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Dicen que el que la sigue la consigue y cuánta razón hay en esas líneas si hablamos de Íñigo Onieva. Era el pasado martes cuando se conocía la impactante noticia: Tamara Falcó y él se habían reconciliado. Una noticia con la que se venía especulando desde hacía tiempo pero que terminó por coger forma durante estas Navidades. La religión ha jugado un papel clave en este giro de guion y parece ser el hilo conductor de la pareja en este nuevo capítulo que está por ver si acaba en boda, tal y como eran los planes de ambos antes de que la infidelidad del Burning Man hiciera saltar la relación por los aires.
Era la periodista Pilar Vidal quien soltaba la bomba en Sálvame: «El día 30 de noviembre había habido un acercamiento entre ellos. En aquel momento, Tamara me contó que ese encuentro lo había solicitado ella a modo de encuentro final de la relación para quedar bien, y ese acercamiento se ha convertido en una reconciliación y en una segunda oportunidad». Claro que, después de eso se volvieron a ver las caras, por ejemplo en la comentada Misa del Gallo, el pasado 24 de diciembre.
Desde el entorno de Íñigo Onieva se filtraba que la reconciliación iba viento en popa y que la pareja estaba a punto de escribir una nueva página en su historia: «Podemos confirmar a través de un amigo directo de Íñigo, pero muy amigo, que habla con Tamara por teléfono todos los días, que siguen teniendo relación y que la historia entre ellos dos no está acabada para nada», dijo Antonio Rossi en El programa de Ana Rosa.
Los acontecimientos cambiaron por completo con el cara a cara que mencionaba Pilar Vidal. Hasta entonces, el empresario pareció haber tirado la toalla con Tamara. De nada le había servido hacer un cambio de vida de 180 grados. Porque Íñigo trazó un plan desde que su ex novia decidió sacarlo de su vida. Una estrategia que pasaba por mantener un perfil muy discreto, no conceder declaraciones, mostrarse poco en redes y nunca con fines festivos. Onieva dejó la noche, ese mundo en el que hasta ahora ha trabajado y en el que también se ha desenvuelto como pez en el agua. Y no sólo eso sino que abrazó la fe cristiana. Peregrinó por el camino de Santiago y se dejó ver acudiendo a servicios religiosos como el de la pasada Nochebuena. Lo hizo por amor, porque el fin justifica los medios y porque estaba dispuesto a enmendar su error, a luchar por la mujer que ama y que perdió durante meses.
Ahora, Íñigo Onieva obtiene su recompensa y tiene ante sí una nueva oportunidad de demostrarle a la hija de Isabel Preysler que realmente ha cambiado y que su nueva manera de comportarse no respondía a ningún plan urdido con frialdad maquiavélica sino que es tan real como el sentimiento que tiene hacia ella. De momento, Tamara ha renovado confianza y está muy emocionada de iniciar otra etapa junto al hombre que un día le traicionó.