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Pacha III, el barco que enamoró a Carolina de Mónaco y selló una historia marcada por la tragedia

El Pacha III es el histórico yate de Carolina de Mónaco, regalo de su difunto marido Stefano Casiraghi

Construido en 1936, el barco combina lujo clásico con una profunda carga emocional

Cada verano, la princesa y sus hijos, especialmente Alexandra de Hannover, lo convierten en su refugio flotante

Carolina de Mónaco a bordo del Pachá III. (Foto: Gtres)
Carolina de Mónaco a bordo del Pachá III. (Foto: Gtres)
Marta Menéndez
  • Marta Menéndez
  • Televisión, moda y corazón. Periodista de vocación y comunicadora de formación, me he movido entre estudios de radio, redacciones digitales y bastidores de redes sociales. He narrado la actualidad en la 'Cadena SER', seguido la pista a las nuevas tendencias en 'El Independiente' y escrito sobre lifestyle y empresas en la 'Revista Capital'. En 'Diez Minutos', combiné redacción y estrategia digital como Community Manager. Ahora escribo en LOOK, donde cubro actualidad televisiva, moda, celebrities y realeza.
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En el corazón del Mediterráneo, cada verano resurge una joya flotante cargada de historia, lujo y recuerdos imborrables: el Pacha III, el yate más querido, y también más simbólico, de Carolina de Mónaco. Con más de ocho décadas de vida, esta embarcación de estilo clásico no es solo un capricho aristocrático, sino también el reflejo de una historia de amor, tragedia y tradición familiar que ha marcado a los Grimaldi. Considerado uno de los mejores barcos del mundo por su diseño, estética y eslora, el Pacha III es tanto una casa flotante como un santuario emocional para la princesa, sus hijos y ahora también sus nietos.

El yate fue construido en 1936 por el prestigioso astillero británico Camper & Nicholsons, especializado desde 1782 en embarcaciones de lujo. Con sus 36,24 metros de eslora, 5,6 de manga y un casco de acero reforzado con una cubierta de teca, es toda una obra de ingeniería náutica clásica. Propulsado por dos motores diésel Caterpillar, alcanza una velocidad máxima de 13,5 nudos y puede alojar cómodamente a nueve invitados, además de siete tripulantes. Su interior, decorado por el afamado diseñador francés Jacques Grange, ofrece una atmósfera acogedora que remite al glamour de los años 30, con un gran salón, cocina, cuatro camarotes y una suite principal.

El Pachá III. (Foto: Gtres)
El Pachá III. (Foto: Gtres)

El nombre Pacha III encierra una carga sentimental aún más profunda: es el acrónimo de los nombres de los tres hijos que Carolina tuvo con su segundo marido, Stefano Casiraghi -Pierre, Andrea y Charlotte-, el gran amor de su vida. Fue él quien le regaló la embarcación en 1989, tras verla encaprichada con el barco en el puerto de Mónaco. Se gastó 600 millones de pesetas para ponerlo a punto, cumpliendo el sueño de Carolina de dar la vuelta al mundo. Sin embargo, el sueño se quebró un año después. En octubre de 1990, Stefano falleció en un accidente durante una carrera de lanchas en Saint-Jean-Cap-Ferrat, marcando para siempre el destino emocional del yate. Desde entonces, el Pacha III ha sido un símbolo del amor perdido, pero también del legado familiar.

A pesar del aura trágica que lo envuelve, el barco sigue siendo el epicentro del verano de los Grimaldi. En él navegan cada temporada Carolina y su familia, incluida su hija menor, Alexandra de Hannover, fruto de su fallido matrimonio con Ernesto de Hannover. La joven princesa, de 26 años, ha hecho del yate su lugar predilecto para las vacaciones junto a su novio, el millonario alemán Ben-Sylvester Strautmann. Las imágenes que ella misma comparte en redes sociales muestran la relajada y lujosa vida a bordo de este icónico navío.

Carolina de Mónaco a bordo del Pachá III. (Foto: Gtres)
Carolina de Mónaco a bordo del Pachá III. (Foto: Gtres)

El Pacha III también cuenta con una lancha auxiliar blanca con el mismo nombre, utilizada para acercarse discretamente a la costa. No es el yate más tecnológico ni el más moderno del Principado, pero sí el más querido. Su estética retro, con la franja roja que bordea el casco negro, lo convierte en un clásico inconfundible en la Costa Azul.

Antes de pertenecer a la familia Grimaldi, el Pacha III tuvo varios nombres, Arlette II, Briseis, Cardigrae V, Priamar, y pasó por las manos de ilustres propietarios como Jean-Louis Renault, fundador de la marca automovilística, y el pintor ex presionista Bernard Buffet. Cada uno dejó su huella, pero fue la familia real monegasca la que le otorgó un alma. Hoy, casi un siglo después de su construcción, el Pacha III sigue surcando las aguas con una mezcla de elegancia, nostalgia y fortaleza. Es mucho más que un yate: es la cápsula del tiempo flotante de una familia que ha sabido transformar el dolor en recuerdo, y el recuerdo en tradición. Un barco que, pese a las sombras del pasado, continúa navegando como símbolo de la resiliencia de Carolina de Mónaco y de su linaje. Por eso, aunque algunos lo consideren «maldito», para ella es sencillamente inolvidable.

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