La historia de la familia Spencer, los únicos aliados que le quedan al príncipe Harry
El 8 de enero de 2020 los duques de Sussex anunciaban que dejaban de manera voluntaria sus funciones dentro de la Corona. El príncipe Harry, Windsor pero también de la familia Spencer, casado con Meghan Markle, expresaba así su enfado por lo que él consideraba un trato injusto hacia la figura de su mujer por parte de la prensa británica. Lo que no imaginaba entonces es que se quedaría prácticamente sin apoyos dentro de la familia de su padre, algo que no ha sucedido, sin embargo, con la familia Spencer, la de su madre, la recordada Diana de Gales, que siguen siendo una gran referencia para él. Pero, ¿quiénes son los Spencer?
Harry de Inglaterra nació el 15 de septiembre de 1984 (en unos días cumplirá 40 años). Era el segundo hijo de Carlos y Diana Spencer, por entonces los príncipes de Gales. El hecho de ser el segundo hijo en una monarquía ya marca de entrada una gran diferencia. A lo largo de la historia ha habido muchos casos similares en los que el «segundón» tienen un papel difícil. De un lado no tienen las mismas responsabilidades que el heredero pero tampoco se escapan a las obligaciones y el rigor que supone estar en la línea de sucesión al trono, muy especialmente hasta que no son desplazados en dicha línea con la llegada de los hijos de su hermano mayor.
Harry, el hijo atormentado
Harry era el tercero en la línea de sucesión al trono cuando nació, por detrás de su padre y su hermano, el príncipe William. Cuando este último empezó a tener hijos con su esposa, Kate Middleton, su posición fue bajando hasta quedar actualmente en el 5º puesto por detrás de su hermano y los tres hijos de éste. Mientras vivió la recordada Isabel II, las cosas se mantuvieron más o menos estables ya que la reina ejercía, además de su gran papel como monarca, el de una cariñosa abuela que se preocupa de manera sincera por sus nietos. A pesar de que siempre se mostró muy comprensiva ante las constantes meteduras de pata de su nieto, ciertamente también optó, al menos de cara al público, por intentar ejercer una tolerancia hacia una actitud que siempre fue vista por la mayoría del pueblo británico como la de un chico caprichoso, muy alejado de la realidad y poco comprometido con las obligaciones que implica el hecho de formar parte activa de la Familia Real.
Meghan Markle, en Florida con el príncipe Harry. (Foto: Gtres)
Desde aquél comunicado se han escrito infinidad de crónicas (especialmente en la prensa sensacionalista británica) criticando las decisiones del hijo de Diana Spencer. Su actitud fue tomada como una traición hacia una reina ya anciana, en las postrimerías de su vida y que no se merecía en modo alguno tener que lidiar con lo que parecía otro annus horribilis. La percepción que se tuvo fue la de un joven caprichoso dominado por las ideas de su mujer y que estaba mucho más centrado en sus derechos que en sus obligaciones. Sí obtuvo, sin embargo, empatía al otro lado del charco, en Estados Unidos, país de su esposa donde lo vieron como una víctima de una familia, los Windsor, a los que pintaron como crueles, muy especialmente después de la famosa entrevista que concedieron a Oprah Winfrey, una especie de diosa de la comunicación en el país americano y cuyas audiencias y opiniones son aplastantes en la opinión pública. En América es percibido como una víctima del sufrimiento que supuso para él perder a su madre y tener un padre frío y distante.
El «exilio» voluntario enseguida trajo a la memoria colectiva a Diana Spencer que generó no pocos problemas a la siempre rígida y protocolaria familia Windsor. Una familia, por otra parte, más que acostumbrada a que en cada generación siempre le salga una oveja negra. No hay más que recordar la enorme crisis que supuso la abdicación de Eduardo VIII que renunció al trono para poder casarse con una mujer divorciada dos veces. Diana de Gales puso en jaque a toda la familia porque no se quiso callar. Unos opinan que no supo estar a la altura y otros que no admitió ser la tercera en un matrimonio, soportar que su marido tuviese una amante fija. Algo, por otra parte, muy común durante siglos en la nobleza británica a la que ella misma pertenecía.
Los Spencer, familia de rancio abolengo
Cuando el actual Rey Carlos III presentó a su prometida meses antes de su boda en 1981, nada hacía presagiar que aquella dulce muchacha de una importante familia noble, los Spencer, representaría años más tarde una verdadera revolución institucional dentro de la llamada The Firm.
Los orígenes de los Spencer se remontan al siglo XV cuando se empieza a tener constancia documental de ellos en la figura de Sir John Spencer al que se le considera el fundador. No es hasta 1620 cuando ascienden a condes en la figura de Henry Spencer. Tras él vinieron otros tres condes más y precisamente del tercero, Charles Spencer (1675 – 1722) sale la rama asociada a la familia, los duques de Marlborough, creada en el año 1702 por la Reina Ana Estuardo (es una monarca poco conocida por la brevedad de su reinado, de 1707 a 1714. El primer duque se llamaba justamente Charles Spencer, como el hermano de Diana de Gales.
La princesa Diana de Gales, con Carlos de Inglaterra. (Foto: Gtres)
El ducado de Marlborough quedó asociado desde entonces a la familia Spencer y es hoy en día uno de los más importantes y ricos de Reino Unido. Los siguientes duques de Marlborough lo fueron a través de línea femenino, algo totalmente insólito para la época y la razón no es otra que el primer duque enterró a todos sus hijos varones y una ley especial del parlamento británico permitió que pasara todo a la siguiente generación a través de su hija mayor que se convirtió, lógicamente en duquesa. Y la hija menor, lady Anne Churchill, se casó con Charles Spencer, tercer conde de Sunderland (1674-1722).
De ese matrimonio descienden los actuales duques de Marlborough pero originariamente llevaban el apellido Spencer siendo esta familia de rancio abolengo, tan importante como puede ser la Casa de Medinacelli en España. El 5º duque obtuvo una licencia especial para asumir de forma adicional el apellido Churchill que desde entonces está ligado a la familia Spencer. De hecho, el famoso ex primer ministro, Winston Churchill, era Spencer, es decir, antecesor del príncipe Harry.
El hermano de Diana de Gales en una imagen de archivo. (Foto: Gtres)
El actual jefe de la Casa Spencer (que desde 1734 bajaron a la categoría de condes) es el hermano de Diana de Gales, Charles Spencer, IX conde Spencer además de de vizconde Althorp. Muy aficionado a salir en la prensa, especialmente por el número de veces que se ha casado y vendido la exclusiva, alcanzó una gran notoriedad a raíz de la muerte de su hermana Diana de Gales ya que siempre expresó sus dudas sobre si el accidente en el que murió había sido premeditado, es decir, un asesinato. Siempre se mostró, al menos de cara al público, como un gran defensor de sus sobrinos y actualmente parece que tiene una gran conexión con su sobrino, el príncipe Harry no teniendo la misma estrecha relación con el hijo mayor de su hermana, el príncipe Guillermo.
Quizás si en algún momento el duque de Sussex decide volver a vivir en su país, siempre podrá optar por hacerlo en las posesiones de su familia Spencer cuyo patrimonio es grande. La casa familiar donde se crió su madre, Althorp House (y donde está enterrada) es una histórica y rica mansión muy del estilo de la que protagoniza la famosa serie británica Downton Abbey, con su conde incluido, claro está. Las puertas, desde luego, parece que las tiene abiertas.