Se cumplen dos años de la muerte de la Reina Isabel II del Reino Unido
A las 18.30, hora británica, el mundo entero contuvo la respiración. El Palacio de Buckingham anunciaba, a través de la BBC, la muerte de la Reina Isabel II. Terminaba así el reinado más longevo de la historia de la monarquía británica, el más largo ejercido por una mujer y el segundo más largo de la historia de las monarquías europeas, sólo superado por el de Luis XIV de Francia, el rey Sol.
El comunicado, que rezó así: «La Reina falleció pacíficamente en Balmoral esta tarde. El Rey y la Reina consorte permanecerán en Balmoral esta noche y retornarán a Londres mañana». Un texto escueto pero lleno de significado. Con la muerte de Isabel II finalizaba una época, una forma de entender la vida de una generación que estuvo marcada por un siglo particularmente vibrante y en constantes cambios a nivel histórico. Pero no solo eso, tal y como explica Pablo Pérez a este periódico el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Navarra, «Isabel II no ejerció solo un papel político o público, su manera de identificarse con la más alta representación de Inglaterra la convirtió en el tipo, en la imagen de una generación, la que había debido padecer las dos Guerras Mundiales enfrentándose a desafíos mortíferos, para después levantar de nuevo el país. Fue la imagen de ese trabajo esperanzado, de la confianza en el futuro porque había raíces de la pervivencia en medio de un siglo de grandes cambios». Efectivamente, la monarca encarnó durante toda su vida unos valores familiares que se hicieron extensibles a toda una sociedad, de la misma manera y forma que había sucedido con su antecesora la Reina Victoria.
Isabel II nació del matrimonio de Jorge V e Isabel Bowes-Lyon, duques de York en el momento de su matrimonio. Su padre, cuyo nombre real era Alberto, no estaba destinado a reinar pero la abdicación de su hermano, el Rey Eduardo VIII para poder casarse con su amante, la dos veces divorciada Wallis Simpson, lo situaron en una posición para la que no había sido preparado y que, pese a ello, asumió con corrección. La muerte temprana del padre de Isabel II la aupó a ella como monarca con tan solo 25 años. Isabel recibió la inesperada noticia en Kenia en medio de una gira por países de la Mancomunidad de Naciones que realizaba en compañía de su esposo, Felipe de Edimburgo y en nombre de su padre el rey.
Prueba de lo inesperada que fue la noticia es que la recién nombrada, que no coronada reina, tuvo que esperar en el avión cuando aterrizó en Londres a que le llevaran un vestido negro para salir frente a las cámaras de todo el mundo vestida apropiadamente de luto, ya que en su equipaje no lleva nada de ese color.
Coronación y reinado
Isabel II fue coronada el 2 de junio de 1953 en la Abadía de Westminster, exactamente 16 meses después de la muerte de su padre tal y como marca la tradición británica (esperar al menos un año por respeto al duelo del anterior monarca).
El mundo en esa época afrontaba una época de profundos cambios derivados de las consecuencias de la II Guerra Mundial. Europa estaba dividida en dos mitades, la de lo países bajo la órbita comunista de la ex Unión Soviética y la de los que habían estado en el bando encabezado por Estados Unidos. Un período convulso y de reconstrucción después de una devastadora contienda que se dejó en el camino a 55 millones de personas. Había mucho que reconstruir e Isabel II, como reina de un país, que además estaba en pleno proceso de descolonización, tuvo un dificilísimo papel que manejó con enorme diplomacia teniendo en cuenta el complejo equilibrio que suponía. De hecho, fue la primera monarca de la época contemporánea de la Monarquía Británica que ya no ostentó el cargo de Emperatriz de la India, siendo sus títulos Reina del Reino Unido y Soberana de los Reinos de la Mancomunidad de Naciones. Títulos que ostenta actualmente su hijo y sucesor, Carlos III.
