que en un principio parecía un simple cambio de aires ha resultado ser el preludio de su regreso televisivo.


Rocío Flores junto a su pareja en un concierto. (Foto: Gtres)
El regreso de Rocío Flores a los platós
El 5 de septiembre, Rocío Flores reapareció oficialmente en Telecinco, como invitada del programa ¡De Viernes!, presentado por Santi Acosta y Bea Archidona. La entrevista se convirtió en su reencuentro con la televisión tras casi tres años de silencio. Durante la conversación, Rocío se mostró más reflexiva y menos combativa que en el pasado. Habló de resiliencia, de dolor y de la necesidad de empezar de nuevo. «Ver sufrir a mi familia como la he visto me ha destrozado», confesó. «Llegué a un punto en el que pensé que mi padre se iba a suicidar. Ha sido muy duro».
Sus palabras, cargadas de emoción, no solo removieron viejos recuerdos sino que también reactivaron la conversación sobre el conflicto familiar que la ha acompañado desde la adolescencia. Con un tono más sereno que en otras ocasiones, se refirió también a su madre, Rocío Carrasco, con quien lleva años sin mantener una relación. «Cualquier hija necesita en su vida a su madre. Claro que la he echado de menos en muchos momentos. Me ha hecho mucha falta», reconoció. Pero inmediatamente después añadió: «No soy capaz de recordar momentos bonitos con ella. Es super triste, pero es la verdad. Me ha destrozado la vida, pero es mi madre».


Rocío Carrasco y Antonio David Flores junto a su hija Rocío. (Foto: Gtres)
Esas declaraciones reflejan el dilema interno que arrastra desde hace años: el deseo de reconciliación y la imposibilidad práctica de llevarla a cabo. En la entrevista, Rocío también quiso dejar claro que su padre nunca se ha opuesto a que retome el contacto con su madre: “Siempre me ha dicho: ‘Es tu madre, si quieres intentarlo, hazlo’”.
La herida de Rocío Flores con su madre
El reencuentro judicial entre Rocío Flores y su madre, el pasado verano en la Audiencia Provincial de Madrid, es otro de los momentos que han marcado el último año en su vida. Ambas coincidieron por primera vez en cuatro años al declarar como testigos en el juicio contra La Fábrica de la Tele, productora responsable del documental Rocío: contar la verdad para seguir viva, en el que se abordaban episodios de la infancia de Rocío cuando era menor de edad. A la salida de los juzgados, Carrasco evitó declaraciones extensas y se limitó a decir que «todo había ido bien». Su hija, en cambio, admitió en redes sociales que había sido «una semana muy difícil» y que solo quería «retomar la normalidad».
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Ese episodio, lejos de tender puentes, evidenció la distancia emocional que sigue existiendo entre ambas. La herida permanece abierta, aunque Rocío ha optado por un tono más conciliador en sus últimas apariciones. Ya no hay ataques, pero sí un reconocimiento de la ausencia: la madre que falta, la hija que espera, y el tiempo que pasa sin soluciones aparentes.
Un cumpleaños con cuentas pendientes
Cumplir 29 años supone para Rocío Flores algo más que sumar una cifra: es llegar a una edad en la que los sueños de juventud se confrontan con la realidad. Ni casada ni madre, pero sí más consciente de quién es y de lo que no quiere volver a ser, Rocío encara esta nueva etapa con una mezcla de serenidad y cautela. Su «cuenta pendiente» sigue ahí, intacta, pero su manera de enfrentarse a ella ha cambiado. Ya no busca forzar reconciliaciones imposibles ni alimentar batallas públicas: ahora prefiere el silencio o, al menos, un relato propio contado en primera persona.
A las puertas de la treintena, Rocío Flores es una figura marcada por su apellido, pero también por su esfuerzo por encontrar una identidad fuera de él. Y quizás ese sea el verdadero significado de su cumpleaños: el paso de la hija al individuo, de la polémica al propósito.