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Hace ya 23 años, el 4 de julio de 1999, una de las parejas más queridas y aclamadas a nivel mundial selló su amor para siempre. David y Victoria Beckham, en medio de sus años más dorados de popularidad, se dieron el ‘sí, quiero’ en una ceremonia catalogada como excéntrica que, con el paso del tiempo, alcanzó la categoría de icónica.
Como si de un cuento de hadas se tratase, el tándem preferido del panorama internacional se juró amor eterno en el castillo de Luttrellstown, en las inmediaciones de Dublín. La atención mediática del evento fue la propia de una boda real, incluso se hicieron comparaciones con los compromisos de la corona británica. Tanto es así, que hasta la mansión que la pareja adquirió en Londres fue bautizada por la prensa como el Palacio de Beckhingham.
La pareja pasó por el altar en una capilla alejada del castillo al ritmo de las melodías más famosas de Mozart, Bach o Handel, con tan solo la presencia de 29 personas. Además de los novios, hubo dos protagonistas en la ceremonia. Por un lado, el entonces compañero de fútbol del novio, Gary Neville, que se convirtió en el padrino de la boda. Y por otro lado, el recién nacido Brooklyn que, con tan solo cuatro meses, fue el encargado de portar las alianzas. Además de los tronos de oro en los que los novios se sentaron durante la recepción, lo que más llamó la atención fueron las palomas liberadas tras darse el ‘sí, quiero’.
Para este día tan especial, la estrella del pop, como buena amante de la moda, lució un vestido nupcial en color champán, confeccionado en tafetán, escote palabra de honor y falda voluminosa acompañada de una cola con más de 50 metros de satén firmado por Vera Wang. Como si de una auténtica reina se tratara -y no era para menos- la Spice Girl escogió una tiara de oro y diamantes creada por el irlandés Slim Barrett, un diseño bajo el nombre East of Paris que creó inspirándose en “el diseño oriental y la alta costura parisina”. Para rematar el estilismo, la novia se decantó por un crucifijo de diamantes que brilló sobre su escote, un regalo de su prometido.
Como ya es costumbre, tras la ceremonia ambos cambiaron de estilismo. Coordinados como en la ceremonia, David y Victoria se decantaron por el color púrpura. El futbolista vistió un raje dos piezas de chaqueta y pantalón, mientras que la diseñadora optó por un vestido ajustado con apertura lateral en la falda y un tirante decorado con rosas, que ella misma bautizó como “mi vestido Jessica Rabbit” y que combinó con sandalias de Manolo Blahnik.
Una de las bodas más mediáticas e icónicas de la historia, valorada en un millón de euros. Una boda de cuento en la que no faltó ni un solo detalle para demostrar que los Beckham, convertidos en la pareja de oro con una vida de éxito y millones de euros, conseguían todo lo que querían. Y es que, la pedida de mano ya adelantó el excentricismo de la ceremonia, pues el futbolista le propuso matrimonio a la estrella del pop en el Rookery Hall Hotel de Cheshire con un anillo de diamantes valorado en 88.000 euros.