El reinado de Isabel II, además de caracterizarse por su extensión en el tiempo, 70 años y 214 días, tuvo unas líneas muy definidas encarnadas en su figura prudente que logró manejar la delicada situación de la progresiva transición del Imperio Británico a la Mancomunidad de Naciones. Puede decirse que fue una notable diplomática que supo capear a la perfección los momentos más críticos de dicha transición. Todo sin olvidar que no había sido preparada para ello por no estar destinada a reinar y que comenzó a ejercer su papel siendo muy joven.
Aunque su reinado puede entenderse en varias etapas, en líneas generales puede decirse que hubo dos partes perfectamente diferenciadas y que tuvieron mucho que ver con los sucesos históricos de la época. Es imposible analizar un reinado sin tener esto en cuenta. Antes y después de la década de los ochenta es una buena medida para interpretar dos etapas bastante distintas.
Hasta los años ochenta la Familia Real inglesa disfrutó de cierta privacidad en lo referente a su ámbito familiar, pero a partir de la boda del entonces Príncipe de Gales con Diana Spencer en 1981, las cosas tomaron un cariz de no retorno con la incursión de una prensa ávida de noticias ante la pareja formada por los herederos al trono. La atracción que Diana de Gales ejercía ante los mass media nacionales e internacionales, trajo consigo no pocos dolores de cabeza a Isabel II, una mujer educada en no opinar, no manifestarse, no dar escándalos y ser un ejemplo de mesura, corrección y diplomacia.
Isabel II en su papel como madre
Isabel II tuvo cuatro hijos en dos partes muy diferenciadas. Carlos, primogénito y heredero y la princesa Ana y, en una segunda «tanda», los príncipes Andrés y Eduardo.
Su papel como madre estuvo marcado por su «trabajo». Si es fácil entender las dificultades de la conciliación de cualquier mortal, la situación de Isabel II fue realmente compleja ya que su agenda le impidió estar presente en la vida de sus hijos de una manera constante. Famosa por su frialdad, algo que supo amortiguar en sus hijos su madre, la querida Reina Madre, Isabel tuvo probablemente en su papel como madre los mayores disgustos de su vida. De sus cuatro vástagos, tres se divorciaron. Carlos, el heredero, con una polémica jamás vista antes por dos motivos principales, la entrevista que Diana de Gales concedió a la BBC y en la que reveló las famosa frases «en mi matrimonio éramos tres» y «no creo que Carlos llegue nunca a reinar» y la publicación de las conversaciones privadas del heredero con Camila en las que le decía «quiero ser tu tampax». Un escándalo sin precedentes que puso en serios problemas a la institución.
Pero ahí no terminaron los dolores de cabeza para una reina que también era madre. Sin lugar a dudas el episodio más duro de su reinado y que la llevó a unos índices bajísimos de popularidad, fue la muerte de Diana de Gales y la tardía reacción de la reina expresando sus condolencias y quedándose en Balmoral una semana sin pronunciarse ni hacer acto de presencia. Tampoco ayudó ante la opinión pública el papel que tomó el entonces Primer Ministro, Tony Blair que se arrogó el papel de representante de la memoria de la Princesa de Gales y a la que le puso el apodo de «princesa del pueblo», generando en gran medida una sensación de histeria colectiva entre el pueblo británico que vio en su reina una actitud desproporcionadamente fría y ajena al sufrimiento de la gente.
La última etapa de su reinado
Los últimos 20 años de Isabel fueron relativamente tranquilos a excepción de los dos grandes disgustos que tuvo que afrontar siendo ya una anciana: el caso Epstein en el que se vio salpicado su hijo favorito, el príncipe Andrés y la abrupta e inesperada salida de la Familia Real de los Duques de Sussex que se comportaron de la manera menos parecida a la forma de ser de Isabel, aireando los problemas familiares a todos los medios. Mención especial el profundo daño que hizo la entrevista que dieron a Oprah Winfrey y en la que vertieron acusaciones tan severas como que la Familia Real era racista.
Isabel II falleció pacíficamente según el comunicado oficial pero lo que nunca sabremos es si de verdad se fue de este mundo con la tranquilidad que siempre demostró tener en público una mujer ejemplar que dejó un legado con un reinado profundamente ejemplar. God save the Queen.