56 años, la excusa perfecta para la reconciliación entre Eugenia y Cayetano Martínez de Irujo
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Eugenia Martínez de Irujo cumple hoy 56 años. Fue la última hija que tuvo su madre, la duquesa de Alba, con su marido Luis Martínez de Irujo. No sólo el hecho de ser la pequeña, también ser la esperada niña después de cinco varones, hicieron de ella la «mimada» de su madre quién, además, encontró en ella un gran apoyo cuando se quedó viuda, ya que Eugenia tan solo tenía tres años. La tristeza de la duquesa se quedó ligeramente amortiguada al volcarse en el cuidado y mimos de su hija, algo que, tal y como ha desvelado en sus memorias su quinto hijo, Cayetano, no hizo con el resto de sus hijos.
Justamente esas memorias de Cayetano Martínez de Irujo fueron las que provocaron un distanciamiento entre los hermanos. Recientemente y con motivo del décimo aniversario de la muerte de la duquesa de Alba, Eugenia manifestó que «adoro a todos mis hermanos. Tendré diferencias con mi hermano Cayetano, es verdad y no lo voy a negar, pero tarde o temprano se arreglará eso seguramente. Lo tengo claro». Sin duda, toda una declaración de intenciones que habrá gustado mucho a su hermano quien siempre se ha mostrado abierto a sentarse a hablar y a solucionar los malos entendidos.
Eugenia recibió varios nombres, María Eugenia Brianda Timotea Cecilia, muy en la línea de las familias nobles y de la realeza. El nombre principal es un homenaje a la reina Victoria Eugenia, madre de don Juan y abuela de don Juan Carlos. Los Alba siempre han sido fervientes monárquicos y jamás obviaron su respaldo a los Borbones.
Tal y como relata Ana Polo Alonso en su libro Cayetana, los años de esplendor (ed. Esfera de los Libros), recientemente publicado, sobre el nacimiento de Eugenia: «Aquel fue uno de los días más felices de la vida de la duquesa: por fin, después de cinco chicos, llegaba la ansiada y queridísima niña. La madre estaba pletórica, absolutamente extasiada con aquella rubísima a la que llamó Eugenia, en honor a la emperatriz Eugenia de Montijo y a la reina Victoria Eugenia. Dados los riesgos del parto, los médicos le habían recomendado que diera a luz en una clínica y el alumbramiento se había producido en la maternidad madrileña de Santa Cristina. El doctor Harguindey, que había atendido todos los partos anteriores, también estuvo presente esta vez».
Pocos días después, ya en el Palacio de Liria, los Alba convocaron a la prensa para hacer la presentación oficial: rodeada de todos sus hermanos, «la chiquilla fue instalada en aquella habitación rosa que su madre había preparado hacía años y que había quedado vacía. La duquesa parecía que no podía despegarse de su niña: Cayetana disfrutó de aquella maternidad como no lo había hecho con ninguna de las anteriores y se volcó con Eugenia con una ternura y dedicación extraordinarias. Probablemente porque era la ansiada chica y también porque iba a ser la última». El bautizo fue el día 9 de diciembre por la tarde en la capilla de Liria oficiado por el padre Federico Sopeña. Los padrinos fueron el duque de Peñaranda y su hija, la marquesa del Valle de la Paloma. La duquesa estaba especialmente volcada con su querida Eugenia, a quien adoraba.
La esperada ‘niña de su madre’, la duquesa de Alba
Fueron esos primeros años de infancia muy ligados a su madre. De hecho, la irrupción del segundo marido de la duquesa en 1978, rompió de una manera bastante abrupta esa relación que hasta entonces había sido tan estrecha. Cayetana, a pesar de todo el servicio que siempre tuvo Liria, trataba de llegar pronto a casa para poder acostar personalmente a su hija pequeña. De hecho, permitía que durmiera con ella, hecho que se interrumpió bruscamente cuando apareció en la vida de la duquesa de Alba el que sería su segundo marido, Jesús Aguirre, un ex jesuita que desplazó a Eugenia y con el que jamás se llevó bien.
No tiene ningún buen recuerdo de él. Como tampoco lo tiene su hermano Cayetano con el que siempre estuvo muy unida, aunque a raíz de la publicación de las memorias de este, la relación no pasa por su mejor momento. Tanto Cayetano, en una entrevista a este periódico, como Eugenia hace unos días, han manifestado la intención de que algún día se arregle ese distanciamiento. No parece que esté, en cualquier caso, muy lejos esa reconciliación.
Eugenia no fue nunca una buena estudiante y pronto colgó los estudios para abrir una tienda en Sevilla. Probó muchas y variadas cosas hasta que ha sido en edad madura, más que adulta, cuando ha encontrado su camino siendo diseñadora de joyas en colaboración con Tous.
Su boda con Fran Rivera
Eugenia se casó por primera vez con el torero Francisco Rivera. Una unión que hizo las delicias de su madre por su conocida afición al toreo. El enlace tuvo lugar el 23 de octubre de 1998 en la Catedral de Sevilla, tal y como había sucedido con la boda de sus padres. El matrimonio, que fue declarado nulo, nació una única hija un año más tarde, Cayetana Rivera.
Duquesa de Montoro, un título con gran historia
Eugenia es una persona muy consciente de la trascendencia histórica de su familia, orgullosa de sus raíces pero que nunca ha dado la mayor importancia al hecho de ser duquesa como algo por encima de nadie. Tiene especial cariño al título que lleva desde 1994, momento en el que su madre se lo cedió. La historia del ducado se remonta al año 1660, fecha en la que fue creado con grandeza de España por el rey Felipe IV a favor de Luis Méndez de Haro y Sotomayor. Hace referencia al municipio cordobés de Montoro.
Eugenia es la décimo tercera persona en ostentar dicho título y la séptima en tenerlo por derecho propio. Sus antecesoras fueron Catalina de Haro y Enríquez, a finales del siglo XVIII. Curiosamente, la primera duquesa de Montoro (por derecho propio) fue la que lo pasó vía matrimonial a la casa de Alba, ya que se casó con el X duque de Alba, Francisco Álvarez de Toledo y Silva. Este matrimonio sólo tuvo una hija, que fue la IV duquesa de Montoro, María Teresa Álvarez de Toledo y Haro que fue, además, la XI duquesa de Alba, primera mujer en ostentar el ducado de Alba por derecho propio.
La siguiente fue María Luisa Fitz-James Stuart y Portocarrero, a finales del XIX. La siguiente depositaria por derecho propio fue la madre de Eugenia, la duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart, y actualmente lo ostenta ella y, como sólo tiene una hija, el título pasará a ella.
Feliz con Narcís Rebollo
Después de su divorcio de Fran Rivera, Eugenia tuvo algunas sonadas relaciones sentimentales pero la que parece que es la que más feliz le hace desde hace más de diez años es la que mantiene con Narcís Rebollo, un discreto promotor musical con el que se casó en las Vegas.
Eugenia está radiante en esta relación, algo que se percibe en la franca sonrisa que siempre ha tenido pero que ahora parece mucho más aumentada. En ellos se percibe una gran complicidad así como una relación basada en el cariño, año y grandes dosis de sentido del humor. Ella misma ha reconocido en numerosas ocasiones que es «el amor de su vida» y que «ya le tocaba ser feliz». Lo que sí está claro es que su madre estaría muy feliz con esta relación de su hija.