La prensa, aliada y ‘salvadora’ de Rodolfo Sancho, muy a su pesar
La justicia tailandesa ha condenado a Daniel Sancho a cadena perpetua
Rodolfo Sancho quiere seguir luchando para ayudar a su hiijo
La actitud del actor ha cambiado mucho desde que empezó el proceso judicial
Rodolfo Sancho se ha erigido, durante el proceso judicial contra su hijo Daniel Sancho, como el salvador del chef tras el crimen del cirujano Edwin Arrieta. Un perfil visible de cara a los medios frente a la situación en la sombra de Silvia Bronchalo. Hostil con los medios, Sancho ha hablado y callado dependiendo de su interés frente a los focos , dibujando a la prensa, en muchas ocasiones, como un enemigo en el buen devenir de los hechos. Sin embargo, tras los movimientos del actor, lo cierto es que los medios han sido, sin duda alguna, su gran aliado en el proceso.
Daniel Sancho ha sido declarado culpable del asesinato del cirujano plástico Edwin Arrieta en Tailandia. La sentencia, condenando a Sancho a cadena perpetua, ha llegado un año después de su sorprendente detención y tras un largo periplo por parte de sus padres Rodolfo Sancho y Silvia Bronchalo repleto de viajes a Tailandia, alojamientos, asesoramiento judicial… Unas necesidades que han generado grandes gastos a Rodolfo, en guerra con su ex, a los que ha tenido que hacer frente de manera unilateral. Durante todos estos meses, la actitud del actor con los medios no ha sido fácil. Arrogante, insensible y hostil han sido algunos de los calificativos con los que la opinión pública ha descrito la relación (interesada e intermitente) del artista con los reporteros.
La relación de Rodolfo Sancho con los reporteros
Es un hecho, el protagonista de El ministerio del tiempo daba la primera en la frente a los reporteros que aparcaban sus propias vida para hacer la cobertura de un juicio de interés público. Una relevancia por varios motivos; la nacionalidad del reo en Tailandia, pero sobre todo la notoriedad de la familia a la que pertenecía, saga de artistas con un histórico público que ocasionaba que la detención de Daniel abriera los informativos de nuestro país.
Con esta realidad encima de la mesa, un mes después del ingreso en prisión de Sancho, el 23 septiembre del 2023, un altanero Rodolfo aparecía en la prisión con un discurso que trataba de tirar por tierra el trabajo de los medios: «Creen que yo estoy tirado por los suelos llorando. Ese no soy yo. Hay dos formas de tomarse las cosas en la vida, como una desgracia o como un reto, creo que con eso he dicho suficiente. No van a conseguir lágrimas de mí».
Su inoportuno y soberbio discurso le valió un tirón de orejas de sus asesores, viéndose obligado a rectificar solo 24 horas después, consciente de las piedras que él mismo estaba echando sobre su propio tejado y, peor aún, sobre el tejado de su propio hijo en la cuenta atrás a una posible pena de muerte. De este modo, primero se justificaba y luego se erigía como el gran amigo de los periodistas que nunca fue: «Quiero matizar un poco mis palabras de ayer, como os imagináis ayer lógicamente salí de un momento complicado ahí dentro. Quizá la imagen que di fue muy dura , quizá prepotente no lo sé, sabéis que siempre he tenido una sonrisa para la prensa yo en realidad, quiero que se entienda que esto es un mecanismo que yo uso para sentirme firme, para sentirme fuerte y para ayudar a mi hijo».
Tras el alegato, la invitación a contar con su versión de los hechos, eso si, nunca de su boca , sino instando a los reporteros a contactar con sus asesores: «Es simplemente matizar ese punto y ya sabéis que a partir de ahora como siempre , si necesitáis preguntar cualquier cosa, tenéis a Carmen Balfagón y a Ramón Chippirrás». Desde entonces el silencio y los monosilábicos volvieron a ser nuevamente su bandera.
Una inyección de ingresos «por necesidad», imposible sin la repercusión mediática
Que la relación de Rodolfo y los periodistas ha sido tensa y distante es un hecho, pero, aunque él no lo ha puesto encima de la mesa de ninguna de las maneras, la presencia de los medios en el escándalo que ha vivido su familia ha sido el espaldarazo definitivo para soliviantar los innumerables gastos a los que ha tenido que hacer frente para ayudar a su hijo.
A principios del mes de abril se conocía la puesta en marcha del documental y emisión de El caso Sancho, de manos de HBO. Solo un día antes de su estreno, el 8 de abril de 2024, Carmen Balfagón, abogada y portavoz de los Sancho, explicaba con gran claridad la motivación de Sancho a abrirse con su testimonio , a diferencia de lo que hizo con los reporteros asfálticos: «Llega un momento que no hay para abordar la causa. Es muy cara; por ejemplo, tienes que legalizar un documento y tienes que hablar con un traductor de tailandés en España, que es muy caro. Los viajes… todo». Según los informes aportados por el programa Aruseros en exclusiva, Sancho habría recibido por parte de la productora una cantidad comprendida entre los 120.000 y 150.000 euros, también se especificó que gran parte de este dinero se habría destinado a la defensa del cocinero.
Nada que objetar, sin embargo, el análisis se hace obligado. ¿Habría sido igual de grande el interés por este caso de no haber existido la importante presencia mediática en Tailandia motivada por las dimensiones del apellido del reo?, ¿se hubiera fijado HBO en esta historia si no hubiera protagonizado arranques de informativos y primeras planas de magacines televisivos ?
Teniendo en cuenta que muchos de los planos que contextualizan el documental son los momentos de entrada y salida de Rodolfo a los juzgados, rodeado de una nube de cámaras y micrófonos, dándole la magnitud merecedora de una docuserie, ¿habría rentabilizado Rodolfo su experiencia para costear la defensa de Daniel de igual manera sin este contexto mediático?
Si la respuesta que ronda nuestra cabeza es no, y apoyándonos en otros hechos reales de la crónica negra, como el de Artur Segarra, del que nunca se ha hecho una serie, podríamos concluir que Rodolfo Sancho debería agradecer a los medios la respetuosa cobertura de su caso, pero sobre todo el espaldarazo mediático que gracias al granito de arena de los periodistas, ha derivado en unos ingresos económicos que a buen seguro han paliado la sacudida de su patrimonio.